¡Vacaguaré!
«Es imposible evitar pensar que NC ha apuñalado a sus votantes con su alianza con CC»
Existen pocas comunidades en ese país de países que es España que necesiten un partido nacionalista como lo necesita Canarias. Uno que aunque sea por razones autonomistas sea capaz de discutir en Madrid las verdaderas necesidades de esta región ultraperiférica.
Ese partido que también contribuya a hacer país en la región. Que, ahora mismo, ni existe ni se le espera. Los hay que se arrogan la titularidad de las siete estrellas verdes, como si un trapo de tela sirviera por sí mismo para defender esta identidad a menudo ultrajada. Ese partido que no va a nacer de la unión contranatura que acaban de rubricar Coalición Canaria y Nueva Canarias. Luis Campos, coordinador territorial de NC, confesaba el otro día que su partido no comparte el «modelo de país» de CC, lo que hace todavía más sencillo interpretar que esa unión, que reedita la de 2011, no persigue nada más que lograr el escaño que no fueron capaces de amarrar en solitario en junio.
Y desde luego, al igual que la propia fundación de Coalición Canaria hace más de un cuarto de siglo, no transmite una impresión ideológica ni coherente ni consecuente. En los últimos años Nueva Canarias se ha esforzado, con la pasión con la que vacían botellas de vodka los marineros rusos en los alrededores de La Isleta, en convencernos de que los males de Canarias tenían todos la firma del neoconservadurismo de Coalición. Por lo que ahora, lo expliquen como lo expliquen, es imposible evitar la sensación de que la fuerza que lidera Román Rodríguez ha apuñalado por la espalda a sus militantes y votantes.
Hubiera sido más noble que hubieran gritado ¡vacaguaré! –quiero morir–, como hacían los aborígenes cuando les robaban la dignidad, que protagonizar este desatino histórico.
