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Pasión ante lo desconocido

Jueves, 1 de enero 1970

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La designación de Risco Caído y las Montañas Sagradas de Gran Canaria como Patrimonio de la Humanidad nos ha llenado de orgullo. Carentes de noticias agradables y positivas, esta nominación ha supuesto una bocanada de aire fresco de la que estábamos necesitados. Todos -me refiero a las instituciones- han remado hacia la misma dirección desde hace años y el trabajo bien hecho ha tenido su fruto. Pero aún hay mucho camino por delante. La isla de Gran Canaria se ha situado en un estatus de prestigio, pero esta noticia me ha provocado una reflexión. El domingo, tras el nombramiento, algunos amigos se interesaron en poder conocer la zona, en preguntar dónde estaba el lugar e incluso leyendo el reportaje publicado por mi compañero David Ojeda en la edición del pasado domingo me di cuenta que muchos lugareños de la zona desconocen qué significa o qué se esconde en el seno de esas montañas.

Es el momento para aprovechar esta ola que ha supuesto el interés inusitado por Risco Caído para articular un programa educativo que ponga en valor nuestras raíces y que este fenómeno que ha asombrado al mundo pueda entrar en las aulas para que los más pequeños se impregnen del orgullo que todos tenemos en la actualidad por lo realizado por nuestros antepasados.

No solo Risco Caído sino lo que significa el territorio que comprende el espacio de las Montañas Sagradas de Gran Canaria nos eleva a una forma de vida totalmente desconocida y que hoy admiramos. Pasear por Tirma, El Hornillo, Barranco Hondo, Cueva Caballero, Roque Nublo, Roque Bentayga o Risco Chapín, en mi caso gracias a la posibilidad que me ha dado descubrir entornos diferentes por el deporte, es todo un lujo. Siempre recordaré cuando descubrí Acusa Seca y Acusa Verde, así como la Mesa de Acusa, por la Artenara Trail. Uno, inmerso en la vorágine diaria del trabajo, tiene pocas posibilidades de aislarse del mundanal ruido, pero disfrutar de ese paisaje que no deja a nadie indiferente y poder imaginar cómo vivían en la época es digno de elogio. Acusa, ejemplo de pueblo troglodita, tuvo más habitantes que el núcleo de Artenara en el siglo XVIII y poder hoy en día pasar por delante de esas cuevas nos sitúa ahora en un escaparate diferente tras la noticia que nos llegó el pasado fin de semana desde Bakú.

Aún queda mucho camino por delante. El objetivo del programa Patrimonio de la Humanidad «es catalogar, preservar y dar a conocer sitios de importancia cultural o natural excepcional para la herencia común de la humanidad». Estamos en la senda y hay que aprovecharla.

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