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Joaquin Phoenix en 'En realidad, nunca estuviste aquí'. Agencias
A martillazo limpio

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ESTRENOS ·

Joaquin Phoenix fue el mejor actor en Cannes por su retrato de un sicario en una pomposa cinta de Lynne Ramsay

Jueves, 23 de noviembre 2017

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A Joaquin Phoenix no esperamos verle en una comedia. Lo suyo son los personajes torturados, dolientes, al límite. La directora escocesa Lynne Ramsay lleva ese cliché al paroxismo en su tercer largometraje, ‘En realidad, nunca estuviste aquí’.

Su protagonista es un asesino a sueldo, una máquina de matar que recibe encargos para rescatar jóvenes atrapadas en redes de prostitución y al que asaltan constantes flashbacks de un pasado traumático. Un tipo al borde del suicidio, de ahí que fantasee con clavarse un cuchillo o ahogarse con una bolsa de plástico.

La desazón procede tanto de su infancia -adivinamos que su padre era un maltratador-, como de su paso por el ejército en Afganistán. El esfuerzo del actor se saldó con el Premio de Interpretación en Cannes.Este ‘killer’ lacónico y eficaz vive con una madre al borde del alzhéimer y con la que bromea sobre ‘Psicosis’.

Afronta sus misiones armado de un martillo para descerrajar cabezas -exacto, como el protagonista de ‘Old Boy’ de Park Chan-wook- y deambula por la ciudad sufriendo la misma soledad que Travis Bickle en ‘Taxi Driver’. Si aquel orate veterano de Vietnam salvaba a la prostituta que encarnaba Jodie Foster, este tronado se encariña con la hija de un senador, que ha acabado de prostituta infantil para solaz de perversos poderosos. Ecos de ‘Drive’, ‘En realidad, nunca estuviste aquí’, adaptación de la novela de Jonathan Ames, no agota sus referencias en los ‘thrillers’ coreanos y el cine de Scorsese.

Inevitablemente viene a la mente ‘Drive’, de Nicolas Winding Refn, por su estilización de la violencia, el empleo de música electrónica y los silencios del héroe. El resultado es un ‘thriller’ manierista y presuntuoso, que desde el primer fotograma advierte de su condición de película con ínfulas. Ramsay cae en la pomposidad con una sanguinolenta crónica de redención que, pese a sus intentos de ser bestia y original, suena a ya vista.

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