Suspenso para ‘Las chicas del cable’
Vale, una ficción no es historia. No se puede estudiar una época viendo películas o leyendo novelas, pero si uno sitúa una determinada acción en una época concreta ¿esperaría el espectador o lector cierto rigor con el momento histórico?
El auge de las series de televisión es evidente. El negocio cinematográfico y el literario se dan de la mano en la pequeña pantalla gracias a las nuevas tecnologías y las plataformas on line de televisión y la competencia es enorme. Por eso esos gigantes globales están apostando por crear nuevos productos apegados a lo local, pero con vocación internacional.
Las chicas del cable es la apuesta de la norteamericana Netflix. La primera serie tras el ensayo del primer filme, 7 años, que aunque podía esperarse más, no estaba mal.
Las chicas del cable, en cambio, no da la talla. La historia se ha simplificado tanto que está más cerca del folletín de mediodía o la telenovela mexicana de los años 80 que de una serie de 2017.
Ambientada en los años 20 del pasado siglo, narra las vicisitudes de un grupo de mujeres (los papeles protagonistas los interpretan Blanca Suárez, Ana Fernández, Maggie Civantos y Nadia de Santiago) que quiere ser independiente. Pero es tan poco creíble el ambiente que recrea, quizás por buscar más el efecto visual que el realismo de la historia, que hasta cuando salen de copas parece que entran en una discoteca del Nueva York de nuestros días y que canta Beyoncé.
Pero para gustos, colores, y Netflix ya ha adelantado que habrá una segunda temporada (que llegará en diciembre) y una tercera.
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