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Imagen de los asentamientos en suelo argelino en la región de Tinduf con las haimas (viviendas) y ciudadanos saharauis refugiados.
Imagen de los asentamientos en suelo argelino en la región de Tinduf con las haimas (viviendas) y ciudadanos saharauis refugiados. C7

Marcha Verde: 50 años de exilio, silencio y resistencia saharaui

Medio siglo después, el conflicto sigue sin resolverse y su eco alcanza a Canarias, convertida en refugio, frontera y testigo del desarraigo saharaui desde 1975

Helena Victoria Falcón Santana

Las Palmas de Gran Canaria

Sábado, 1 de noviembre 2025, 07:17

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6 de noviembre de 1975: mientras el mundo observa el final del franquismo, el rey Hassan II lanza una marcha pacífica hacia el Sáhara Occidental: 350.000 civiles cruzan la frontera en una coreografía política sin precedentes. España, dividida y al borde de la transición, mira hacia otro lado. En el desierto comienza una ocupación que medio siglo después sigue sin resolverse y tuvo importantes repercusiones en la población canaria.

6 noviembre, 1975

Comienza la Marcha Verde

14 noviembre, 1975

Firma del Acuerdo

Tripartito de Madrid

Diciembre, 1975

España retira las tropas del territorio

28 febrero, 1976

Tropas marroquíes y mauritanas ocupan el Sáhara

6 noviembre, 1975

Comienza la Marcha Verde

14 noviembre, 1975

Firma del Acuerdo

Tripartito de Madrid

Diciembre, 1975

España retira las tropas del territorio

28 febrero, 1976

Tropas marroquíes y mauritanas ocupan el Sáhara

6 noviembre

1975

14 noviembre

1975

Diciembre

1975

28 febrero

1976

Tropas marroquíes y mauritanas ocupan el Sáhara

España retira las tropas del territorio

Firma del Acuerdo

Tripartito de Madrid

Comienza la Marcha Verde

6 noviembre

1975

14 noviembre

1975

Diciembre

1975

28 febrero

1976

Tropas marroquíes y mauritanas ocupan el Sáhara

España retira las tropas del territorio

Firma del Acuerdo

Tripartito de Madrid

Comienza la Marcha Verde

50 años después

Capítulo I La Marcha Verde

50 años después

Casi medio siglo después de la Marcha Verde, el episodio que selló la salida española del Sáhara Occidental sigue proyectando sus consecuencias en el norte de África e incluso en Canarias. Lo que en su momento se presentó como una movilización pacífica de miles de marroquíes fue, en realidad, una operación coordinada con el apoyo de Estados Unidos y el visto bueno del entonces príncipe Juan Carlos I, que, pese a la oposición de un moribundo Francisco Franco —quien había reconocido en su lecho de muerte la independencia saharaui—, cedió la antigua colonia española al rey marroquí Hassan II.

Canarias, históricamente unida al Sáhara por lazos familiares, culturales y comerciales, mantiene con el pueblo saharaui una relación que aún perdura. Sin embargo, en el archipiélago conviven hoy dos posturas enfrentadas: una corriente solidaria pro-saharaui y otra que respalda la soberanía de Marruecos sobre el territorio, reflejo de un debate que sigue vivo casi cinco décadas después. Esta división actual se entiende mejor cuando se observa el impacto histórico, social y político que la Marcha Verde tuvo en la región.

El muro del Sáhara Occidental

El muro que divide en dos el Sáhara Occidental mide 2.700 kilómetros, es el muro militar más grande del mundo. Fue contruido en los años 80 para separar las zonas ocupadas por Marruecos y los terrenos del Frente Polisario

Compartiva de diversos muros fronterizos con respecto al de Sáhara. Jaime Perea

Una ocupación planificada y sin protagonismo en el ámbito académico

Domingo Gari Hayek, profesor de Historia en la Universidad de La Laguna y especialista en nacionalismo, define desde el ámbito académico que la Marcha Verde fue «el inicio de una ocupación». El historiador recuerda que aquella movilización tuvo una doble dimensión: una marcha civil, «muy publicitada y con presencia de militares infiltrados», y una acción militar paralela que marcó el comienzo de la presencia armada marroquí en el territorio saharaui.

Gari Hayek subraya que las consecuencias de aquel episodio se siguen notando hoy. «España vio en Marruecos un muro de contención frente al independentismo canario, entonces con base en Argelia, pero la estrategia acabó volviéndose en su contra». «Con el tiempo hemos comprobado que Marruecos utiliza la inestabilidad en la zona para presionar a los gobiernos de Madrid», señala, aludiendo a los conflictos por las aguas, la gestión migratoria o la pesca en las costas entre Canarias y el Sáhara.

La Marcha Verde también dejó huella social y económica en las Islas. Miles de canarios que vivían en el Sáhara tuvieron que regresar de forma precipitada, y la pérdida del acceso a los bancos pesqueros tradicionales afectó a la flota artesanal y a la industria conservera. «Fue una ruptura drástica con un territorio con el que Canarias mantenía lazos históricos, comerciales y familiares muy estrechos. Es importante recordar que la segunda población mayoritaria en el Sáhara eran los canarios; tenemos historia común y lazos de pueblos hermanos», apunta el historiador.

Para Gari Hayek, el relato oficial ha maquillado las consecuencias de la ocupación, y la historia reciente del Sáhara apenas se enseña en las aulas. «Cada año pregunto a mis alumnos si conocen algo del conflicto y la mayoría no sabe nada», lamenta.

«La Marcha Verde podría definirse desde el punto de vista de la investigación histórica como colonialismo de colonos. Si nos planteamos qué hubiese pasado si este suceso no hubiese ocurrido, ahora mismo el Sáhara sería un pueblo libre y Canarias mantendría importantes relaciones comerciales», concluye.

Desde las aulas

Imagen de niñas saharauis en las zonas escolarizadas de los campamentos de refugiados de Tinduf, Argelia. C7

Isabel Fajardo, profesora jubilada y en aquel entonces estudiante de quinto curso de Geografía e Historia en la Universidad de La Laguna, recuerda que vivía los días de noviembre de 1975 en un ambiente cargado de expectación y tensión política. Como muchos jóvenes universitarios de la época, participaba activamente en los movimientos estudiantiles, en huelgas y paros que reclamaban libertades y cambios democráticos, mientras el país entero seguía con atención los partes diarios sobre el estado de salud del dictador Franco.

Fajardo admite que durante los días en que se desarrolló la Marcha Verde no se tenía demasiada información directa sobre lo que ocurría. «Las noticias llegaban con retraso y de manera fragmentaria. Lo que sí recuerdo es la preocupación por los compañeros, amigos y familiares que estaban cumpliendo el servicio militar en el Sáhara», relata.

La profesora señala que las consecuencias más visibles para el archipiélago se notaron poco después, con la llegada masiva de efectivos de la Legión a Fuerteventura y el retorno de empresarios y trabajadores desde el Sáhara, especialmente de El Aaiún. En su opinión, las implicaciones de aquel episodio para Canarias fueron profundamente negativas, ya que —afirma— «en lugar de tener un pueblo hermano y amigo al otro lado, el Estado español permitió que se impusiera un ocupante».

Cincuenta años después, Fajardo mantiene la esperanza de que el pueblo saharaui pueda decidir libremente su futuro, aunque lamenta el silencio posterior sobre el conflicto en los ámbitos educativos. «África —señala con tono crítico— ha estado siempre ausente, incluso en Canarias. El Sáhara ha sido una historia cercana que apenas se ha contado».

Relevancia política

A la derecha Carmelo Ramírez, consejero Insular de Cooperación Institucional y Solidaridad Internacional de Nueva Canarias en el Cabildo de Gran Canaria. A la izquierda, Rafael Esparza, sociólogo, economista, profesor universitario y experto en el Magreb. Cober y Juan Carlos Alonso

Desde el ámbito político, este hecho sigue ocupando espacio en la agenda de los representantes canarios. Todos los partidos y colores han mostrado desde 1975 hasta hoy sus posicionamientos sobre lo acontecido en un territorio a apenas 100 kilómetros de las costas insulares.

Carmelo Ramírez, consejero de Solidaridad Internacional del Cabildo de Gran Canaria, afirma: «La Marcha Verde no fue un simple movimiento popular, sino una operación diseñada por Marruecos con el apoyo de Estados Unidos para ocupar de manera ilegal y violenta el Sáhara Occidental en 1975, antes de que se celebrara el referéndum de autodeterminación reconocido por las Naciones Unidas».

Los Acuerdos Tripartitos de Madrid supusieron, según Ramírez, «una traición al pueblo saharaui», provocando el éxodo masivo hacia los campamentos de Tinduf y la creación del gobierno en el exilio de la República Árabe Saharaui Democrática (RASD).

«El Estado español permitió el abandono del pueblo saharaui, y miles de canarios residentes en el Sáhara tuvieron que abandonar sus hogares de la noche a la mañana, enfrentando problemas de alojamiento, educación y atención social al regresar a las islas. La crisis provocó la creación de asociaciones y colectivos de amistad y solidaridad con el pueblo saharaui, que todavía hoy mantienen vínculos muy estrechos con los campamentos de refugiados y con la causa saharaui en general, que siguen luchando después de 50 años para que el pueblo saharaui pueda ser libre y cumplir con las resoluciones de la ONU», añade.

Un legado del franquismo

Rafael Esparza, economista, sociólogo y presidente de la Asociación Canaria de Amistad con el Magreb (ACAMA), sitúa la Marcha Verde como un episodio clave dentro de una larga historia de errores políticos, malentendidos históricos y rivalidades regionales.

Recuerda que la Marcha fue una respuesta directa al fallo del Tribunal Internacional de Justicia de La Haya emitido el 16 de octubre de 1975, cuya ambigüedad permitió a todos los actores «cantar victoria». Marruecos la utilizó para justificar la «reintegración pacífica» del Sáhara; España, debilitada por el final del franquismo, vio precipitada su retirada.

Esparza destaca que el conflicto se convirtió desde entonces en un pulso diplomático entre Marruecos, Argelia, el Frente Polisario y las grandes potencias internacionales. «En Canarias, la crisis se sintió con intensidad: la llegada de retornados, el impacto económico tras la crisis del puerto de Las Palmas y una creciente sensación de inseguridad ante la cercanía del conflicto marcaron aquella época».

Desde su perspectiva, el referéndum de autodeterminación ya no es viable. «Las resoluciones de la ONU han ido abandonando esa vía porque nunca se logró un censo aceptado por ambas partes», explica. Considera, además, que el conflicto es hoy más un enfrentamiento geopolítico entre Marruecos y Argelia que una cuestión puramente colonial. Pese a ello, Esparza se muestra optimista y defiende que el futuro pasa por una autonomía real del Sáhara dentro de Marruecos, con un desarrollo económico y social creciente y mayor representación saharaui en las instituciones locales. «El conflicto del Sáhara ha sido la piedra en el zapato del norte de África. Superarlo —concluye— es la única manera de mirar hacia un futuro común».

La Marcha Verde sigue definiendo la relación entre Canarias, el Sáhara y Marruecos. La historia y la política convergen en un territorio cercano al archipiélago, donde los vínculos culturales y familiares conviven con tensiones geopolíticas.

Entre voces académicas, testimonios personales y análisis políticos, el conflicto continúa presente, recordando que la ocupación y la lucha por la autodeterminación no son solo episodios históricos, sino realidades que aún influyen en la región y en la vida de miles saharauis y marroquíes, cincuenta años después.

Capítulo II, este domingo

Entre dos tierras: memorias de un exilio saharaui en Canarias. Los protagonistas de este momento histórico toman la voz después de medio siglo de ruido, dudas y versiones cruzadas.

Jaime Perea

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