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Ash, junto a su hija Brandy y su secuaz Pablo.
Punto y final para 'Ash vs. Evil Dead' con su tercera temporada

Punto y final para 'Ash vs. Evil Dead'

Crítica ·

La serie protagonizada por Bruce Campbell echa el cierre con una tercera temporada llena de excesos y un final abierto que, en principio, no tendrá continuidad

Iker Cortés

Madrid

Martes, 23 de octubre 2018

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Sam Raimi confesó en su día que dirigía películas solo para castigar a Bruce Campbell. Si es realmente así, el autor de la primera trilogía de 'Spider-Man' se habrá quedado a gusto. La tercera temporada de 'Ash vs. Evil Dead' es un torrente de ingenio, humor, palabras gruesas y splastick lleno de vísceras y sangre que mezcla efectos digitales y artesanales con resultados más que interesantes.

Esta última temporada arranca con la apertura por parte de Ash (Bruce Campbell) de una tienda de bricolaje, tal y como su padre hiciera años atrás -brillantes los anuncios en los que recorta los precios con su brillante sierra mecánica-. Su fiel escudero Pablo (Ray Santiago) ha puesto en marcha un negocio de comida rápida junto a la tienda y Kelly (Dana DeLorenzo) pone copas en una tasca de Elk Grove, el pueblo en el que se desarrolla toda la acción. Una vez más es el hallazgo del Necronomicon, el libro de los muertos, en un concurso de búsqueda de tesoros en la localidad, el que despierta a las fuerzas del mal y atrae a Ruby (Lucy Lawless), el demonio que ha atormentado a Ash durante las dos temporadas anteriores.

Bien entrado en la cincuentena, Ash continúa siendo ese antihéroe descreído. Pero su vida da un pequeño vuelco cuando se entera de que tiene una hija llamada Brandy (Arielle Carver-O'Neill), que cada vez se irá reconociendo más en el padre. Es, con toda probabilidad, el gran hallazgo de una temporada que, por lo demás, continúa con la senda emprendida por las dos anteriores y que se miran fundamentalmente en la segunda película de la trilogía original, la que utilizaba el gore y de los golpes al más puro estilo 'Los tres chiflados' para provocar el humor.

Y es que Sam Raimi no desarrolló una trilogía al uso, sino que en cada cinta se permitió experimentar con un género distinto, aunque hubiese un hilo conductor. Así, 'Posesión infernal' ('Evil Dead', 1981) era una cinta de genuino terror que contaba los sucesos acaecidos cuando cinco amigos deciden ir a pasar un fin de semana a una cabaña en mitad de un bosque. Raimi, amante de los dibujos animados de la Warner Bros., se aventuró a mover la cámara como si de un personaje más se tratara y a abusar de sus personajes, en concreto del Ash más pardillo de la historia, como si fueran un muñeco de trapo, pero lo que provocaba era auténtico pavor. 'Terroríficamente muertos' ('Evil Dead II', 1987), en cambio, era una suerte de remake en clave de humor que añadía nuevos personajes y proponía un final distinto, con Ash viajando en el tiempo hasta la Edad Media. Aquí, cada golpe, cada desmembramiento -y no había tantos como uno cree recordar- buscaba el humor y la carcajada. Finalmente, 'El ejército de las tinieblas' ('Army of Darkness', 1992) reescribía a su manera el argumento original de dos entregas anteriores -esta vez sólo Ash y Linda iban a la cabaña-, pero la película se inicaba en la Edad Media. Era, fundamentalmente, una película de aventuras en la que Ash debía recuperar el Necronomicon. Algo sale mal y, claro, un ejército de muertos vivientes y esqueletos acaba atacando al pueblo del medievo. Ash, que lleva ya once años pateando demonios, como dice, se ha convertido en un ser algo engreído y chulesco.

Es esta última personalidad la que la serie ha llevado al extremo. El resultado es hilarante porque Ash ya no es el treintañero atractivo que descuartizaba demonios a cañonazos, ahora abusa de la bebida y la maría, usa faja, viagra y se ha convertido en un viejo verde, una triste caricatura de lo que era. A todo ello hay que sumar cierta frustración, porque aunque el pueblo sabe que ha acabado con el mal decenas de veces, jamás lo han tratado como a un héroe y, de hecho, no dudan en humillarlo a menudo.

En este sentido, la serie se nutre en parte de la nostalgia por la saga fílmica y no pierde oportunidad en repetir esquemas y escenas que recuerdan a la trilogía original. Eso sí, la hemoglobina y la casquería se multiplican por mil buscando la sorpresa y la risa. ¿Recuerdan cuando Ash tuvo que desmembrar a su novia Linda para que no volviera de entre los muertos? ¿O aquel enfrentamiento con la tía Henrietta? ¿Y cuando de su cuerpo surgió un doble malvado? Todas esas secuencias tienen su reflejo o su vuelta de tuerca en una tercera temporada de 'Ash vs. Evil Dead' que, si bien no es brillante, sí tiene momentos desternillantes como la pelea en el banco de semen al ritmo de 'Take On Me' o el sangriento baile del instituto al más puro estilo 'Carrie'.

Vídeo. El tráiler de la tercera temporada de 'Ash vs. Evil Dead'.

Pese a que el último episodio acaba con un final abierto, Starz, responsable de las tres temporadas, canceló la serie hace unos meses. Es una pena porque los últimos minutos de 'Ash vs. Evil Dead' dejan entrever un cambio de ambientación radical. Tras el anuncio, los fans pidieron que Netflix, plataforma donde ya esta disponible la serie, se hiciera cargo de la serie. Sin embargo, quien sabe si cansado del personaje o harto por la poca repercusión de la serie, Bruce Campbell dio las gracias a los fans por los esfuerzos, pero afirmó que dejaba de interpretar a Ash para siempre. Sus palabras sentaron como un jarro de agua fría a los seguidores. No en vano, en las entrevistas promocionales Campell había señalado que en su cabeza la serie iba a durar cinco temporadas.

Esto no significa que la marca 'Evil Dead' esté muerta. En 2013, Fede Álvarez dirigía un 'reboot' libre de la cinta original que entusiasmó a los amantes del género. ¿Habrá segunda entrega?

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