A 'El internado: Las Cumbres' le falta valor para recorrer su propio camino

'El internado' ha vuelto en forma de nueva serie, con nuevo misterio y con una estética que da un salto de calidad considerable respecto a su hermana mayor. La serie se renueva, pero poquito, para conquistar a una nueva generación de adolescentes con unos elementos que siguen funcionando igual que hace una década.

'El internado: Las Cumbres' nos cuenta una historia de misterio que une religión, historia, tradición, sociedades secretas y lo sobrenatural. Una premisa que ya vimos, calcada, en la anterior 'El internado', que se emitió en Antena 3. La nueva apuesta, que llega de manos de Asier Anduenza y Laura Belloso, no se atreve a dar el salto necesario para distanciarse de la serie hermana. Es como si hubieran querido hacer una continuación, pero sin que fuera exactamente una continuación. Un efecto raro de déjà vu para los que vivimos intensamente la serie original en nuestra adolescencia. Para nosotros, hay incluso un pequeño guiño en el primer capítulo.

Cambiamos la escuela elitista por un centro, elitista también -menudas instalaciones tienen-, para alumnos problemáticos, en teoría, porque en la práctica se comportan bastante bien. El internado Las Cumbres está situado en lo alto de una montaña, rodeada por bosques y paisajes nevados. El centro cuenta con un monasterio, una gran iglesia y dos bellísimos claustros entre majestuosos edificios de piedra. Podría ser nuestra versión de Hogwarts, la escuela de Harry Potter. Todo esto es mérito del equipo de localizaciones y diseño que ha hecho una encomiable labor de seleccionar escenarios reales de Navarra -el monasterio-, Vizcaya -la biblioteca- y, especialmente, de Guipuzcoa, todas las demás localizaciones. Es aquí donde realmente 'El internado: Las Cumbres' da un salto de calidad enorme respecto a su hermana mayor, que fue rodada principalmente en platós. En esta lo real se respira por los cuatro costados, no se abusa del cartón piedra, y lo poco que está construido está muy logrado.

El misterio, igual que en 'El internado: Laguna Negra', se nos va presentando muy poquito a poco y con piezas que parece que no van a encajar pero a algún punto nos llevarán. Sí, requiere hacer acto de fe en ocasiones. Y digo que a algún punto nos llevarán porque no se termina en su primera temporada, hay una nueva entrega anunciada. Por ello, el espectador que busque una serie con principio y final se quedará con la miel en los labios. Sobre el misterio en sí, hay poco de novedad aparte del aspecto estético, religioso y de la adición de elementos folklóricos y de leyendas medievales.

La serie se dedica a copiar paso a paso las bases sobre las que pivotaron los misterios y las tramas de 'El internado: Laguna Negra'. No quiero hacer spoiler, pero si has visto la serie original, vivirás un continuo: esto me suena, esto ya lo he visto y esto sé cómo terminará. Es una sensación que no molesta en exceso, pero sí que le resta originalidad, frescura y efecto sorpresa. La serie pretende distanciarse, pero al final termina recorriendo el mismo camino que su hermana. Cambia el envoltorio, pero el contenido del caramelo es muy parecido. Un resultado agridulce que lastra lo que sobre los avances parecía una serie muy prometedora. No es mala, es bastante disfrutable, pero no es original.

Los personajes jóvenes están escritos para emular a los Yon González, Martiño Rivas, Ana de Armas, Elena Furiase o Blanca Suárez en 'El internado'. Siguen patrones muy similares, pero no se les saca el rendimiento que merecen hasta que la serie está bastante avanzada. Hay que aplaudir, eso sí, el buen trabajo de Asia Ortega, Albert Salazar y Claudia Riera, tres nombres con cierta experiencia que aprovechan al máximo esta oportunidad. El reparto adulto está lleno de caras conocidas, pero todos son personajes muy planos y que no terminan en ningún momento de despuntar por un guion poco atrevido. Mientras los jóvenes consiguen empezar a brillar en la segunda mitad de la temporada, los adultos se comportan como elementos de la decoración de la serie.

'El internado: Las Cumbres' no termina de explotar elementos muy interesantes que tiene a mano, aunque aquí habrá que tener en cuenta que hay cartas que se han guardado. Un elemento al que no terminan de sacar todo el rendimiento es a la dinámica casi marcial que, nos cuentan, impera en el centro. Lo vemos en las clases de gimnasia y en los castigos, pero casi nunca más. Hay aquí un elemento que puede aportar frescura y novedad a una serie a la que le falta valor para recorrer su propio camino. Y, por favor, si el centro es para alumnos problemáticos, que sean problemáticos de verdad.

A 'El internado: Las Cumbres' le queda mucho para ser perfecta. Tiene lagunas, propias del género, que habrá que ir rellenando con futuras entregas, personajes que tendrán que ser mejor escritos y escenarios que habrá que aprovechar mejor. Pero tiene una premisa interesante que, aunque tarda mucho en consolidar, puede brillar. La primera temporada no es más que la introducción, un pequeño aperitivo de lo que está por llegar. Promete mucho, nos toca esperar para ver si cumple de verdad. Eso sí, supera, y con creces, la factura visual y estética de la original. Localizaciones de primer nivel, una banda sonora sugerente y unos títulos de crédito iniciales que están entre lo más brillante que se ha podido ver últimamente en la ficción española.

La primera temporada de 'El internado: Las Cumbres' está disponible en Amazon Prime Video.

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