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Tenemos un problema con la deuda pública que vuelve a alcanzar cotas históricas, el 100,03% del Producto Interior Bruto (PIB). Y, para ser exactos, dicha problemática no es tan grave en la actualidad (que en parte lo es) sino que es peor a la larga resultando, a todas luces, una carga para las próximas generaciones. Esto forma parte de la irresponsabilidad política: dejar deuda para que otros más adelante tengan que honrarla. Es más sencillo dilatar con el tiempo las medidas impopulares (recortes y aumento de impuestos) que ejecutarlas desde ahora en el poder para disminuir dicho porcentaje sobre el PIB. Sobre todo, tras estos últimos años de austericidio que hemos tenido tanto en España como en el conjunto del sur de Europa. El coste político es indudable y, sin ir más lejos, José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy lo sufrieron en las urnas en los comicios generales de 2011 y 2015 respectivamente.

Si por ahora el daño de padecer semejante deuda pública se antoja tolerable es gracias a la política monetaria ultraexpansiva del Banco Central Europeo que incluso ha comprado deuda pública por mucho que sea motivo de revuelo en Alemania y en el resto de socios del norte de Europa. La Unión Europea nunca llegará a ser un proyecto comunitario consolidado si no mutualiza la deuda pública; son los polémicos eurobonos que Angela Merkel, con razones fundadas, no acaba de compartir.

Un debate frecuente en las últimas décadas, máxime tras la Gran Recesión de 2008, es si el Estado de Bienestar es sostenible o no. Y a esto habría que añadirle la cuestión de la deuda pública pues va lindado a lo anterior. En su conjunto, difícilmente será sostenible el modelo social con niveles de deuda pública tan elevados.

Cuando irrumpió la crisis financiera al otro lado del Atlántico, el problema en nuestro país era la deuda privada; empresas y familias que engancharon enseguida con el crédito fácil al alimón de la burbuja inmobiliaria. No fue, por lo tanto, precisamente la pública el quebradero de cabeza aún para La Moncloa. La primera ronda de recortes de Zapatero en mayo de 2010 fue consecuencia de la acumulación de deuda a partir de 2008 (protección por desempleo y programas de inversión de estilo keynesiano) y no antes. Por eso su anuncio en el Congreso de los Diputados trastocó el ideario socialdemócrata, en ese momento giró la política económica de La Moncloa. Y todo esto sucedió, además, a poco de revalidarse en el poder en los comicios generales de 2008. A fecha de hoy, y ya con otro Ejecutivo de centroderecha, la deuda pública sigue siendo un problema. ¿De qué ha servido tantos recortes padecidos por la ciudadanía?

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