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-Termina su mandato como Diputado del Común. ¿De verdad que no tiene ganas de seguir?
-Ninguna gana. Por razones físicas y también por razones racionales, porque me parece que ya he trabajado mucho. La mitad de mi vida ha sido digamos que para uno mismo, para formarse, para educarse, 40 años; y los otros 40 han sido de democracia y eso me ha supuesto estar siempre representando o administrando a los ciudadanos. Y ya. Con 40 ya cumplidos en esta segunda tarea, me gustaría estar más tranquilito.
-¿Y si se lo piden? ¿No se sacrificaría por la patria?
-No. No hay riesgo. Que nadie pierda el tiempo tratando de convencerme.
-A alguien que ha sido diputado, presidente autonómico, ministro y alcalde, ¿qué le ha aportado ser Diputado del Común?
-Pues una visión radiográfica total de la situación social y económica de los canarios y del funcionamiento de la instituciones. Es un observatorio único y donde vez que en unos casos son los funcionarios los que fallan y en otros son los políticos, y en definitiva que siempre es necesario tener siempre esta institución.
-¿No nos podríamos ahorrar instituciones como el Diputado del Común simplemente reforzando el Defensor del Pueblo con delegaciones en todas las autonomías?
-No, porque es necesario que la institución sea próxima al ciudadano. Y pensar que el ciudadano se va a dirigir a una persona única que estará en Madrid, es asumir que la reducción de las quejas va a ser fulminante.
-¿Se va con la espina clavada de que en el último minuto aparezca un ciudadano que cuestione su idoneidad por ser masón?
-Pues claro que me afecta y pienso que todavía es necesario que la cultura de la tolerancia avance, y no solo la tolerancia, sino el reconocimiento a la igualdad, que está en la Constitución. Cada uno puede tener la libertad de pensamiento o religión que quiera, y eso no puede ser limitado. Que haya un ciudadano que crea que soy directivo, porque eso es lo que la ley prohíbe -ser directivo de la masonería-, y no ser masón, porque estaría bueno que eso se prohibiera... pues no soy directivo de la masonería y así lo he manifestado. Mi mandato acaba el 11 de diciembre y en eso hace más extraña tal tipo de queja a tan poco tiempo del fin del mandato.
-¿Qué perfil debe tener su sustituto en el cargo?
-Es difícil. Normalmente se ha elegido a personas vinculadas con la administración de Justicia y yo creo que eso no es lo principal. Lo fundamental es que sea un ciudadano con suficiente autoritas y reconocimiento por los años que ha desempeñado una profesión o un cargo público, y que sea capaz de concitar la confianza del ciudadano que presenta la queja. Esa actitud de independencia y de compromiso con el ciudadano es importante. Aquí no se puede venir a ocupar un despacho, comparecer una vez al año en el Parlamento y ya está. Aquí hace falta sentir, compartir el sentimiento de los ciudadanos.
-¿De qué isla debe ser el sustituto?
-Yo no tengo discriminación alguna. Habiendo participado en la confección del Estatuto de Autonomía, nada más lejos de mí que cualquier intento de discriminación territorial.
-Precisamente por eso se lo digo. Siendo uno de los padres de la autonomía, ¿a día de hoy ve el concepto de Canarias más consolidado o cree que prevalece el concepto de isla?
-Hay riesgos en los últimos meses en la consolidación de Canarias como una unidad de pensamiento y de gestión por parte del político que asume su gobierno. Pienso que hay grietas y que esas grietas deben cerrarse cuanto antes. Defender una isla frente al resto significa introducir desigualdad y es volver a las andadas del pasado.
Hay que superar esos bandazos históricos, que no solo se concretaron al pleito entre las dos capitales centrales, sino que ha habido una desigualdad real de las islas capitalinas con las periféricas. Esa desigualdad entre los ciudadanos en función de en qué isla viven solo lo puede garantizar un Gobierno regional.
La pretensión de los históricos posfranquistas era que todo se resolvía con una mancomunidad de cabildos y recuerdo que eso lo discutíamos en mi casa cuando se planteaba ir a un modelo autonómico. Hay que recordar la historia y decir que la única manera de que los canarios se sientan iguales es que haya un potente Gobierno regional, que distribuya los recursos regionales, y que no se tienen que pactar con los cabildos y ayuntamientos.
El Gobierno está para fijar las prioridades, que son las de todos los canarios. Es lógico que cabildos y ayuntamientos pongan sus prioridades, pero quien equilibra y debe tener su visión objetiva es la institución autonómica.
-¿Esa reflexión vale también para la Ley del Suelo, cuando se plantea desarticular la Cotmac?
-No he seguido el debate porque no es mi tema. Solo me he leído el dictamen del Consejo Consultivo, que me parece excelente, y donde queda clara la necesidad de un control regional y no desmantelar los poderes de control en manos de los 88 ayuntamientos, porque no todos tienen equipos con capacidad para recoger en los planes generales lo que necesita el municipio, porque muchos tendrán que recurrir a consultores privados que nadie sabe quién los controla. Ese es el riesgo que tiene ese canto excesivo al municipalismo. He sido alcalde y sé que hay que corregir determinados límites o intervencionismos sin sentido.
Habló antes de autoritas. Cuando acabe su mandato, usted, que ha sido presidente, se convierte en el ciudadano Jerónimo Saavedra. ¿Para qué sirven los expresidentes en Canarias?
-En Canarias, nada. Somos la única comunidad, paradójicamente gobernada desde el 93 por un Gobierno que se llama nacionalista, y que no tiene resuelto el problema de los expresidentes.
-¿Qué estatus debe tener un expresidente?
-No es mi caso, pero sí conozco casos de expresidentes que tienen o han tenido gravísimos problemas económicos y me parece injusto que no haya el mínimo reconocimiento de lo que han aportado y, sobre todo, tener un órgano al que acuda el presidente y se asesore una vez al año. No para tratar el plan de una comarca, sino para abordar qué futuro ve o vemos nosotros para la Canarias del año 2020 o 2025.
La tecnología y la investigación avanzan a gran ritmo y aquí seguimos a nivel de tortuga. Esa experiencia que aportan los ex no se ha utilizado en Canarias y debería utilizarse. Sé que el presidente actual tiene previsto encontrar una solución a este problema y no creo que vaya a provocar ningún debate mediático de tipo populista, porque no es ningún chollo ser expresidente.
-Usted fue también parlamentario nacional. Desde esa perspectiva ¿cómo ve las Cortes actuales, con un bipartidismo aparentemente quebrado?
-A mí el pluripartidismo no me preocupa. Es el resultado de la decisión del pueblo en un país democrático y hay que aceptarlo como tal. No me produce inquietud. Otra cosa es cómo se está desarrollando la política a nivel nacional y cómo el afán de teatralizar que hay en determinados líderes es equivocado y peligroso.
Las palabras descalificadoras deben desaparecer del debate, tanto en el Congreso como en el Senado. Una situación pluripartidista lo que pone de relieve es la capacidad y la necesidad de negociar. Si hay un Gobierno en minoría, pues debe funcionar como el de Aznar en el 96, que fue, comparado con el de mayoría absoluta del 2000-2004, magnífico. ¿Por qué? Porque hubo compensaciones a los nacionalistas vascos, catalanes y de CC.
-Si tuviese sentado enfrente a Pablo Iglesias, ¿qué le diría?
-Pues que se sosiegue y que asuma la cuota de realismo que impone ser representante público. Una cosa es ser debatidor de patio, plaza o calle y otra cosa es ser representante de los ciudadanos. No estamos creando la democracia ahora, no estamos en el 77.
Tenemos una Constitución que, nos guste o no, fue votada en referéndum y debe ser asumida. La educación o la mala educación, la imagen o la mala imagen... a eso no le doy importancia aunque pueda molestarme. Sí me gustaría que los usos y costumbres de los parlamentarios nacionales respondieran al rol o a la imagen tradicional de cualquier parlamento europeo, pero si la gente joven considera que la corbata no es importante, pues allá ellos.
-Pero más allá de la corbata, esta semana ¿qué es lo que lo que estuvo mal: que el Congreso guardara un minuto de silencio por Rita Barberá o que Podemos se ausentara?
-Que Podemos se ausentara. Está el tema humano, está el tema educativo, está el tema de imagen, y creo que al ciudadano le repugna eso de estar detrás de cada acto buscando un sentido político. La vida es muy normal y lo político es una parcela de la vida. Todo no debe ser medido en función de un interés político.
Y si en lugar de Pablo Iglesias fuese Pedro Sánchez la persona que tuviese sentada en frente, ¿qué le diría?
-Él fue un acierto pero luego se equivocó. Ha generado una crisis en el partido que esperamos que se vaya resolviendo. No a base de declaraciones porque a todos les pido que hablen menos, que dejen de estar obsesionados por ser noticia, porque así no se resuelve el problema, sino que se agrava. Recomiendo sosiego, tranquilidad y pocas declaraciones. Hablen de cómo resolver los problemas de España y dejen al partido.
-Usted estuvo sentado en el Consejo de Ministros. ¿Es verdad eso que contó Pedro Sánchez de que, a la hora de la verdad, este país lo controlan unos pocos empresarios con capacidad de imponer decisiones políticas?
-Una mentira absoluta. Nunca. A mí me han venido a ver empresarios importantes, por ejemplo de los canales de televisión, que no era de mi área, y me planteaban cuestiones que iban en contra de la ley; pues no se cambió la ley y punto. Que la gente llame e invite a comer está bien pero esto de si cede o no se cede depende de cada político, porque hay políticos honestos en la derecha y en la izquierda. Yo nunca he sufrido presión por parte de nadie, y cuidado que he estado en las tres administraciones.
-De esas tres administraciones, ¿cuál le ha producido más satisfacciones como gobernante? ¿Le gustaría ser recordado como el ministro que fue, el presidente que fue o el alcalde que fue?
-Por años de dedicación, el periodo ministerial fue más corto. Siempre he dicho que la firma de un decreto ministerial no produce ningún orgasmo en el que pone la firma, porque no sabe los efectos que va a tener. Eso no existe o yo por lo menos nunca lo he tenido. Lo que más impacta siempre es el poder local, porque el ciudadano ve que el poder es el alcalde. Eso no se percibe ni como presidente del Gobierno de Canarias ni como ministro.
-O sea, que la erótica del poder solo vive en el Ayuntamiento.
-Porque uno ve que toma una decisión y resuelve un problema concreto de un barrio o de un ciudadano concreto.
-Mencionó antes alguna reunión política en su casa. Si las paredes de su vivienda escribiesen, ¿tienen para un libro de memorias políticas?
-No muchas.
¿Pero su casa ha sido un centro de decisión política?
-No, no. Mi madre vivía aquí hasta el año 85. Antes mencioné una reunión, que recuerdo que fue con José Carlos Mauricio y Antonio Martinón, cuando estábamos en la fase preautonómica, discutiendo si Gobierno y Parlamento regional o Mancomunidad de Cabildos. Pero creo que fue de las poquísimas reuniones políticas en mi casa. Las demás se han hecho en despachos o en cenas y comidas.
-Usando la terminología masónica: ¿hay una logia política de Saavedra y compañía?
-Para nada. Nunca he actuado como lobby. Y una logia no es un lobby. Eso es parte de la mala imagen heredada del franquismo. Somos una asociación privada para mejorar a la sociedad en lo posible.
-Cuando termine el mandato como Diputado del Común, ¿recuperará su militancia socialista?
-Por supuesto. Y hablaré.
-¿Se ha mordido la lengua mucho en estos tiempos con la militancia suspendida?
-Muchísimo. Enormemente. No tengo llagas [sonrisas]. Yo me pregunto cómo es posible que se me utilice para ir contra la historia del partido desde el 72 para acá. Porque a la gente no le va a molestar saber cómo nos organizamos aquí en el antifranquismo. Eran muchas horas de dedicación. Comparado con esa dedicación que tienen algunos colegas hoy, que cuando llega el viernes no quieren ni oír hablar del partido o del sindicato...
-Sin poner nombres y apellidos, ¿qué perfil debe tener quien ocupe la secretaría regional del partido?
-Sensatez, mano izquierda, igualdad de sentimiento con los compañeros de las siete islas, para lo cual es fundamental recuperar lo que vivimos en los primeros años de funcionamiento del partido, que era que los comités regionales se celebrasen toda una tarde y una noche y al día siguiente continuase. Hoy todos están pendientes de coger el avión y el comité queda reducido a muy poco debate. Se ha sustituido al político vocacional por el político profesional, sin experiencia en el sector privado o público. Eso nos ha llevado al descrédito que los políticos tienen y eso hay que corregirlo entre todos.
-¿Y qué perfil debe tener el próximo líder federal?
-Lo mismo.
-¿Tiene que saber «coser», como se dice ahora en el partido?
-Yo soy partidario de generacones entre los 50 y los 70 años, para superar la crisis, para entender las tensiones que hay. Si no se tiene experiencia anterior, difícilmente va a ser posible eso de zurcir y restañar las heridas que hay en el partido. La solución no depende solo del que sea secretario general sino de la militancia y de los cargos intermedios, que deben ser conscientes de que la mejor medida para sanar al partido es que hablen poco y que vuelva la vida a las agrupaciones locales.
-Al Jerónimo Saavedra europeísta, ¿le preocupa la deriva en que está la Unión Europea?
-Sin ninguna duda. Mucho. Porque estamos en una etapa en la que a los conceptos económicos de la globalización o la mundialización no hemos respondido con la supracionalidad o los superbloques que puedan hacerse frente o respetarse mutuamente. Aquellos bloques del pasado han desaparecido pero no puede haber una Unión Europea con veintantos poderes o poderitos, como hemos visto con Valonia determinando un acuerdo que puede afectar a 500 millones de personas.
Hay que reducir y simplificar esa extraño doble gobierno de Consejo Europeo y Comisión Europea, más el Parlamento Europeo. Estamos dando una imagen de poca eficacia y la supranacionalidad significa ser menos nacionalista. Ser nacionalista o soberanista hoy día es ir contra corriente en el mundo. Creer que van a salir mejor parados los ciudadanos por sacar un banderín y decir aquí estoy yo frente a 500 millones es una ingenuidad.
-Pero en el caso concreto de España, ¿por qué hay tanto miedo a cambiar la Constitución? ¿No puede ser esa una salida a esa olla a presión que es ahora Cataluña?
La reforma de la Constitución claro que habrá que abordarla, si es que hay que abordarla, para resolver el problema catalán, pero es no quita la necesidad de ver y funcionar como si los problemas de España fuesen el ombligo del mundo, sino que hay que ver los problemas que tiene la Unión Europea. Por ejemplo: ¿qué pasa con el Tratado de Libre Comercio? ¿Es bueno o no es bueno? Esas son las cosas que hay que valorar.
-Volviendo a Canarias y usando, como melómano que es usted, la terminología musical: ¿es ahora Canarias una orquesta mal afinada o falta un director?
-Hombre, a mí no me gusta... Hay directores que son buenos...
-¿Hay demasiados directores?
-Yo no soy facilitón ni populista. Tenemos virtudes y también defectos por el hecho insular, que a lo mejor desata demasiado la envidia, que en otros territorios no se produce tanto. Pero somos así... Tenemos posibilidades no solo emigrando, sino quedándonos aquí.
-Acabamos: ¿ha empezado a escribir sus memorias?
-No.
-¿Por qué hay cosas que no quiere contar?
-Las voy contando y algunos van tomando notas pero prefiero ese tono: contar anécdotas, recordar la infancia, Las Palmas de los años 40, el cine, el teatro, luego salto a la experiencia en Italia... En fin, ponerme a escribir o a contar un tercero que lo pase luego no lo tengo previsto.
-¿Cómo le gustaría que hablen de usted cuando no esté?
-Un educador comprometido con los demás, con el servicio público.
-¿Un educador?
-Sí. Un enseñante. Con el compromiso de servicio a los demás. Porque se puede ser un magnífico enseñante y no tener ese compromiso.
-¿Pero más como educador que como político?
-Sí. Por encima de todo mi vocación ha sido la docencia. Sin ninguna duda. La cabeza se mantiene al día gracias al ser profesor, porque cada año pasan alumnos nuevos.
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