Borrar
Directo Vegueta se tiñe de blanco con la procesión de Las Mantillas

Un verano para sudar tinta

Jueves, 1 de enero 1970

Necesitas ser registrado para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Al gobierno de Clavijo y al núcleo duro de ATI se los tragó agosto. Alguien debió pensar que el verano sería muy pasable, tranquilo, con algún culebrón sin trascendencia. Una muerte o asesinato o las quejas vecinales, y, si no, siempre estaría Cataluña. La cuestión era descansar bastante, sudar poco y prepararse para septiembre, para librar las batallas políticas que se avecinan a un gobierno en minoría. Un verano en el que el presidente podría estar despistado, incluso hacer alguna excusión militar, y rebajar su agenda al mínimo para darse algún paseo familiar. A la playa no podía ir porque las amablemente llamadas «microalgas», que en realidad son «bacterias», invadían Tenerife, un fenómeno natural del que nadie es políticamente responsable, salvo los científicos, que tampoco se aclaran con el asunto y le echan la culpa al cambio climático.

A medida que las manchas marrones invadían las playas chicharreras crecía la polémica que rápidamente extrapola en posiciones. Por un lado Gobierno, los que estaban de turno, más bien técnicos a los que les fastidiaron las vacaciones, y el Cabildo de Tenerife, que con sus científicos, aseguran que es un fenómeno natural producido por las altas temperaturas y por la calima y en última instancia por el cambio climático, ese evento global que lo justifica todo. Por otro, el Estado, y sus especialistas, que dicen que los tinerfeños llevan 20 años echando aguas no depuradas al mar y que éstas mal llamadas «microalgas», en realidad «bacterias» se reproducen, con perdón, gracias a la mierda.

Pasaron 40 largos días hasta que el Gobierno de Canarias dio la cara para decir lo mismo que decían sus especialistas, que era un fenómeno natural. Pero nadie, absolutamente nadie, les creyó. Las redes sociales, los bulos y la desinformación camparon a sus anchas sin que nadie tomara las riendas para aclarar el asunto. El grave error de comunicación veraniega del Gobierno fue echar por delante a los científicos, que hablan para ellos, que parecen pagados por el propio Gobierno, mientras Clavijo y sus consejeros seguían de vacaciones. La gente estaba viendo las playas llenas de basura, su verano frustrado en el mar, contradicciones, cierres de playas, información que llegaba a cuentagotas, rostros desconocidos dando cuenta del desastre, una pelea política descomunal que terminará en el Parlamento. ¿Qué falló? Que el Gobierno no estaba, que mandó a los técnicos a defender sus posturas y que en Tenerife ATI, después de 25 años de gobierno, no quiere entrar en el debate de los vertidos a pesar de las muchas advertencias de grupos ecologistas y de la propia Unión Europea.

Con la misma parsimonia, el Gobierno medio de vacaciones, medio en activo, con su presidente que ni se va ni se queda, decide no afrontar la crisis del Cheshire, un barco ardiendo al sur de Gran Canaria con riesgo de contaminación; y cuando al presidente no le queda otro remedio que contestar porque los medios de comunicación le preguntan en plena calle, le traiciona su impostado nacionalismo alegando que las competencias no son suyas. Todo, absolutamente todo lo que ocurre en Canarias y en sus aguas, en las doce millas y más allá de ellas, es competencia de un gobierno de canarias, máxime cuando éste se apellida «nacionalista» y quiere más competencias, incluidas de las que renegó quizás porque era verano y se había programada gestión de perfil bajo, y alta propaganda, como irse de excursión a Líbano, izar una banderita catalana, dar bombo y platillo a la entrada en vigor de la Ley de Suelo, irse a las manifestaciones en Cataluña o firmar acuerdos para pagar más a los maestros.

Pero ahí estaba, aunque Clavijo no lo vio, un barco cargado hasta los topes de fertilizantes, ardiendo por los cuatro costados, con riesgo serio de contaminación y de hundimiento que no es de su competencia. Por si nadie se enteraba de por qué no asumía el liderazgo del asunto él mismo se lo recordaba a la prensa con desparpajo: «Nuestras competencias en esa materia son cero». Alguien le debió hacer reflexionar sobre el asunto porque 20 días después, cuando ya no existía riesgo alguno y la administración del Estado había resuelto el tema, convoca una reunión de máximo nivel, de esas a las que van todos, y muy pocos saben de lo que están hablando, para aparentar que tomaba las riendas del asunto. Tarde y mal. Había generado otro tema del que no podía decir nada porque se había quitado de en medio, y con él su autoridad.

Quién no cogió vacaciones y sí trabajó duramente en verano fue el presidente del Consejo Rector de la Radio Televisión Canaria, Santiago Negrín. No ha perdido el tiempo y después del varapalo del Parlamento en julio y de su propio asesor jurídico, Martín Orozco, que lo abandonó, en plena confección de los pliegos, contrató a un viejo empleado y conocido de una de las empresas aspirantes al concurso, el abogado Carlos Cabrera, para acabar el documento y colocarlo rápidamente en la web. Negrín está completamente echado al monte. No reconoce la autoridad del Parlamento, que fue quien lo nombró y le pidió que paralizase el concurso, y se constituye a sí mismo el órgano máximo para la contratación del servicio de informativos, colocando a la tele y sus contrataciones en la más absoluta opacidad. «Yo me lo guiso, yo me lo como», debe ser el lema del empleado de la Cadena SER en Canarias y presidente del Consejo Rector, que ni tan siquiera está velando por su seguridad y sus intereses. Algunos dicen que Negrín está ciego, que quien lo dirige y anima desde el Gobierno lo terminará echando a los perros o a los tribunales. No me extraña. Es él y solo él el que está corriendo con todos los riesgos que conlleva su alocada y oscura carrera para sacar a toda prisa un concurso. Tendrá que ser el Parlamento el que devuelva la cordura a un Ente secuestrado por su presidente, porque de su propio destino responderá él mismo mientras los que lo sustentan y animan al suicidio disfrutarán del verano en algún yate privado.

Entiendo que después del no del PP a entrar en el Gobierno y del fracaso de las gestiones en Madrid para evitar perder un municipio tan señero como Icod, el presidente y su equipo quisieran desconectar. Fue duro. Dos reveses insoportables. Un «No» de un partido político a estar en un Gobierno con CC y un no de Madrid a parar una moción de censura. Las cosas ya no funcionan como antes, que a la primera llamada se ponía todo el mundo firme. Primera vez en la historia de la democracia en Canarias, primer gran revés político, principio de una soledad política que tendrá consecuencias, para el Gobierno y para el partido que lo sustenta. Y es que Fernando Clavijo se enfrenta, a partir de hoy, a un auténtico campo minado. El viernes fue el PSOE en Lanzarote el que dejó a dos velas al presidente del Cabildo, Pedro San Ginés -cortado por el mismo patrón de la soberbia que muchos en CC- , pero pronto serán otros los que se sientan liberados para deshacerse de la pesadas cargas de gobernar con los nacionalistas. Todo dependerá de las ganas de renovación con las que venga Ángel Víctor Torres y su equipo después del Congreso, los ánimos de Asier Antona y sus limitaciones madrileñas o la flexibilidad de algunos de los miembros de Podemos allí donde su voto es necesario para articular nueva mayorías. Sea como sea, no es época de santa paz, de armonía para Coalición Canaria, por primera vez con serios problemas y riesgos en su poder y estabilidad.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios