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First Class en Netflix | Charcutería gruesa

Charcutería gruesa (lo de 'First Class)

La frivolidad, que es algo tan serio que te ayuda a superar los desastres cotidianos, aquí es mera intrascendencia

Lunes, 4 de julio 2022, 07:31

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«¿Quién es ese?». Es la pregunta que siempre me hace mi santo cada vez que aparece alguien que no le suena en televisión. Y si le digo que no lo sé, se mosquea: que si no me lo quieres contar no me lo cuentes; que ya ves tú lo que te cuesta decírmelo, hija. Pues imagínense la que se lio el otro día cuando, mientras le echaba un ojo a 'First Class', me preguntó quiénes eran esos tipos. Como si yo lo supiera. Como si alguien lo supiera.

Miento: conozco a Clara Courel, periodista de moda, a Aldo Comas, marido de Macarena Gómez, y a Archie M. Alled-Martínez, diseñador. Punto. No tengo el gusto de tener trato con los demás, a saber: Alex Agulló, Amanda Portillo, Lucia Sáez-Benito, Marc y Zaida Patsy, Meilan Kao y Carola Etxart. Ni ellos conmigo tampoco, claro.

Nunca nos ha interesado estar al tanto de cómo viven la clase baja y la media, que eso ya lo sabemos; lo que nos fascina es ver cómo viven los pudientes. Y eso viene de lejos: ahí está la 'Historia natural de los ricos', donde Richard Conniff, reencarnado en Félix Rodríguez de la Fuente, describe sus comportamientos cual biólogo de campo; ahí sigue el ¡HOLA! y sus mansiones de las primeras páginas, y ahí permanece el recuerdo de 'Mujeres ricas', aquella cosa de La Sexta con Olivia Valère, fallecida recientemente y la única que curraba, la loca de Mariana Nannis, soltando perlas como 'Todo el jardín está lleno de truños. El servicio está fatal' mientras sus seis perritos se cagaban por doquier, la palurda de Mar Segura y sus frases alucinógenas ('El arte me persigue'), y las hermanas Collado. Aquello era una obra maestra del despilfarro, del despropósito y de la tontuna. Y del humor.

Pero esta gente no es divertida. 'First Class' no tiene gracia, ni ironía, ni diferentes capas de lectura, ni nada que se le parezca. Si hay algún chiste, es privado: no hay empatía, te sientes fuera del grupo porque no quieren que entres en él. Es una broma de niños bien entre niños bien iniciada a partir de una idea de Marta Torné cuando acudió a una de sus fiestas: «Tenemos que rodar una serie sobre todo esto». Se ve que el Instagram se les quedaba corto. Y que para qué quiere uno tener pasta si no es para exhibirla.

La frivolidad, que es algo tan serio que te ayuda a superar los desastres cotidianos, aquí es mera intrascendencia. Tanta que ni siquiera te dan envidia, ni te invade la ira y te dan ganas de tomar el Palacio de Invierno, o el Recinto Modernista de San Pau, en este caso. Como mucho, el respetable se tira a Twitter a desahogarse. Es el consuelo que nos queda a los que somos siempre secondary y tenemos problemas monetary. Porque los muchachos de 'First Class' no los tienen, aunque en lugar de ser joyería de la buena ('charcutería fina', que decía Marujita Díaz) son bisutería.

Gente pasándoselo mejor que tu y que yo.
Imagen principal - Gente pasándoselo mejor que tu y que yo.
Imagen secundaria 1 - Gente pasándoselo mejor que tu y que yo.
Imagen secundaria 2 - Gente pasándoselo mejor que tu y que yo.

Los ínclitos organizan juergas. Descansan del descanso. Tienen trabajos (el que lo tiene) muy creativos. Hablan en spanglish («Nuestras fiestas son como una buena canción disco, simplemente 'fade away'»). Se autodefinen creyéndose ingeniosos: Aldo Comas dice que es «un hombre del Renacimiento en la postmodernidad». Amárrame los pavos. O a ese pavo, por lo menos. El resto, en la misma línea: si Clara Courel quiere ser actriz teniendo las mismas dotes interpretativas que Belén Esteban demostró en 'Torrente 4', la pareja formada por Marc y Zaida quieren ir de modernos y enrollados, pero llevan en la masa de la sangre la burguesía catalana más rancia, mientras que Archie M. Alled-Martínez, que parece el gemelo de Paquita Salas en gestos y hechuras, se va a vivir a una suite de lujo de un hotelazo mientras hacen obras en su casa. Mira, igual que yo, que he convivido más con los albañiles que con mi familia al reformar el baño. En fin. No te digo que los protagonistas de este 'surreality' (según Netflix) no sean majos por separado y en las distancias cortas. Pero solo posible. Y poco probable.

Y así está la cosa cuando, de repente, surge un personaje dispuesto a vengar al proletariado. Un héroe que no lleva capa, pero sí bata: el dietista de Archie. «Espabila, espabila», «Me tienes contento», «Te estás columpiando», le suelta cada vez que engorda cien gramos. Y, encima, le pincha lipolíticos en la barriga con la aguja gorda. Ese sí que es el doctor Mengele, y no el mío. Lleva al diseñador por el camino de la amargura. Y del hambre. El dietista nos representa.

A todo esto, ¿he visto entero 'First Class'? Evidentemente, y con la misma fascinación con la que no puedes dejar de mirar un accidente en la carretera. En el último episodio, por si faltaba alguien, aparece Pelayo Díaz. Éramos poco y parió la abuela.

'First Class' está disponible en Netflix.

Vídeo. El tráiler de esta serie documental.

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