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Juego de Tronos: adiós a 18 millones de espectadores de más de 150 países

La serie «Juego de tronos», considerada la producción más grande de la historia de la televisión y una de las sagas más populares, concluyó este pasado domingo en España en medio de una enorme expectación que puede dejar «huérfanos» a muchos de sus seguidores. Ojo: este artículo contiene ‘spoilers’

Canarias7 / Las Palmas de Gran Canaria

Jueves, 16 de julio 2020, 18:44

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La pérdida de refuerzo, la nostalgia y el mono son tres de las reacciones negativas que siente el seguidor de una serie cuando concluye, como es el caso de «Juego de tronos», según evalúa en una entrevista con EFE el psicólogo clínico y guionista David Pulido.

La serie «Juego de tronos», considerada la producción más grande de la historia de la televisión y una de las sagas más populares, concluyó anoche en España en medio de una enorme expectación que puede dejar «huérfanos» a muchos de sus seguidores.

«El final de una serie no debería generar ni duelo ni dependencia si nuestro comportamiento es sano en relación con las cosas que nos gustan. No debería suponer ni orfandad ni ansiedad», expone Pulido, guionista de la premiada película española «Tarde para la ira».

No obstante, este psicólogo enumera tres factores que conlleva el final de una serie a la que se ha estado enganchado.

«Si algo que nos gustaba y llenaba nuestra rutina lo dejamos de tener, perdemos un reforzador psicológico muy potente», que «buscaremos sustituir por otra cosa que no debe ser necesariamente otra serie», sitúa en primer lugar.

El segundo elemento, prosigue Pulido, es la nostalgia, como sucede con cosas cotidianas que se alejan o perdemos, un amigo o una casa en la playa, por ejemplo, pero este sentimiento tiene una «parte placentera y es bonito que perviva».

A la pérdida del refuerzo y la nostalgia, completa, se une un tercer elemento, el mono: «Cuando hemos estado enganchados y no tenemos ese estímulo, se produce ansiedad, pero lo sano es superar esa sensación. Si la alternativa es devorar series de manera compulsiva no es nada bueno».

«Sustituirlo por otra cosa te puede quitar el mono, pero sin engancharte con tanta fuerza. Para lograr una emoción intensa y placentera, los humanos necesitamos un tiempo refractario en el que no estemos tan expuestos. Reposar, rememorar, sentir el poso que deja, tal vez sea bueno y que pasen una semanas hasta engancharse con otra serie», reflexiona.

David Pulido no ve negativo que un seguidor de «Juego de tronos» se recree en la serie una vez finalizada.

«Si la serie nos ha generado sensaciones y emociones positivas es muy bueno, como cuando regresamos de un viaje intenso y lo rememoramos; es una reacción natural», valora.

Para este psicólogo, «los seres humanos, con nuestra capacidad de recordar y compartir, tenemos el don de expandir algo que nos ha gustado, mucho más allá del tiempo que ha durado, y esto es maravilloso».

«Hablo de comportamientos sanos», matiza, porque si la conducta es «obsesiva, tratando de ver una serie completa en un mes, centrado solo en eso, sin comer, sin dormir», entonces mejor no haber tenido contacto con ella.

Preguntamos a David Pulido, que ha sido seguidor de «Juego de tronos», por qué la serie ha tenido tanto éxito.

«Tiene muchos personajes con un arco y un campo de desarrollo muy interesantes, que remiten al folletín de toda la vida; personajes muy bien construidos con los que quieres volver a encontrarte la semana siguiente y en otra temporada. Y tiene una producción espectacular», analiza.

Añade que «ha roto barreras de los cuentos y series clásicas de fantasía», al tiempo que recuerda, como detalle, que en el primer episodio arrojan a un niño por la ventana.

«Los protagonistas mueren, los buenos se hacen malos y los malos buenos; tiene una gran capacidad de sorpresa», evalúa.

Recordamos a Pulido que cuando Arthur Conan Doyle «mató» a Sherlock Holmes, uno de los personajes más populares de la historia de la literatura, la reacción del público fue un gran clamor para que lo resucitara.

«Menos mal que en tiempos de Conan Doyle no había Twitter, le hubieran lapidado», opina Pulido, quien critica a quienes han promovido en las redes sociales acciones contra el desarrollo de los últimos capítulos y el final de «Juego de tronos».

Para este guionista, se alcanzan «niveles demenciales» cuando alguien se siente «con derecho a opinar de todo constantemente y además se siente ofendido por las opiniones de los demás. La gente se está quejando y enmienda la plana a los guionistas, es un intervencionismo en el que no se respeta la subjetividad del arte».

Con su imagen entrando en una nieve que ya no tiene caminantes blancos termina una serie histórica, la última de un tipo de televisión que ha congregado cada semana a más de 18 millones de espectadores de más de 150 países, y que en España hace que miles de personas vayan con sueño a sus trabajos. Nunca más veremos a una plataforma gastar 90 millones de dólares para dar a sus fans el final más espectacular posible, uno que aunque disguste a muchos ha sido una montaña rusa que nos ha tenido dos meses hablando de un mundo poblado de dragones y caminantes blancos, pero que en el fondo era el nuestro. Los juegos por el trono seguirán, y los libros hablarán para explicarlo de una serie que durante ocho años radiografió el poder como nunca antes se había hecho

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