Borrar

Patxi López y los demás...

Jueves, 1 de enero 1970

Necesitas ser registrado para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Si la experiencia y la sensatez son principios básicos para liderar el PSOE, Patxi López es su hombre. Pero me temo que no será así, que la militancia, la susanista y la pedrista, quieren sangre y que se la darán al partido. López fue una especie de tercer elemento que desconcertó el debate, una revelación política de vía incierta en un partido exacerbado, dividido y con el puño en alto, poco dispuesto a escuchar los signos de los tiempos, los que vive el socialismo europeo, en una grave crisis que lo puede convertir en una fuerza irrelevante y dejar a la socialdemocracia, el sello de identidad de la izquierda en Europa, huérfana, en manos de desaprensivos dispuestos a ventilarla. Patxi López partió en el debate de ayer entre candidatos para la Secretaria General como el tercer hombre, el excluido, pero su empuje y sus argumentos lograron colocarlo en una buena posición. Un lugar, insisto, que no significa que haya podido dar a la militancia la sangre que ésta reclama en el duelo ideológico del que ha quedado herido el PSOE con la irrupción de Podemos en el panorama político español.

Pedro Sánchez y Susana Díaz escenificaron a la perfección las dos visiones contrapuestas del partido, sus diferencias en aspectos básicos sobre el Estado, la territorialidad, la economía y el partido, pero quien verdaderamente dio las respuestas más sensatas, más socialistas y más europeas fue Patxi López. No está excesivamente lejos de Susana Díaz en sus planteamientos, pero la lideresa andaluza centró tanto sus argumentos en atacar y rivalizar con Pedro Sánchez que esto le hizo perder la esencia en sus respuestas.

Susana Díaz estuvo a la defensiva, víctima de los resultados de las encuestas que le ponen el aliento de Sánchez en su cuello y víctima de la duda, la que le transmite la militancia, dispuesta a tener un partido que rivaliza más con Podemos que con el PP, su verdadero enemigo. Díaz dio muestras ayer de que es una mujer de empaque, pero a la que le falta fondo, algún fondo o mucho fondo político, distinto al de la confrontación, que fue precisamente, en el que mejor se movió. Todas y cada una de sus intervenciones estuvo destinada a desacreditar a Pedro Sánchez, a ponerlo en evidencia, a señalar sus contradicciones, a reescribir la historia reciente del partido y del paso del candidato por la Secretaria General y por dos elecciones sucesivas en las que casi llevó al partido a la irrelevancia parlamentaria.

Un fondo político que si despachó Patxi López en todas y cada unas de sus intervenciones cargadas de sensatez, de doctrina socialista y europeísta, algo que contrastó con el populismo comedido, disimulado, de Pedro Sánchez o el frentismo interno del que hizo gala Susana Díaz. López, por lograr, logró con elegancia dar duros golpes en el estómago de Pedro Sánchez, hasta en tres ocasiones, cuando le dijo que se había apropiado de sus ideas o le preguntó directamente si sabía lo que era una nación. Argumentos, ideas bien establecidas, hilo conductor, proyecto para España y para el partido y una sabía presencia en la dialéctica.

Pedro Sánchez hizo una campaña destinada a demostrar que tenía razón cuando dijo no a Rajoy y señalar a Susana Díaz con el sí. Esa siguió siendo su línea argumental, baja de intensidad, disparatada y dislocada en algunos asuntos, como en el de la territorialidad, y muy a la defensiva. Se le notó incómodo, como fuera de lugar, como si le molestara el debate, el ambiente o el partido. Al final, en una cosa tenía razón Susana Díaz, el problema de Pedro Sánchez es Pedro Sánchez. En una cosa se equivocaron de plano los tres candidatos, y fue en no contextualizar en la crisis de la socialdemocracia sus discursos. Quizás España es diferente, pero el declive del socialismo en Europa, por la irrupción de los populismos, es exactamente el problema de los socialistas españoles.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios