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Un año después

Jueves, 1 de enero 1970

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Recuerdo aquella madrugada. Durante meses habíamos visto a un histrión provocador en las pantallas. No lo tomamos en serio. Nunca pensamos que llegaría a la presidencia de Estados Unidos, como no pensamos que el Brexit iba a salir adelante o como no vimos venir los escarceos de Puigdemont y de Junqueras.

Hay olas que avisan y luego hay golpes de mar traicioneros y peligrosos. Nunca te puedes descuidar, ni delante del océano ni en la realidad que habitas a diario. En cualquier momento puede aparecer un golpe de mar como Donald Trump que tiene al planeta en vilo con sus bravuconadas y sus prepotencias. Y el problema es que no está solo. En Corea del Norte tienen algo peor, un tsunami que está siempre a punto de venir contra nosotros, una marea realmente descontrolada que encima tiene armas nucleares e inclinaciones mesiánicas.

Un año después de aquella madrugada en la que Trump ganó las elecciones en USA merodea cerca del otro histriónico que sí que no cuenta con controles democráticos ni con frenos parlamentarios. Por aquí nos enamoramos, nos desenamoramos, vemos amaneceres y ocasos, partidos de fútbol, flores que brotan, leemos obras maestras, escuchamos a Mozart o a Leonard Cohen y creemos que nuestro destino está en nuestras manos hasta que un histrión le dice al otro, desde una Corea a otra Corea, que no lo pongan a prueba, que no responde y que tiene los botones del Apocalipsis siempre a mano. Hace años, Corea quedaba lejos, pero ahora mismo Corea está tan cerca como Fuencaliente o Tinajo, y como esos dos se desaten nos mandan a todos a las Chacaritas sobre la marcha. Me quedo escuchando a Leonard Cohen, que murió hace un año y que sí dejó este planeta huérfano de versos y de cantos que ayudaban a compensar las malas digestiones de los bárbaros.

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