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¡Teruel existe!

¡Teruel existe!

Jueves, 1 de enero 1970

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Las noches electorales ya no son lo que fueron. Podría ser verdad como también podría ser un viejunismo como aquellos que promueven que ya no hay noches de marcha como las de otros tiempos, las murgas de antes eran mejores o que el Agua de Firgas ya no sabe igual.

Lo cierto es que en la plaza del Pilar se echa de menos ese ardor guerrero de otros tiempos, no tan pretéritos, en los que el lugar se colapsaba cada vez que Podemos montaba un tenderete. La de este 10 de noviembre fue una noche fría. Por los resultados y por la previa al mazazo.

El único momento de emoción fue cuando los medios destacados en la morada del partido reaccionaron al grito de ¡Teruel existe! al ver en la pantalla del televisor al diputado electo con toda su ternura provincialista.

Del resto, las horas pasaban sin expectativas. Conscientes desde que comenzó el escrutinio de que habían «llegado a su suelo». Convencidos de que en apenas cuatro años, su inclusión en la deriva de España, les ha alejado del subconsciente de un pueblo que definitivamente ha cambiado la ilusión por la rabia.

En el Pilar las terrazas estaban llenas. Pero los hurras que llegaban distantes desde los abrevaderos eran producto del Betis-Sevilla que se emitía en las pantallas de los bares. No de la pulsión política del país, no por aquella sonrisa del cambio que hoy luce desdibujada. Que comparte con Sánchez el fracaso del ascenso del populismo más rancio y tenebroso.

Y esa era la diana. En los escasos corrillos que los representantes del partido dejaban ver en la sede morada todo giraba sobre dos nombres: Pedro Sánchez e Iván Redondo. A ellos y el tacticismo que siguió a las elecciones de abril responsabilizan de una caída que, aunque moderada, castiga su protagonismo en aquel teatrillo que devino en estrepitoso fracaso.

Solo Meri Pita, que cae de un escaño que le ha pertenecido en los últimos años, fue la única persona que se atrevió a hablar en positivo. En defender la idea de que aún con menos disputados mantendrán su influencia en la política del Estado.

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