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Pese a las críticas recibidas, la tibia modificación del sistema electoral introducida en el Estatuto de Autonomía ha servido de entrada para que no haya discusiones sobre quién ganó las elecciones en Canarias: el Partido Socialista, con Ángel Víctor Torres. Se impuso en votos y se impuso en diputados, porque ya empieza a ser historia eso de que en tercero en aquello sea el primero en esto otro. Y Torres, al que ya de madrugada se le vio exultante, dio muestras de tenerlo claro, esto es, que tomará la iniciativa e intentará consumar «el cambio». Para ello, muchas de las miradas se depositan en el Agrupación Socialista Gomera, cuyo presidente, Casimiro Curbelo, pasa por ser la novia en dos bodas: la del pacto de izquierda y también la del otro, con el que sueña Coalición Canaria para seguir en el poder. Veremos el precio que pone Curbelo pero de entrada parece factible que su sueño de ser consejero del Gobierno de Canarias está cada vez más cerca.

El segundo puesto fue para Coalición Canaria, que presume de resultados a pesar de que son desiguales. La pérdida de La Laguna tendrá mucho de simbólico y ya veremos si también tiene consecuencias en las causas judiciales que afectan al actual alcalde y al que lo fue antes. Más allá de eso, Coalición acaba con un sabor agridulce en Gran Canaria: mejora al Parlamento y sin embargo fracasa con los fichajes de José Miguel Bravo de Laguna y Nardy Barrios. Viendo los resultados, da la sensación de que los nacionalistas tenían en su propia casa las apuestas de futuro, como es el caso de María Fernández, de manera que se equivocaron tocando en las puertas del pasado, con incorporaciones que sonaban a las de Coutinho en el FC Barcelona... y acabaron más o menos igual.

¿Y lo del PP? Pues una dulce derrota. Los cuchillos en torno a Asier Antona y los suyos estaban más que afilados, tanto dentro como fuera, pero el resultado global es más que aceptable. Incluso satisfactorio en algunas plazas. Es innegable que en Gran Canaria fallaron las candidaturas de más peso pero no es menos cierto que los errores eran manifiestos: no se ensaya con un candidato al Cabildo de la noche a la mañana y menos aún con la aspirante a la Alcaldía, donde a Pepa Luzardo siempre deberán agradecerle el hecho de estar disponible para acudir al rescate tras el fiasco que supuso apostar por Salud Gil. Lo de Telde sí que se lo debería hacer mirar el PP.

Siguiendo con el recuento, aparece Nueva Canarias en cuarto lugar tras la debacle de Podemos. El partido de Román Rodríguez también acaba con sensaciones encontradas: problemas en plazas que parecían seguras, como Santa Lucía de Tirajana, mientras que en Telde el escollo es encontrar a alguien con quien pactar y que no lo haga a la fuerza. En la capital grancanaria sí que empieza a ser precisa una reflexión en profundidad sobre el futuro del partido. Y luego está lo de Antonio Morales, que es caso aparte... Ya dijimos algunos que Morales se crece cuanto más lo acorralan y los números están ahí: repite como presidente del Cabildo y lo hace a pesar del Partido Socialista, su aliado durante cuatro años y que ahora tendrá que explicarle a Luis Ibarra que donde había dicho digo a lo mejor hay que decir Diego. En esa remontada en plena madrugada de Morales hay que ponerle buena parte del mérito a Guía y Gáldar, cuyos alcaldes se convierten en nuevos baluartes del partido. Ojo, por tanto, a la nueva correlación de fuerzas en el seno de la isla, con el norte el mando.

Para acabar, lo de Podemos y Ciudadanos. Los de Pablo Iglesias salen muy tocados. No es un secreto que las divisiones internas se pagan y en las islas las ha habido durante toda la legislatura y hasta en el último minuto al hacer las candidaturas. Y lo de Ciudadanos fue un quiero pero no puedo. Claro que ahora entran en as quinielas de los pactos. Las matemáticas son así de caprichosas.

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