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¿Te acuerdas de los pastelitos Cropan?

¿Te acuerdas de los pastelitos Cropan?

¿Y de sus cromos? ¿Y de sus tebeos? Fue una de las primeras marcas de alimentación españolas en usar la televisión y la cultura pop como inspiración

ana vega pérez de arlucea

Domingo, 26 de septiembre 2021, 12:49

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En 1964 ocurrieron dos acontecimientos clave en la historia de las chucherías españolas: por un lado se registra el mítico «Mi Merienda» consistente en un bollo con onzas de chocolate (antecesor del Bollycao, Bimbocao y demás dulces copias) y por otro se funda el Grupo Agrolimen. Es posible que eso de Agrolimen no les suena a ustedes de nada, pero es una sociedad comercial perteneciente a la familia Carulla (creadores de Gallina Blanca) que unió bajo un mismo paraguas distintas empresas dedicadas a la industria alimentaria. Los caldos de Avecrem, el Trinaranjus, los chicles Dunkin, las galletas Rifacli, los aperitivos Crecs, los cavas Mont-Ferrant… Todos ellos eran producidos por Agrolimen, que en aquel lejano año 1964 añadió una nueva enseña a su catálogo: Productos Cropan S. A.

Los dentistas españoles tienen mucho que agradecer a Cropan. Posiblemente fue la mayor compañía de pastelería industrial durante la década de los 70 y también la de más éxito gracias a una estrategia innovadora que resultó infalible: asociar sus productos a personajes clave del entretenimiento infantil. Sandokán, Batman, Hulk, Mortadelo, Vickie el Vikingo, Naranjito, la bota Botilde y la calabaza Ruperta del programa televisivo «Un, dos, tres», Casimiro el muñeco peludo que mandaba a los niños a la cama… Todos ellos tuvieron su correspondiente pastelito Cropan, incluso Starsky & Hutch o Jr, el malo de la serie «Dallas».

Aparte Cropan tuvo sus propios superventas: el Cropan-Roll (una especie de brazo de gitano chocolateado de tamaño familiar), las Chocolenas (magdalenas con cacao), el Megatón, el Chiu-Chiu, el Búlgaro, la Chapela, el Bracito o el Chocostein triunfaron por sus propios méritos. Caso especial es el del Rufo, una pasta a medio camino entre un doughnut y una rosquilla de pueblo, que supo sacar ventaja de su estilo rústico y se promocionó en televisión con Juanito Navarro haciendo de simpático pueblerino.

Por si fuera poco Cropan apeló a una técnica de márketing irresistible para los niños de entonces, los álbumes de cromos. A través de Crecspan S. A. (otra filial de Agrolimen, todo quedaba en casa) editó álbumes de todos los temas habidos y por haber, desde animales a princesas Disney pasando por superhéroes de cómic, personajes de Ibáñez o naves espaciales. Incluso sacó una colección de cromos «mágicos» que había que ver con unas gafas 3D. En cada producto Cropan venía un cromo y reuniendo varios envoltorios se podían conseguir los álbumes para pegarlos, caretas, las gafas mágicas u otros obsequios especiales. No nos olvidamos del fútbol, deporte al que Cropan dedicó varios álbumes en exclusiva fichando a la estrella del Barcelona, Johan Cruyff, como prescriptor. «Cruyff, así juego al fútbol» o «Cruyff y los colosos de la liga» hicieron las delicias de los niños golosones y futboleros.

La cosa no quedaba ahí: Cropan fue su propia editorial y sacó al mercado varias colecciones de mini-historietas o tebeos basadas en los personajes que adornaban sus productos. ¿Se podía pedir más? Sí. Por ejemplo, que aquella deliciosa empresa no desapareciera jamás. Desgraciadamente y para tristeza de los amantes del Búlgaro y el Megatón Cropan se fue un buen día a hacer gárgaras y su fábrica de Terrassa (Barcelona) fue abandonada. No nos queda más que recordar su entrañable mascota –un ratoncito tripón– y las cancioncitas de sus anuncios, incrustadas en nuestra memoria tanto como el sabor de los Rufos o las Chapelas. «¡Con el roll de Cropan, se relameraaaaán…!»

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