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A veces lo mejor es el silencio para poder observar. Con qué facilidad se faltan el respeto algunas personas en Internet. Lo habitual es que suceda en los perfiles de personajes públicos (esencialmente políticos, pero no solo) y entonces irrumpe algún comentario donde no se emite una opinión contraria sino que se espeta al otro lo que se tercie. Esa falsa horizontalidad que permite las redes sociales da al que insulta una creencia de estar por igual y que puede permitirse decir lo que quiera como si estuviera en el salón de su casa. Otros se dedican a capturar fotografías de esos personajes públicos para mofarse de ellos ante sus amigos virtuales. Pero el civismo no solo debe ser cosa de la calle. Es muy fácil escudarse en el anonimato de Internet o la lejanía del Facebook para meterte a diestro y siniestro, lo difícil es contraponer argumentos a aquello que el otro dice y no te gusta. Estoy convencido de que muchos de los que lanzan vituperios en la red al famoso (o no tan famoso) de turno luego no tendrían la entereza suficiente para mantener una conversación cara a cara. Ahí impera la cobardía moral y la ausencia de esfuerzo por razonar.

Me niego a resignarme a un mundo en el que ya todo esté permitido y se pierda los modales amén de la instantaneidad virtual. Así lo único que logramos es sembrar cizaña y empeorar el debate público. Y todo esto es la antesala para que se entienda cómo se ha recrudecido el acoso escolar o las actitudes machistas de control como pedir a la pareja que te entregue sus contraseñas, porque las nuevas tecnologías son tan solo un instrumento y no conllevan necesariamente un uso bueno. Todo depende de las intenciones del que las utilice.

Antes o después tenemos que tener este debate. Y no solo en los colegios e institutos. Internet no debe servir como patente de corso para una mala ciudadanía. Por supuesto, tampoco para fracturar con ánimo verdulero las relaciones personales o criticar sin fundamento al político, actriz o empresario (lo que sea) con un lenguaje de guillotina y vengativo. Todas las opiniones son respetables. Pero unas tienen más consistencia que otras. Y, cómo no, otras directamente son disparates y no una opinión en sí. Por eso hay que fomentar la lectura y la capacidad de crítica para que cada uno pueda servirse su propio juicio ante lo que ocurre. No hay nada peor que no tener criterio. De hecho, hay personas que viven sin realmente saber qué es lo que quieren. Y así solo se da bandazos y eres presa fácil del resto. Las envidias, los celos y las restantes bajas pasiones han existido siempre, pero hallan en Internet un campo abierto para denostar a cualquiera como si fuese una práctica de tiro al plato. Mal vamos.

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