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«Estar en el Gobierno no es estar en el poder»

«Estar en el Gobierno no es estar en el poder»

En el mastodóntico edificio del Ministerio de Sanidad, Pablo Iglesias se mueve como Pedro por su casa. El vicepresidente segundo del Gobierno está seguro de que habrá presupuestos para 2021 aunque los preliminares no inviten al optimismo, augura un futuro negro «a la derecha» y explica por qué ha rebajado el tono en su discurso.

Jueves, 1 de enero 1970

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Ramón Gorriarán / Miguel Ángel Alfonso / Madrid

Felipe González dice que el Gobierno de coalición le recuerda al camarote de los hermanos Marx.

— No voy a polemizar con el expresidente del Gobierno.

Pero es evidente que hay discrepancias.

— Un Gobierno de coalición no puede actuar con piloto automático en una crisis. Se discute y se debate, y gracias a ello se toman decisiones mejores. Enfrentarnos a esta crisis nos ha unido mucho.

Entonces la cohabitación está siendo buena.

— A los que esperaban que el Gobierno no funcionara les ha sorprendido ver todo lo que hemos hecho, no solo ante la crisis, sino a la hora de cumplir su programa. El miércoles obtuvimos con una mayoría espectacular la aprobación del ingreso mínimo vital.

¿Su opinión sobre Pedro Sánchez ha cambiado?

— Nos conocemos más, pero siempre tuvimos una relación cordial.

Pues parecía tirante.

— Tuvimos diferencias políticas serias, pero la relación siempre ha sido cordial. Ahora hablamos mucho, a veces todos los días, y la relación se ha estrechado.

¿Lo del insomnio ha pasado a la historia?

— En campaña todos podemos decir muchas cosas. Lo importante es dejar los reproches atrás.

¿Se siente cómodo en el Consejo de Ministros? ¿Encaja en lo que pensaba que era el poder?

— Siempre supe que estar en el Gobierno no es estar en el poder, sigue habiendo gente con más poder que los ministros.

¿Habla del poder financiero?

— Es una evidencia. ¿Quién tiene más poder, un ministro o el dueño de un gran banco? Todo el mundo conoce la respuesta. Pero es verdad que en el Consejo de Ministros se deciden cosas.

El BOE es una herramienta poderosa.

— Hay que verlo como una expresión de la voluntad democrática. Pero la democracia tiene muchos enemigos.

¿A qué se refiere con enemigos de la democracia?

— A cada vez que alguien cuestiona los avances sociales. ¿Qué es la libertad si no llegas a fin de mes o si no tienes una escuela pública cerca de casa, si tienes un cáncer y no tienes los mejores tratamientos? Todo eso son avances democráticos, eso tiene enemigos, los que no están de acuerdo en que los privilegios se conviertan en derechos.

¿Esos enemigos tienen siglas o nombres y apellidos?

— Claro que sí, pero no voy a entrar en polémicas. La gente los conoce perfectamente.

¿Qué porcentaje de padrinazgo del ingreso mínimo vital se atribuye?

— No se lo puede atribuir nadie del Gobierno ni el Gobierno en su conjunto. Si alguien es padre y madre del ingreso mínimo vital son las organizaciones de la sociedad civil, las ONG, las parroquias... La victoria es de la sociedad, nosotros hemos sido meros instrumentos.

¿Le sorprendió el voto a favor del Partido Popular?

— No, el Partido Popular denostó la medida pero se ha dado cuenta de que no tenía razón, de que era una medida justa y que su propio electorado no le iba a perdonar votar contra una medida que necesita mucha gente. El ingreso mínimo vital va dirigido a todo el que lo necesite, independientemente de lo que haya votado.

Usted es optimista sobre el futuro de la coalición, dice que van a agotar la legislatura e incluso que van a gobernar una más. ¿En qué basa su optimismo?

— La crisis social y económica derivada de la crisis sanitaria ha convertido consensos de determinadas fuerzas políticas en consensos transversales. Defender hoy un sistema sanitario público y universal no es solo de la izquierda. Esos consensos con los servicios públicos han sido una derrota ideológica para la derecha. Sus pataletas y sus provocaciones revelan una conciencia muy amarga de sus derrotas políticas y que lo van a tener difícil para gobernar. Los actuales líderes de la derecha nunca van a gobernar y ellos lo saben.

Usted llamó golpista a Vox. Eso tampoco contribuye a serenar el ambiente.

— Lo que dije era la verdad, pero me equivoqué porque quité el foco de los asuntos fundamentales de la reconstrucción. Seré cuidadoso, aunque creo que es humano decir la verdad.

¿Cree que la derecha o miembros de las fuerzas de seguridad, como ha sugerido algún integrante de Unidas Podemos, están en veleidades golpistas?

— Las declaraciones y los tuits de algunos dirigentes de la derecha española están ahí y no merecen más comentario. Nuestras fuerzas de seguridad y el poder judicial están sometidos a la ley y al compromiso democrático.

Pero incluso el presidente acusa a la derecha de querer «tumbar al Gobierno», de tener actitudes antidemocráticas.

— Si alguien dijera que algunas actitudes de la derecha no casan con un estilo democrático estaría diciendo la verdad, es algo que todos pueden ver en cada sesión parlamentaria.

Pero la gente culpa tanto a la oposición como al Gobierno de la crispación.

— Cuando alguien dice que llueve y otro dice que no, hay que abrir la ventana y ver si llueve.

¿El Gobierno no tiene ninguna responsabilidad en la tensión política actual?

— El Gobierno tiene la responsabilidad de gobernar. La dinámica de insultos y crispación es lo que quiere la derecha.

La comisión de investigación sobre el rey Juan Carlos, que ustedes apoyan y el PSOE no, ¿va a generar roces en el Gobierno?

— Somos partidos distintos con opiniones diferentes, pero no es opinable que en España quien comete un delito tiene que rendir cuentas. No hay una patente de corso para delinquir.

Esa investigación contribuye a menoscabar una imagen ya deteriorada de la Corona.

— Lo que contribuye a deteriorar la imagen de la Corona es que haya sospechas de comportamientos delictivos, no investigar la verdad.

Con la caída del PIB nacional y el aumento de la deuda pública, ¿cómo van a pagar las medidas sociales si además desde Bruselas se piden recortes?

— Hoy se puede afirmar que todos los demócratas en Europa somos keynesianos y que existe el consenso de que de esta crisis hay que salir como de la de 1929 o como en el periodo de reconstrucción tras la Segunda Guerra Mundial. ¿Qué es lo que toca ahora? Lo contrario de lo que se hizo tras la crisis de 2008, apostar por la inversión social. Cuando hablamos del ingreso mínimo vital no solo hablamos de moral, también de eficiencia económica. Ese dinero va al consumo, no va a una cuenta en Suiza.

En 2021, el déficit va a estar entre un 11 y un 14%. Pedro Sánchez ya ha sugerido que es posible que haya recortes, ¿Podemos asumirá esa respuesta?

— Si eso significa recortar la sanidad, los servicios sociales o el ingreso mínimo vital, bajo ningún concepto. Ni Unidas Podemos ni este Gobierno lo van a aceptar. Pero otra cosa es cuando hablamos de política fiscal, España está a siete puntos de diferencia en justicia fiscal de otros países europeos. Tenemos un margen de acción grande y esperamos que haya medidas del escudo social que se vayan aliviando, como los ERTE, que no se han hecho para durar eternamente.

¿Hasta cuándo se van a prorrogar los ERTE?

— Tendrá que evaluarse en el marco del diálogo social. El objetivo no es otro que las empresas sigan funcionando.

¿Se va a derogar la última reforma laboral?

— Lo que dice el acuerdo de gobierno es ley para una coalición y de hecho se está desmantelando. Ya hemos acabado con los despidos por bajas médicas.

¿Pero se van a limitar a los aspectos más lesivos o será una derogación íntegra?

— El acuerdo del Gobierno de coalición habla de desmantelar la anterior reforma laboral.

¿Habrá presupuestos?

— Sí.

¿Cree que podrán reunir una mayoría suficiente?

— Sí.

Si Esquerra Republicana no se suma es difícil.

— No va a ser un proceso sencillo pero vamos a lograr un acuerdo con las fuerzas que hicieron posible la investidura.

¿Cree que van a poder contar con Esquerra estando en una dinámica electoral en Cataluña?

— Las dinámicas electorales tensan la política, pero nos pagan para llegar a acuerdos. Esquerra es un socio fundamental, habrá cosas en que no estemos de acuerdo, pero llegaremos a un acuerdo.

¿Estará Ciudadanos en ese acuerdo presupuestario?

— Sería una magnífica noticia que Ciudadanos apoyara un programa de gobierno como el nuestro y también los presupuestos, pero tampoco soy ingenuo. Ciudadanos ha actuado como una derecha moderada que apoya un estado de alarma por razones sanitarias, pero gobierna con Vox y el PP en Madrid, Andalucía o Murcia. Me cuesta pensar que estén de acuerdo con los presupuestos de este Gobierno.

¿Qué pasará si no hay presupuestos?

— Habrá presupuestos.

¿No hay ‘plan B’?

— Habrá presupuestos.

La tercera Asamblea Ciudadana de Podemos ha eliminado el límite de mandatos y suprimido el sueldo mínimo para sus cargos. ¿Ya se ha convertido en un partido tradicional?

— Hay elementos de los partidos tradicionales que no hay que despreciar. Me gustaría que Podemos tuviera una implantación territorial como la de PP y PSOE, que tienen muchos más años que nosotros, y por eso la clave de esta Asamblea Ciudadana ha sido dar más poder a los círculos. Hay cosas en la que seguimos siendo distintos, seguimos donando parte de nuestro salario y ahora vamos a donar más que antes. Llevo en política activa menos tiempo que Pedro Sánchez, Santiago Abascal o Inés Arrimadas y volveré a dar clases porque para mí la política no es una profesión. Pero claro, Podemos ha superado una fase de adolescencia que se nos notaba y que nos hizo mucho daño como fuerza política.

Si se agota esta legislatura ¿se mantendrá como líder de Podemos para la siguiente?

— Depende. Estaré disponible para lo que quieran nuestros militantes. Pero ahora toca gobernar, luego ya veremos.

¿Qué ha sentido con los escraches en su casa?

— Han durado casi cuatro semanas. Eso no lo ha vivido ningún representante público en nuestro país. A la política hay que venir llorado de casa y tengo que asumir que estoy sometido a la crítica; no me voy a quejar de nada, aunque me llama la atención. Uno sabe a lo que viene cuando se mete en política.

¿Por qué ha pasado del tono beligerante y enfadado en la oposición a un discurso más calmado en el Gobierno?

— Las cosas se explican mejor con calma y he aprendido que la pedagogía y la templanza funcionan mucho mejor, evitan los errores. Eso puede ser representativo de una etapa de madurez de nuestra formación política. He aprendido que no hace falta enfadarse para explicar las cosas, incluso para decir las verdades más duras no hace falta levantar la voz.

Algunas informaciones señalan que los mayores que vivían en residencias y disponían de seguro privado fueron trasladados a hospitales mientras que al resto se les hacía triaje.

— Si eso se confirma estaríamos ante algo muy grave. Ya son enormemente graves los cuatro envíos de correos electrónicos durante cuatro días diferentes con una orden de la Comunidad de Madrid a los hospitales en la que se les instaba a no recibir a mayores de residencias.

¿El Ejecutivo no conocía esta situación? ¿No pudieron hacer algo más por prevenirlo?

— Lo que hizo el Gobierno fue reforzar esas competencias de las comunidades poniendo bajo sus órdenes los centros privados, ingresándoles 300 millones de euros, Sanidad emitió una orden para declarar al personal que trabaja en las residencias personal esencial, e incluso llegamos al punto de coordinar la intervención de la Unidad Militar de Emergencias en más de 5.000 centros residenciales. Creo humildemente que nosotros cumplimos con nuestro deber.

Aún así, la Comunidad de Madrid acusa directamente al Gobierno de esta situación.

— La gente tolera muy mal la mentira y cuando la mentira es especialmente escandalosa todavía más. El BOE es clarísimo y las órdenes escritas por la Comunidad de Madrid sitúan a los que mienten en una posición muy delicada.

¿Qué medidas se van a tomar para prevenir los casos importados cuando se reabran las fronteras?

— Seguridad sanitaria y económica no van en direcciones diferentes. La condición principal para la recuperación económica es proteger la salud de los ciudadanos y, a partir de ahí, en colaboración con los socios europeos hay que asumir la defensa de una de nuestras principales industrias, como es el turismo.

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