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Lou Reed escribió que los hombres de buena fortuna a menudo causan que los imperios caigan. Y luego añadió que a menudo los de origen pobre no pueden hacer nada en absoluto. Desde que el mundo es mundo, y de eso hace ya mucho tiempo, la fortuna no solo se mide en monedas y extractos bancarios. El poder es un indicador en alta definición de lo que es la buena estrella.
Cuando Reed escribió una de las canciones centrales de su icónico Berlin Coalición Canaria todavía no existía. Aunque la dimensión política de sus padres fundadores ya empezaba a tomar cuerpo.
El verso inicial de Men of Good Fortune es un pase vitalicio para presenciar en primera fila el relato de la política canaria en el último cuarto de siglo. Ese que ha tenido al buque insignia del nacionalista oficialista firme en su travesía a pesar de todos los avatares, ideológicos o electorales, que deberían haber tumbado su reino.
Lo de CC fue nacer de pie. Herederos de una oligarquía política, con más barniz rural que cosmopolita, que han mantenido casi que por derecho de linaje su forma de hacer gobierno.
Y ante ellos están los demás, los que han llegado hasta la política regional sin salir del nido de las ramificaciones de ATI. Especialmente desamparados parecen en el contexto actual los líderes regionales del PSOE y el PP, Ángel Víctor Torres y Asier Antona, ambos juguetes en manos del omnívoro poder de Coalición. Los dos azotados en el culo por el presidente Clavijo, que pese a tener menos votos que ellos en la última cita electoral, gobierna con soberbia su minoría parlamentaria mientras estos dos líderes demuestran su pequeña dimensión acudiendo a sus sedes en Madrid, llamando a Ferraz y Génova, para que les den un golpecito en la espalda que de nada vale. Sus padres aquí pintan poco.