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Gabriel Basso en 'El agente nocturno'. RC
Crítica de 'El agente nocturno', otra de espías que triunfa en Netflix

Crítica de 'El agente nocturno', otra de espías que triunfa en Netflix

Efectivo culebrón de espionaje que no necesita grandes escenas de acción para contentar al espectador medio, una especie en peligro de expansión.

Jueves, 30 de marzo 2023, 07:29

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Si algo sabe hacer Netflix, a diferencia de la competencia, es tomarle el pulso a su audiencia potencial, además de apostar por llamativas campañas de marketing, y enganchar al público por obra y gracia del binge-watching, léase pegarse un atracón viendo una serie del tirón, sin apenas pausa -o ninguna- entre capítulos. Mientras HBO Max y la mayoría de las plataformas se decantan cada vez más por el estreno periódico de los episodios que correspondan, a uno por semana -como es el caso reciente del fenómeno 'The Last of Us'-, la oferta en streaming más popular mantiene el tipo, acorde a la calidad del grueso de su catálogo -ideal para ser devorado sin quebraderos de cabeza-.

Cuando parece que están cambiando las tornas, 'Miércoles' rompe la pana y lanzamientos recientes, como el que nos ocupa, 'El agente nocturno', no se entienden como número 1 si no es por el número de horas de visionado del tirón. El serieadicto que da al play con todas las consecuencias se rinde al placer culpable de producciones que no necesitan una excesiva concentración y siguen a pies juntillas una clara fórmula de éxito basada en la simpleza y la falta de originalidad, virtudes incontestables en el actual auge de la ficción audiovisual. Los propios personajes, mediante diálogos explicativos cada cierto tiempo, nos recuerdan qué estamos viendo, de dónde vienen y hacia dónde van, por si se nos han olvidado los detalles más nimios. Es más fácil de digerir un plato de estas características, que no requiere una entrega total, que un argumento denso con un envoltorio rupturista. A veces, basta con escuchar la serie, como si fuera un podcast, de ahí que el doblaje siga triunfando en las estadísticas.

HBO Max también tiene algún título equivalente, como 'La brea', no vamos a tirar únicamente de la oreja a Netflix, pero resulta cada vez más chocante que renueven series que resultan anodinas, llegando a un número notable de temporadas, mientras llamativas producciones de calidad no consiguen continuar o tienen que cambiar de plataforma y apretarse el cinturón. El binge-watching es un gran escollo en el terreno de la creatividad, pero es lo que hay y Netflix sabe aprovechar al máximo esta situación. Los números de 'El agente nocturno' confirman una vez más esta tendencia, recuperando el aroma del folletín de antaño: sigue arrasando lo de siempre, a veces con distinto disfraz o sin la necesidad de disimular. Hay quien ha comparado esta serie con '24', pero no le llega a la suela del zapato al ya clásico televisivo, lo que no quita que el show funcione a las mil maravillas según lo antepuesto en el párrafo de apertura de esta carta de rendición ante la mayor destilería del entretenimiento actual.

Shawn Ryan, mente pensante tras la reivindicable 'The Shield: al margen de la ley', aquí totalmente edulcorado, está detrás de este thriller de espionaje escrito con plantilla que sabe tocar las teclas adecuadas para encandilar al televidente, nombre común que hay que recuperar aunque lo dispositivos y formatos sean diferentes, aparentemente. Aquí el crítico recalcitrante, el que esto escribe, se esfuerza por justificar el vicio con teorías sobadas porque se ha comido con patatas las diez entregas de la primera temporada de 'El agente nocturno', sin signo de arrepentimiento, a pesar de que el espectáculo hace aguas por todas partes. Asumir dónde estamos en cada momento como espectador es vital ante tanta propuesta audiovisual, un signo de modestia, quizás discutible, que hay que esgrimir para encubrir con cierta petulancia que se te puede torcer el criterio en beneficio de la evasión. De lo contrario, el empacho puede ser nocivo para nuestro paladar, camino del aturdimiento por acumulación. Aceptando qué es fácil ver un producto de estas características, en momentos de nuestra existencia donde el cerebro necesita calma, solo queda dejarse llevar por el festival de lugares comunes. Prácticamente todo lo que ocurre en pantalla cumple, paso por paso, aquello que nos pasa por la cabeza como voyeurs. No hay sorpresas apabullantes, todo atiende a una lógica primaria que deviene el secreto del éxito.

Misión: salvar la nación

Basada en la novela de Matthew Quirk, 'El agente nocturno' presenta a un agente del FBI de clase baja, superviviente de un atentado en el metro que le ha dejado secuelas psicológicas. Pasa las noches atendiendo a un teléfono que nunca suena en una habitación aburrida de la Casa Blanca. Ninguna llamada de socorro rompe la rutina del apesadumbrado vigilante, hasta que un buen día la luz del aparato parpadea, tiñendo el cuarto con una luz de color rojo, mientras suena el ring ring ring. Responder con profesionalidad al signo de auxilio es el primer eslabón de una serie de catastróficas desdichas. Irrumpe en escena un conspiración a gran escala que se va retorciendo sin remedio con la aparición de diferentes personajes que se cruzan con el aluvión de enigmas por resolver. Una excusa como tantas otras para señalar la corrupción del sistema mientras se refuerzan los pilares del mismo, un comportamiento obsesivo en la industria audiovisual estadounidense, donde la propaganda política se contradice sin remordimientos. La idea de un posible atentado a la presidenta vertebra este relato coral de espías que encuentra su mayor baza en las interrelaciones entre los roles principales.

'El agente nocturno' es número 1 en Netflix, lo que no quiere decir que sea ni buena ni mala sino todo lo contrario. Muere mucha gente, lo que es de agradecer, no se andan con medias tintas a la hora de establecer vínculos entre el espectador y los personajes. Muere hasta el apuntador, como bien se decía antaño en estos casos. Cuantos más asesinatos, mejor. Alrededor, traiciones, mentiras y algo de romanticismo. Entre buenos y malos anda el juego. Protagoniza este 'Asalto al poder' meets 'Objetivo: La Casa Blanca' -Tom Clancy también anda por ahí- un astro infantil y adolescente ya crecido, Gabriel Basso, visto en 'Super 8' o 'The Kings of Summer'. Cumple con su pose de americano medio, patriota de gimnasio, con pinta de marcar tableta mientras se come una hamburguesa en un video de TikTok. Perfecto para el papel asignado, secundado por Luciane Buchanan ('Stray'), Sarah Desjardins ('Impulse'), Eve Harlow ('Titanes') y la fantástica Hong Chau, estupenda en a reciente 'La ballena' junto a Brendan Fraser.

Hay subtramas interesantes, en las que se profundiza más de lo habitual, aunque no lo suficiente, como la pareja de sicarios, y el suspense se mantiene sin excesivas trampas. El reparto mejora algunos diálogos obtusos, llevando el peso de un arco argumental que se cierra en esta temporada, aunque los protagonistas pueden volver al ruedo para enfrentarse a otro gran complot gubernamental. Visto el éxito de sus tribulaciones en defensa del país de las barras y estrellas, es lo más probale.

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