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Distintos sondeos recientes apuntan a una recomposición del tablero político en el conjunto del Estado. Salvo excepciones, coinciden en un retroceso del PP y un pequeño aumento del PSOE, insuficiente para acercarse a la primera plaza. Así como un crecimiento significativo de Ciudadanos, que pasaría a ser la tercera fuerza en votos y escaños, adelantando a Unidos Podemos con relación a los resultados de los comicios generales de 2016. Parece que se ratifica el sorpasso, pero no en la línea que deseaba y pronosticaba Pablo Iglesias. Metroscopia para El País va mucho más allá y coloca a los de Rivera en primer lugar y de forma destacada. Habrá que esperar a más estudios demoscópicos para confirmar esa tendencia o no.

Esto supondría un fortalecimiento del bloque de derechas (PP y Ciudadanos) que, con las proyecciones actuales, dispondría de una mayoría absoluta en el Congreso de los Diputados. Y un paralelo debilitamiento de las izquierdas estatalistas que se alejan de sus datos de 2015 y 2016, cuando el cambio fue posible pero se encargaron de dinamitarlo con sus líneas rojas, sus barones y baronesas y su cortoplacismo electoralista.

Una de las primeras lecturas de la actual situación, de las perspectivas electorales de este arranque de 2018, hace referencia al impacto de la crisis de Cataluña y su influencia en el comportamiento del electorado en el conjunto del Estado español. Al premio o al castigo por las posiciones mantenidas, más o menos tibias, más o menos radicalizadas, en torno a la Declaración Unilateral de Independencia y la aplicación del artículo 155 de la Constitución.

Pero a ello hay que sumar otros muchos factores. El desgaste del poder y de la persistencia de casos de corrupción juzgados o por juzgar en el caso del PP. La indefinición socialista y el silencio de su secretario general durante muchos meses (roto estos días para hacer una propuesta sobre la sostenibilidad de las pensiones, que merece ser estudiada), así como las diferencias internas sobre el modelo territorial. Los bandazos de sus dirigentes, las divisiones internas y la desilusión en el seno de Unidos Podemos. El giro a la derecha que se viene produciendo en casi todos los estados europeos...

Ahora el CIS vuelve a publicar un barómetro, el correspondiente a diciembre. Y, cuando nos vamos alejando del ruido de la crisis en Cataluña (ya no aparece como segundo problema tras el desempleo), se confirma que lo sucedido en el último trimestre del año, con eventos tan relevantes como el referéndum de octubre y la posterior declaración de independencia, no ha modificado sustancialmente la manera en que los hombres y mujeres del Estado español abordan las soluciones territoriales o los sentimientos identitarios.

Cabría pensar que tras la abundante exhibición de banderas en uno y otro lado, las masivas movilizaciones, los gritos de ¡A por ellos! y hasta el boicot a productos catalanes, hubiera una efervescencia del nacionalismo español. Y esto no parece suceder, al menos por lo que reflejan los datos del barómetro del CIS, que muestran una mayor estabilidad en los posicionamientos y una moderación ciudadana que tiene poco que ver con manifestaciones extremistas de grupos sociales o posturas exaltadas de tertulianos varios.

Sucede así respecto al modelo de Estado. Sigue siendo claramente mayoritaria la defensa de las autonomías como están actualmente (37,8%), igual que en 2016 y ligeramente inferior al dato de diciembre de 2015, donde superó el 38,6%. Pero los que desean un estado centralizado o un recorte significativo del autogobierno suman el 27,4%, casi el mismo dato que se producía en diciembre del año 2016 (27,6%); y muy inferior al del 2013, en que alcanzó el 33,9%. Mientras, aumentan los favorables a más autogobierno (16%) y se reducen en casi medio punto los favorables al derecho a decidir respecto a hace dos años, en que alcanzó sus niveles más altos (9,9%).

Por edad, los más centralistas son los de 65 y más años, cinco puntos por encima de la media, y los que menos los de 18-24.

Otro tanto ocurre cuando se pregunta a la muestra por el sentimiento identitario. El 54,1% se declara tan español como de su comunidad autónoma, casi clavado al dato de diciembre de 2016 (54,3%). Mientras que «solo español» lo afirma el 15,2%, frente al 16,6% del estudio de hace un año. Y «solo de mi comunidad autónoma» el 6,1%, una décima menos que en diciembre de 2016.

Lo recogido en el barómetro del CIS contrasta con el aumento electoral en los sondeos del bloque más centralista y menos propenso a cambios constitucionales hacia un mayor autogobierno o posicionamientos federalistas. Es muy posible que el sector más conservador y centralista se encuentre hoy mucho más movilizado y con más intención de acudir a las urnas. Y que la abstención –algunos estudios cifran en más de millón y medio los votantes de izquierda del 2016 decepcionados y dispuestos a no acudir a las urnas en unas elecciones generales- castigue las incongruencias, debilidades e incapacidad de acuerdo por parte de las izquierdas.

Otra hipótesis de trabajo es que los grandes partidos conservadores, y especialmente Ciudadanos, mantengan en estos momentos posiciones en el debate territorial más radicalizadas y centralistas que las de sus actuales votantes.

La procesión por partidos. Según el CIS, los votantes que más defienden la vuelta a un estado con un Gobierno central sin autonomías son los del PP (34,7% así lo afirman) y los de Ciudadanos (26,7%). Son, asimismo, los más favorables a recortar las actuales autonomías: 18,9% de los votantes de Ciudadanos aprueban esta posición y un 15,5% de los del PP también lo hace.

Por el contrario, los más propensos a incrementar el autogobierno son los de la marca catalana de Podemos (42,4%), Compromís-Podemos (35,7%), Unidos Podemos (29,7%) y, a más distancia, el PSOE (16,1%) y, sorpréndanse, Ciudadanos, donde 1,2 de cada diez votantes apuesta por ello.

Con relación al derecho a decidir, los más entusiastas son los que reconocen haber votado en 2016 a ERC (84,9%), CDC (81,6%), ECP (42,4%) y Bildu (66,7%). Es minoritario en el parece que cada vez más pragmático PNV, solo un 26,7%, en Unidos Podemos se reduce al 11,3% y es casi anecdótico en PSOE (3,4%), PP (1,1%) y Cs (0,5%).

Respecto al sentimiento identitario, el ranking de los que se sienten solo españoles lo encabezan los votantes del PP (23,4%), por delante de los de Ciudadanos (19,4%), PSOE (13,5%) y Compromís (12,5%). La mayoría de la muestra compatibiliza su identidad española y la de su comunidad autónoma, aspecto en el que destacan los que votaron Ciudadanos y PSOE, en torno al 65%, PP (58.5%) y Compromís (51,8%). Hay notables diferencias dentro de los grupos que conforman Podemos en las diferentes nacionalidades y regiones.

Por último, la lista de los que se consideran solo de su comunidad autónoma la lideran ERC (66%), CDC (50), Bildu (33,3%) y PNV (30%).

En una escala de 1 a 10 en que 1 es la izquierda radical y 10 la derecha extrema, solo las personas que votaron a dos de los partidos se ubican en la derecha: PP (6,93) y Cs (5,38). El PSOE aparece con un 3,83 y los distintos grupos de UP en torno al 3. Más izquierdista ERC, con un 2,7, mientras que la otra gran referencia del soberanismo catalán, los de Puigdemont, se ubica cercana al centro (4,47).

La media española es del 4,66. Por tanto, los de Rajoy se encuentran 2,2 puntos por encima y los de Rivera 0,72. Mientras el PSOE está a 0,83 y CDC a solo 19 centésimas.

Por último, los españoles y españolas parecen bastante felices, un 7,33 de media, en una escala en la que diez es la máxima felicidad. Por partidos destacan los votantes de ERC (7,77), PP (7,68) y Ciudadanos (7,67). La transversalidad, al menos en la felicidad, parece que existe.

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