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Versos para apagar las llamas

El poeta, verseador, repentista y profesor de la ULPGC será el encargado de leer el pregón de la Fiesta del Pino 2019 el próximo viernes. Adelanta que su texto tendrá como protagonistas los incendios forestales que han asolado Gran Canaria. texto: Francisco José Fajardo / fotos: Jesús de León (Cober servicios audiovisuales)

Viernes, 30 de agosto 2019, 10:23

La Fiesta del Pino 2019 ya está a la vuelta de la esquina y el pregonero que anunciará el 30 de agosto el inicio oficial de la festividad de la patrona de la Diócesis de Canarias será el verseador y repentista grancanario Yeray Rodríguez Quintana. Doctor en Filología Hispánica por la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria y profesor de Literatura Canaria en la misma, es además poeta, verseador y miembro de la Academia Canaria de la Lengua. Afronta ahora un reto ilusionante, aunque teñido de negro por el fuego que ha arrasado Gran Canaria en estos días. Estas imágenes serán protagonistas en su pregón.

-Ha sido elegido para el pregón de la patrona de su isla, imagino que orgulloso.

-Muy feliz, sí. Es una fiesta que está en el corazón de todos y pregonarla supone una emoción gigantesca.

-¿Qué supone para usted? ¿Una responsabilidad o un merecido premio?

–Una gran responsabilidad. Ponerle palabras a una fiesta que significa tanto para tanta gente no puede ser otra cosa que una responsabilidad para la que espero estar a la altura.

-¿De qué tratará su pregón? Deduzco que hablará, principalmente, del incendio en Gran Canaria...

-Fíjate. Cuando me encomendaron la tarea pensé en un pregón en el que pudiera dar cabida al sentimiento anónimo de tantos para los que esta fiesta significa muchísimo; quería hacerlo con la idea de reflexionar sobre nuestra autoestima como pueblo, tan necesitada de atención y de motivaciones. Ahora, el devastador incendio hace más necesaria que nunca esa búsqueda de horizontes positivos y colectivos que nos ayuden a tragarnos esta pena.

-¿Cómo ha vivido estos días en los que las llamas han devorado nuestro corazón verde?

-Con una desolación incesante. Hace unos días, antes del primer incendio tuve una intervención quirúrgica cuyo dolor ha pasado desapercibido. Me dolía más la isla.

-¿Qué le pasaba por la cabeza cuando veía las imágenes del fuego devorando el paisaje más verde de la isla?

–Pensaba en quienes se batían contra el fuego, en la preocupación de sus familiares y amigos, y en las personas desalojadas, especialmente en las que no tenían otro sitio al que ir porque viven todo el año cuidando el campo por nosotros. Pensaba constantemente en ellos y en sus animales y sus medios de vida en peligro por el fuego.

-¿Cree que se han hecho las cosas bien en nuestros montes en las últimas décadas?

-A eso deben responder quienes te digo, quienes habitan nuestros campos de enero a enero. Ellos son voces autorizadas, no yo. Seguramente se han hecho cosas bien y otras no tanto, como siempre, pero en estos días se han dicho y se han escrito muchas cosas sin sentido, que desde la comodidad urbana y el desconocimiento absoluto creo que valen de muy poco y es más lo que restan que lo que suman.

-Se habla del abandono del pastoreo y del sector primario en general... ¿Qué se podría hacer para reactivarlo y que nuestro campo no caiga en el olvido?

-Evidentemente esa es una circunstancia que hay que poner en primer lugar en cualquier consideración. El campo se abandona, no solo en Gran Canaria, sino en otras islas y en muchísimos rincones del planeta. Una buena parte de nosotros desciende de gentes que dejaron el campo buscando la costa y por tanto somos parte de ese fenómeno que no se ha podido detener y que trae consigo el abandono de labores que favorecían el cuidado de la tierra. Seguramente se pueden hacer muchas cosas, pero una que nos queda a mano a todos es consumir los productos que siguen ofreciéndonos esos héroes que no abandonan el sector primario, porque resultaría paradójico que muchos de los que se rasgan las vestiduras por el desastre del fuego y abogan por la defensa del campo después no apoyaran como consumidores lo que ese campo ofrece.

-¿Qué mensaje lanzaría a la población de su isla en estos días tan duros a nivel personal?

-Este último no me parece mal mensaje. Consumamos productos locales, los quesos de nuestras ovejas, las papas de nuestros canteros y la fruta de nuestros matos. Ahora más que nunca. Por otra parte, creo que el incendio también ha sacado una vez más lo mejor de nosotros y nos ha mostrado que somos capaces de casi todo cuando nos unimos como uno solo. La desbordada solidaridad de estos días ha sido una luz entre tanta negrura.

-¿Qué proyectos profesionales tiene a corto y medio plazo?

-El proyecto que más me ilusiona, a corto, medio y largo plazo, y que me permite desarrollarme como docente, investigador y verseador, es el que estamos llevando a cabo en centros educativos para convertir la improvisación oral en verso en una herramienta propicia para el desarrollo de competencias verbales y personales en nuestros estudiantes. En Gran Canaria, gracias al Pacto por la Lectura y la Escritura que impulsa el Cabildo insular, ya se ha impartido, a través del verseador Expedito Suárez, un curso completo a más de 700 estudiantes. Este curso el proyecto se iniciará en otras islas y cuenta, desde el principio, con el respaldo de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria y la Academia Canaria de La Lengua.

-¿La tradición verseadora, el punto cubano, está en extinción?

-Todo lo contrario. Por iniciativa de Cuba, el Punto Cubano fue declarado Patrimonio Mundial por la Unesco en 2017. En Canarias no tiene la vitalidad que sí posee en el país caribeño, pero está viviendo un momento dulce con la incorporación de nuevas voces, una visibilidad mediática y un seguimiento social que quizá nunca ha tenido. Se lo debemos, precisamente, a los que en otros tiempos mantuvieron esta llama que hoy nos sigue alumbrando.

-¿Y las tradiciones canarias, están protegidas o también corren peligro?

-Cuando se habla de protección se suele pensar en instituciones pero son realmente las sociedades las que las protegen. Una tradición nos pertenece por el mero hecho de habitar la comunidad que le da sentido y el esfuerzo debe ir encaminado en la divulgación de esos usos patrimoniales que, en ocasiones, resultan distantes para quienes podrían volverse continuadores. Con el punto cubano lo estamos viviendo. Jóvenes para los que era algo ajeno ya lo sienten suyo y lo defienden. Definitivamente, lo que no se conoce no se ama.

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