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La familia Greco.
Qué ver en Netflix | 'El secreto de la familia Greco', una de secuestros ramplona y sin chicha

'El secreto de la familia Greco', una de secuestros ramplona y sin chicha

Basada en la historia del clan Puccio en Argentina, esta ficción mexicana, llena de clichés, solo destaca por su excelente ambientación

Iker Cortés

Madrid

Lunes, 14 de noviembre 2022, 07:43

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1985. Tribunal de Justicia del Estado de Jalisco. Andrés Greco (Manuel Masalva) se encuentra esposado. Una vez más, se enfrenta a un interrogatorio, pero evita decir ni pío. Conducido hacia el calabozo por dos policías, el joven logra zafarse y se lanza al vacío ante la mirada de horror de sus hermanas. De su testa, brota la sangre, aunque no parece haber muerto.

De esta forma tan contundente comienza 'El secreto de la familia Greco', una ficción mexicana que acaba aterrizar en Netflix y se basa en otra serie argentina, 'Historia de un clan', que a su vez se inspiraba en la historia real del clan Puccio, una familia que se escondía detrás de una sociedad anónima y poseía una gran casa a las afueras de la gran ciudad donde pertrechaba todo tipo de actos delictivos, en su mayoría secuestros y extorsiones a otras personas adineradas, mientras de puertas para fuera seguía mostrando una imagen idílica.

De ello va 'El secreto de la familia Greco', si bien la ficción, ramplona y sin chicha, parece centrarse más en el hecho delictivo y menos en las trabas que el clan debe superar para proyectar esa buena imagen. La acción retrocede hasta 1982. Andrés es un prometedor jugador de polo, que ya ha salido en alguna que otra revista del corazón por ser el novio de Manuela, una joven de alta alcurnia. Pero no solo Manuela parece estar interesada en él. Gael, otro chico de buena familia, se ha acercado al club y está dispuesto a ayudar a su 'amigo' con la idea de abrir una tienda de deportes especializada en deportes de nicho. Lo hablarán de camino a casa, pues el joven adinerado va a llevar a la pareja en su coche.

Cuando Andrés y Manuela están hablando con su madre y sus dos hermanas, la pequeña Abril y la más mayor Sabrina, el joven descubre que Darío, su otro hermano, ha regresado de Baja California. Al parecer, su padre, Aquiles (Fernando Colunga) le envió una carta diciéndole que estaba gravemente enfermo y que necesitaba su ayuda. Hay gato encerrado, porque Aquiles se encuentra en perfecto estado. La trampa es que el padre de familia lleva días pensando en cómo hacer más dinero y, tal y como están las cosas, la delincuencia parece la única opción: va a secuestrar a Gael con ayuda de sus hijos, y un par de esbirros, para cobrar el rescate.

Llena de clichés, la ficción creada por Sebastián Ortega pone en boca de Aquiles argumentos infantiles para tratar de justificar los actos de un tipo que cambió la policía -estuvo sirviendo de agente hasta que un accidente le dejó cojo- por la delincuencia. «Hay dos tipos de personas, los que tienen miedo y se quedan en la puerta o los que tienen miedo y entran», «los que tienen dinero, tienen mucho» o «dinero que hicieron chingándose a los trabajadores» son solo algunas de las 'atormentadas' frases de un personaje plano, sin matices, siempre malhumorado, que no despierta ningún tipo de empatía en el espectador.

Y mira que los guionistas se esfuerzan en dejar claro que los Greco no pasan por su mejor momento, aunque tampoco es que estén en la más honda de las penurias, con un plato que llevarse todos los días a la boca, pese a los cuatro hijos a los que dan techo y cobijo. Sí, hay alguna cucaracha en la vivienda, y desde luego, no están al mismo nivel de las personas con las que se codean, pero está claro que a Aquiles le ciega la ambición y arrastra con ella a la mitad de la familia, mientras su esposa y sus otras dos hijas viven en la inopia -especialmente irritante resulta Abril (Roberta Damián), que parece haberse fijado en la Lolita de Kubrick para encarnar este personaje aniñado-.

Destacan, en cambio, la excelente ambientación ochentera que envuelve todo el metraje y la contundencia de las pocas secuencias movidas que hay -los dos secuestros, por ejemplo-. Sin embargo, la propuesta se estira como el chicle merced a los diez episodios que tiene una serie que por el camino apunta cierto surrealismo -el papel de las dos hijas es rarísimo- y habla de temas como el machismo, la familia, la amistad, el deseo, la fidelidad, el legado, la rivalidad entre hermanos, la lucha de clases -de forma tan evidente que produce cierto rubor- o la virilidad -ojo al comentario tipo Torrente que hace Aquiles, sin atisbo de humor-.

Vídeo.

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