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Fiesta de fin de curso 43 años después

Fiesta de fin de curso 43 años después

Por primera vez desde que acabaron EGB en el centro Agustín Hernández de Moya, la promoción de 1979 se reunió este fin de semana en Fontanales

B. Hernández

Las Palmas de Gran Canaria

Lunes, 7 de noviembre 2022, 17:20

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En 1979, el alumnado del Colegio Agustín Hernández de Moya usaba uniforme; anteponía el 'don' al nombre de los profesores y las profesoras eran 'señorita' y las principales herramientas de aprendizaje eran el lápiz y la tiza.

Algunos de aquellos estudiantes recuerdan en su mano la marca -y el dolor- de una regla de madera golpeando y en su cabeza el 'coscorrón' de un anillo-sello; los primeros viernes de mes se interrumpía la clase para ir a la iglesia a confesar; el balonmano fue acogido como la actividad más novedosa de la galaxia y The Beatles llegó a sus vidas en las clases de inglés a través de un radiocasete.

En 1979, los adolescentes que cursaban octavo de EGB terminaban la escuela y atrás quedaba una parte fundamental de su vida. No hubo viaje para celebrarlo porque aún no había llegado esa costumbre a los centros educativos.

Sin embargo, este pasado fin de semana se pudieron resarcir y celebrar, con 43 años de retraso, lo que han denominado su fiesta de fin de curso. Y lo hicieron como merecía tal ocasión.

Fue una jornada de reencuentro en el restaurante Sibora de Fontanales. Algunas gafas y muchas canas no fueron obstáculo para que los rostros y la memoria fueran confluyendo en la misma imagen hasta que salía de carrerilla el nombre completo y los dos apellidos. Después, el esperado «estás igualita».

Compartir anécdotas que se mantienen intactas en la memoria se mezcló con una puesta al día de vidas que, en muchos casos, no se habían encontrado desde hace más de cuatro décadas.

Del repaso de las travesuras, profesores, notas y hasta conatos de huelgas estudiantiles se pasó sin transición al «¿a qué te dedicas?», «¿trabajan tus hijos?» , «como está tu madre» o «¿ya tienes nietos?» (sí, nietos).

Y de ahí a volver a recordar con total nitidez una nota inmerecida, un segundo lugar injusto en las olimpiadas entre colegios de la zona o lo complicado que era tener a tiempo los textos del periódico escolar. Entre tanta fiesta, un momento cálido para los que ya no están.

El tiempo pasado no siempre fue mejor, pero la memoria es selectiva y conserva los buenos momentos, recupera camaraderías olvidadas, sueños cumplidos y otros que nunca llegaron. El entusiasmo de una jornada de risas, cariño y reencuentro puso las pilas a más de uno que ya pregunta para cuando la próxima.

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