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José L. Reina
Jueves, 1 de enero 1970
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Entrar en el ‘Mono Malvado’ supone una experiencia radicalmente diferente a la vivida en cualquier bar de copas. Con una decoración característica con el sello propio de Beraldo, el local rebosa personalidad, donde se mezcla una gran selección musical, el sonido de las herramientas de trabajo de los cocteleros, y las diferentes conversaciones de los que allí disfrutan.
Elaboración, personalización y productos de temporada. Son las tres claves que señalan tanto Alberto como Fabrizio para justificar su éxito. Precisamente Fabrizio fue el encargado de representar al Mono Malvado en las olimpiadas de los cocteleros, la World Class Club, una competición equivalente a las estrellas michelín para los cocineros. Fue allí donde consiguió un hito, situar al pequeño local de Farray entre los más grandes del país, con rivales de las principales ciudades de España. El propio Guaglianone reconoce la emoción, pero afirma que “no quiero ser el mejor de España, quiero ser el mejor para mis clientes”.
Alberto Beraldo se trasladó a Gran Canaria junto a su mujer, que es canaria. Lo hizo tras una larga temporada de once años en Barcelona, donde dirigía un restaurante. Fue en la ciudad condal donde comenzó su periplo con el complejo mundo de los espirituosos, formándose y perfeccionado técnicas que puso en marcha cuando cumplió el sueño de abrir su propia coctelería en Gran Canaria. Beraldo describe su trabajo como “un arte, un teatro, un espectáculo. Aquí viene gente de todo el mundo que pide ir más allá del cóctel. Demanda una experiencia y calidad, y eso es lo que le damos”.
Aunque tuvo su etapa dorada durante la prohibición de la década de 1860, los cócteles han vuelto a posicionarse de nuevo como una de las bebidas más demandadas. En la actualidad vive un gran momento de forma, y el Mono Malvado es testigo de ello. Tanto Alberto como Fabrizio reconocen que ya lo frecuente es que sus clientes entren con la clara idea de pedirse un cóctel. Un claro síntoma de que pueden volver a revivir otra edad de oro, y no hay mayor satisfacción para un local como este.
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