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Un fotograma de la serie.
Qué serie ver en Disney | Crítica de 'L'Opéra': la serie sobre ballet que no te deberías perder aunque no sepas hacer un 'plié'

Crítica de 'L'Opéra': la serie sobre ballet que no te deberías perder aunque no sepas hacer un 'plié'

La serie de Disney Plus es una magnífica forma de acercarse a este microcosmos de tutús y zapatillas

Martes, 31 de enero 2023, 13:55

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Sobre el asfalto, los bailarines no andan, sino que flotan, como si no cayeran toneladas de atmósferas sobre sus hombros. Sobre el escenario giran, saltan y aterrizan en las tablas sin esfuerzo aparente, ajenos a la gravedad. Será por eso, y por la entrega desmedida a una profesión en la que el cuerpo es la cara cuando obedece fielmente, pero también la cruz cuando deja de hacerlo, por lo que el universo del ballet siempre ha despertado admiración y curiosidad tanto en aficionados como en legos en la materia. Y 'L'Opéra', la serie de Disney Plus, es una magnífica forma de acercarse a este microcosmos de tutús y zapatillas.

Lo curioso es que 'L'Opéra' ha pasado bastante desapercibida en España (esta que escribe se enteró porque Lorenzo Mejino habló de ella en Twitter), siendo una producción notabilísima que se mete en la trastienda de uno de los mejores ballets del mundo, el de la Ópera de París, para descubrirnos un ecosistema duro y jerarquizado: los bailarines se dividen en 'étoiles', 'premiers', 'danseurs', 'sujets', 'coryphées' y 'quadrilles', y subir en el escalafón es extraordinariamente difícil, ya que solo se puede hacer a través de exigentes concursos anuales de oposición. También es enormemente clasista: es muy difícil ser parte del Ballet de la Ópera si antes no has ido a su escuela. Y esos dos aspectos, la jerarquía y el clasismo, se muestran a través de uno de los personajes protagonistas, Flora (Suzy Wemba), que procede de una escuela diferente y que, además, es negra, por lo que es víctima de un racismo que va desde lo sutil hasta lo sangrante.

Pero si llegar a ser 'étoile' de la Ópera no es fácil, tampoco lo es mantenerse: tras sufrir una lesión en la rodilla, Zoé Monin, la bailarina estrella, cae en una espiral de drogas, alcohol y autodestrucción, mientras que Sebastién Cheneau, director artístico de la ópera, quiere modernizar la institución y librarse de una Zoé que siente como un lastre. A cargo de esos personajes, la magnética Ariane Labed ('Attemberg', 'Alps', 'Langosta'), que realiza un trabajo de una enorme exigencia física, y Raphaël Personnaz, brillante en su papel de director joven y ambicioso.

Vídeo. El tráiler de la serie.

Si la primera temporada se centra en la lucha de Zoé por recuperar su estatus dentro del ballet, la segunda gira en torno al prestigioso Concurso Internacional de Varna, el más antiguo del mundo, al que se presentan varios bailarines. Además, se incorpora el personaje de Diane Taillandier (Anne Alvaro), una antigua estrella del ballet convertida en una profesora cuyos métodos de enseñanza traspasan la delgada línea que hay entre la exigencia y el acoso. Así, y de la mano de estos cuatro personajes principales, Flora, Zoé, Sebastién y Diane, comprobamos que los celos, los intereses y los egos campan a sus anchas por el Palais Garnier, la sede del ballet. Pero Cecil Ducroq, creadora de la serie, no dibuja a unos personajes planos, sino que los llena de aristas, de dudas, de contradicciones, de angustia, de fragilidad. Y esa escritura, que se agradece enormemente por estar alejada de estereotipos ramplones, hemos tenido oportunidad de disfrutarla en dos series anteriores, de muy diferente temática, en las que Ducroq participaba como guionista: la fabulosa 'Oficina de Infiltrados', centrada en la Dirección General de Seguridad Exterior francesa (DGSE), y 'Call my agent', una delicia sobre representantes de actores que cuenta con el mayor número de cameos de estrellas del cine francés que hayamos visto jamás.

Junto a los personajes principales, hay otros dos grandes protagonistas: la danza (los fragmentos de baile, rodados con belleza y plasticidad, se disfrutan muchísimo a pesar de que no distingas el 'demi-plié' del 'grand-plié') y el Palais Garnier. Y, aunque la mayoría de la serie no se rodó allí, sino en la Ópera de Lieja, la cámara entra en el templo de la danza con la misma reverencia con la que los bailarines lo pisan por primera vez para, a continuación, meterse con curiosidad y descaro entre bambalinas y camerinos, por debajo del tutú y los maillots. Por cierto, desde octubre del pasado año, el ballet de la Ópera de París está dirigido por el cartagenero José Carlos Martínez, el único español que también ha sido bailarín estrella de la institución. Chapeau!

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