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Encontrar algo positivo en un incendio forestal como el que ayer se desató en Gran Canaria es harto complicado pero, puestos a buscarlo, me quedo con una frase que pronunció anoche la delegada del Gobierno en Canarias, Mercedes Roldós, en la comparecencia conjunta con representantes del Gobierno canario y el Cabildo de Gran Canaria: «Estamos luchando como un solo hombre».

Y así es. En las labores de extinción se mezclan -eso sí, coordinados- guardias civiles, policías nacionales, policías locales, Policía Canaria, Protección Civil, Emergencias, personal del Servicio Canario de Salud, soldados de la Unidad Militar de Emergencias, Cruz Roja, bomberos de prácticamente toda Gran Canaria a los que hoy se sumarán los que llegan de otras islas... y seguro que me dejo en el tintero a otros cuerpos también presentes. Para que esa combinación no derive en una torre de Babel, hay protocolos perfectamente establecidos, que son los que fijan cuándo toma el mando el Gobierno canario y cuándo lo hace el Estado, y todo ello con los profesionales en la lucha contra el fuego tomando las decisiones en eso que se llama tiempo real y que no es otra cosa que al instante y bajo una gran presión.

Se trata de una maquinaria engrasada a base, por desgracia, de incendios iguales o mayores, pero que también se ha ido perfeccionando fruto del trabajo conjunto de todos esos entes de seguridad. Luego, cuando pase el fuego, se volverán a sentar algunos para examinar cómo fue el trabajo y anotar aquello que hay que mejorar. Porque siempre habrá cosas que se podrán hacer de otra manera y con resultados más eficaces, pero ayer, de entrada, se garantizó la vida de las personas, que es lo más importante. Por eso se optó por el desalojo temprano y sin demoras, a sabiendas de que siempre es una medida que genera rechazo por parte de los afectados, pero que si se hace de manera tardía y, sobre todo, sin las debidas garantías, puede acabar derivando en una tragedia.

Ahora bien, deberíamos tomar nota de lo siguiente: si todas esas entidades y todos esos cuerpos, cada uno de su padre y su madre, son capaces de aparcar el orgullo y coordinarse por el bien de los ciudadanos ante una emergencia, ¿por qué resulta tan complicado que el resto del año algunos de esos agentes hagan lo propio con otros asuntos que también están relacionados con el bien común? Por eso digo que al final el incendio, por muy triste que sea, nos deja alguna lección positiva...

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