Un Mundial de pelotas
A la última ·
La FIFA es una entidad muy inclusiva y todos los registros capilares se daban cita en el Kennedy Center de WashingtonEl sorteo de los partidos del Mundial fue un acontecimiento televisivo de primera magnitud y una enseñanza muy oportuna sobre la fugacidad del tiempo, con ... tantos futbolistas gordos y viejos en el patio de butacas. Las imágenes habrán tranquilizado al príncipe Bin Salman, cuyo país organizará el campeonato en el año 2034: hasta donde alcanzaba la vista solo se veían hombres y ninguno parecía gay. Eso no quiere decir que no hubiera diversidad. La FIFA es una entidad muy inclusiva y todos los registros capilares se daban cita en el Kennedy Center de Washington: calvos, melenudos, con flequillo, engominados, con barbita de cinco días, lampiños... Melania los miraba con ese aire gélido tan suyo, bello aunque un poco incoherente, como de estatua griega plantada en un Burger King.
El momento cumbre del sorteo no fue esa vulgaridad de las bolitas, sino la entrega del premio de la paz a Donald J. Trump. Los del Nobel tienen que estar rabiando y no digamos Mark Rutte, que hasta el viernes ostentaba el liderato en la clasificación mundial de pelotas. Como es natural, la FIFA no puede permanecer ajena a una competición en la que haya pelotas y Gianni Infantino metió un gol por la escuadra al reconocer el insólito pacifismo de Trump. Es lo mínimo que merece un hombre que en una semana flojita acaba con diez o doce guerras. El trofeo quedará bien en la residencia de Mar-a-Lago, donde solo se admite lo que sea dorado, aunque resulta algo inquietante, con esas manos que salen de la tierra como si nos atacaran los zombis. Si no estuviéramos hablando de la FIFA, una entidad irreprochable, hasta podría parecer que encierra un mensaje oculto, una secreta ironía.
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