Borrar
Vea la portada de CANARIAS7 de este martes 16 de abril
El camafeo elegante del burlesque

El camafeo elegante del burlesque

Evita de Vil, alter ego de la grancanaria Eva Cabrera Santiago, es una de las artistas que participa desde este viernes y hasta el domingo en el Rockin’ Doo Wop, en Santa Catalina.

F.G.R. / Las Palmas de Gran Canaria

Jueves, 16 de julio 2020, 18:11

Necesitas ser registrado para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Toda la vida. Comencé a bailar clásico en el colegio y desde entonces no he parado: hip-hop y funky, danza moderna, y ya por último burlesque y mi último descubrimiento, pole dance». Evita de Vil, alter ego de Eva Cabrera Santiago (Las Palmas de Gran Canaria, 1983), no ha dejado de disfrutar de su propio cuerpo en todos los escenarios imaginables de Canarias.

Fue la bailarina del popular programa La Guagua de Televisión Canaria, formó parte del grupo de baile Cuatro Tacones en sus primeros pinitos pin-up, y de las noches de música electrónica de la mano de Cool Sounds, hasta apostar por el vodevil en Veracruz, otro de los templos nocturnos a orillas del Guiniguada.

Convertida en Evita de Vil, Eva no ha parado de participar en todos los acercamientos en las islas al universo vintage de los 40 y 50. Su próxima aparición será en Rockin’ Doo Wop, desde mañana y hasta el 10 de junio, en la trasera del parque de Santa Catalina de la capital grancanaria.

De Vil, con ésta, habrá estado en las tres ediciones del festival, incluida la celebrada en el Sur de la isla, y compartirá tablas con Tenessee o Don Diego Trio, dos de las 12 bandas que actuarán ese fin de semana.

«El burlesque es irónico, puede ser cómico y está lleno de sensualidad. Pero sobre todo es elegante», asegura, una elegancia que irradia desde el camafeo que tiene tatuado en la piel y de donde lo extrae para compartir cada vez que convierte su cuerpo en espectáculo.

Cada artista de burlesque tiene su sello, pero Evita de Vil, inspirada tenuemente en artistas como Dixie Evans o la pionera pin-up Bettie Page, sigue la senda de la tradición pero también de su ADN particular e intrasferible: una piel dibujada por el tatuaje tradicional y con una mujer coronada con las luces de la imaginación; un dominio del baile con el que traza a la vez microhistorias de delicadeza y fuerza; y el amor por los tejidos y la música con que se envuelve y se despoja los poros de la creatividad.

Números con historia. «Cada número cuenta una historia: desde el primero en que me convertí en camarera, homenaje a los dinners americanos de los 50, hasta las referencias a las Andrew Sister... muchas veces me inspira una música, una canción, y desarrollo la actuación en torno a ese motivo», apunta.

Un amigo la bautizó Evita de Vil, por su punto de Cruela, y desde entonces los degustadores de sensualidad de las islas no la han dejado de reclamar, aunque no descarta algún día dar el salto a la Península con los diseños, plumajes y boas que ella misma confecciona, con la misma pericia infantil con que la instruyó su abuela.

Para ser Evita, Eva se lo curra cada día en un conocido comercio de ropa. El talento encuentra, humilde y constante, el camino: «Yo, en el camerino, solo necesito un espejo».

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios