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Erri de Luca aconseja que se hable de «flujos» migratorios

Erri de Luca aconseja que se hable de «flujos» migratorios

El autor napolitano ha presentado en Barcelona ‘La natura expuesta’.

EFE / Barcelona

Jueves, 1 de enero 1970

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El escritor italiano Erri de Luca, que acaba de publicar en España su última novela, La natura expuesta, donde un escultor ayuda a inmigrantes a pasar la frontera, opina que no se debería hablar «ni de clandestinos ni de oleadas migratorias» y piensa que lo correcto sería tratar el fenómeno como «flujo».

De Luca señaló en Barcelona que los gobiernos han intentado «obstaculizar los flujos migratorios y los han maltratado desde el léxico: durante un tiempo se les llamaba clandestinos, una palabra que no aparece en la Biblia y también se han referido a ellos como oleadas migratorias».

Precisa el escritor que, cuando se presentan estos flujos migratorios como oleadas, «se está provocando una reacción de rechazo desde la tierra». A su juicio, «la palabra correcta sería flujo, que no lleva implícito la reacción instintiva de ahogar», porque recuerda que «los intentos de los gobiernos de obstaculizar estos flujos han dado como resultado que el 12 % de los que intentan llegar se ahogan, un dato que no los detiene, ni siquiera si se les aplicara la pena de muerte, porque ya se enfrentan a esa muerte».

El autor napolitano argumenta que, «cuando una madre sube a una patera con sus niños sin garantía de llegar a un lugar, sin combustible, sin ropa, sin agua, está claro que nada puede parar el flujo migratorio».

Italia, advierte Erri de Luca, abrió el camino hace 21 años para intentar parar estos flujos y lo hizo «hundiendo un barco albano con inmigrantes, algo que no ha servido de nada, sino que ha empeorado nuestra vida civil».

Entre lo pagano y lo religioso

La historia

La natura expuesta (Seix Barral) se sitúa en un pequeño pueblo al pie de una montaña, donde un hombre, gran conocedor de las rutas que permiten cruzar la frontera, añade la actividad de pasador de inmigrantes a su oficio de escultor, pero no les cobra, y uno de esos viajeros, escritor, escribe sobre él, lo que llama la atención de los medios y le obliga a mudarse junto al mar. En el mar, un cura le propone la tarea de restaurar una cruz de mármol, un Cristo cubierto con un paño al que deberá dotar de sexo.

Reflexión

De Luca aprovecha la historia para reflexionar sobre lo sagrado y lo profano y sobre el lugar de la religión en nuestras sociedades. Señala De Luca que en su Nápoles natal la natura también significa el sexo masculino o femenino. Por la historia deambulan cristianos, judíos y musulmanes, algo natural para De Luca porque «todos descienden de un único patriarca, Abraham; todas las historias surgen de una base común».

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