La desinformación como desafío

«La polarización tan extrema que tenemos en España y que se da también en otros tantos países nos hace más vulnerables» a las campañas de desinformación, sobre todo en redes sociales, que tan bien se le dan a Rusia. Así lo ve el experto Nicolás de Pedro, Senior Fellow en el Institute for Statecraft de Londres donde trabaja en temas relacionados con Rusia, desinformación y guerra híbrida, que advierte además de que «a medida que avance la crisis, habrá muchos contextos propicios para ser explotados» . En el caso de Canarias tiene clarísimo que el talón de Aquiles del que se podrán beneficiar este tipo de campañas que solo buscan desestabilizar será «todo lo que tenga que ver con inmigración». Recuerda que ya España se vio muy sometida a estos ataques durante el referéndum catalán de 2017, donde subraya que se constató la intervención rusa.

De Pedro, que participa este jueves en un debate web organizado por la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Gran Canaria (a partir de las 18.00 horas), sostiene que para encarar el «desafío» que representa lo que considera «una amenaza estratégica para las democracias liberales» se hace necesario «buscar un consenso mínimo entre todos los actores políticos», tanto en el gobierno como en la oposición, para que sepan interpretarlo como una «cuestión de Estado».

Sin embargo, este especialista no oculta su pesimismo. «Urge trabajar en algún tipo de consenso, pero hasta la propia cuestión de la desinformación se ha convertido también en un objeto de disputa partidista y eso no va a ayudar a que desde España se pueda abordar esto de la mejor manera posible. Soy bastante pesimista con la situación», apuntaba ayer en declaraciones a este periódico.

Cree que solo desde el consenso se podrán arbitrar medidas que ayuden a contrarrestar esas agresiones «sin tocar derechos fundamentales», que es el gran dilema que se plantean las democracias, que buscan cómo defenderse de este tipo de guerra híbrida sin socavar algunos de los que son sus pilares fundamentales como sistema, como los derechos a la libertad de expresión y a la difusión de información. En este contexto valora el intento del Gobierno de Pedro Sánchez de abordar el problema pero ve «francamente mejorable» cómo se ha intentado hacer. Y es que insiste en que la clave es «contar con el mayor número de actores políticos y también medios de comunicación para que asuman como propio el problema».

Sostiene que Rusia lleva ventaja en estas guerras por varias razones. Primero, porque allí todo está centralizado en el Kremlin, que convierte «cualquier instrumento de poder estatal en un arma: la información, la energía, las relaciones comerciales o la corrupción como elemento de presión». En Rusia no se dan los dilemas sobre derechos fundamentales que sí se respetan en las democracias liberales. Y segundo, «porque tiene un gran conocimiento acumulado y una gran experiencia». Asegura que «ha adaptado muchas técnicas de la época soviética y ha aprendido a usarlas y combinarlas con las tecnologías de la información actuales donde claramente los rusos han alcanzado altas capacidades, y eso tiene que ver, y el matiz es importante, con la capacidad de disrupción y de generar problemas, de erosionar, de desestabilizar, de aprovechar los contextos que ya hay». No los crea, los usa. En su momento ya se sirvió del contexto del procés catalán. Ahora podría sacar partido de las tensiones migratorias en Canarias.