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Nos la pegaron

«Nos llegaron a decir que la crisis fue porque vivimos por encima de nuestras posibilidades»

Jueves, 1 de enero 1970

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Hace diez años, concretamente el 15 de septiembre de 2008, el mundo se conmocionaba ante el derrumbe de Lehman Brothers, uno de los grandes bancos de Estados Unidos. La crisis financiera, que ya había dado algunos avisos, pero que nadie había visto o querido ver, se visualizaba así en todo su esplendor y daba paso a una debacle que aún padecemos.

Diez años después demasiadas cosas han cambiado, y no para bien. El aniversario ha servido para unos cuantos monográficos y un puñado de artículos sobre estas o aquellas medidas correctivas que dicen que se adoptaron; pero, lo cierto es que el modo de hacer de los políticos actuales desvela que no parece que hayan sacado ninguna lección de ese decenio oscuro, porque a la vista está que la política se sigue centrando en criticar, desgastar al adversario y desprestigiar a las personas, en vez de recuperar los derechos sociales y laborales perdidos o corregir la desigualdad desatada.

Hoy los paraísos fiscales siguen intocables, pese a que nos dijeron que iban a ser regulados; el capitalismo no fue refundado, como prometió Sarkozy, sino que se alteraron las reglas de juego: hoy la mayoría está más pobre y menos protegida y hemos interiorizado que podemos conformamos con un empleo precario porque la otra alternativa es el paro. Aceptamos vivir en una sociedad low cost. La crisis es la nueva normalidad.

Nos la pegaron. ¡Y bien! ¿Se acuerdan de cómo estábamos? ¿Cómo estamos ahora? Acatamos que las expectativas son peores que las que teníamos e, incluso, llegamos a creernos aquello que nos decían que todo era consecuencia de haber vivido por encima de nuestras posibilidades.

¿Se acuerdan cuando a Portugal, Italia, Grecia y España (Spain) les llamaban despectivamente los PIGS (cerdos, en inglés), por derrochadores que tambalearon el eficiente sistema? Luego nos vinieron con que la crisis era una oportunidad, ¿para qué?, ¿para quién? Resultado: unos pocos han ganado mucho y muchísimos han perdido demasiado. Y eso de que «los mercados se regulan solos» ya ven lo que puede provocar. Joaquín Estefanía, con su habitual lucidez, lo decía hace unos días: Una crisis de prestamistas (los bancos), con un juego de manos, la convirtieron en crisis de los prestatarios (los contribuyentes). Y tuvimos que pagarla.

¿Y? Volvemos al principio. Con todas estas, la política se sigue haciendo para criticar, para desgastar al adversario, para desprestigiar a las personas. Si entonces hubo burbuja inmobiliaria, ahora burbuja del alquiler. Seguimos en las mismas, pero con muchos menos derechos sociales y laborales y un estado del bienestar renqueante, porque, al parecer, nos dicen, tampoco nos lo podemos permitir; que es, por lo visto, de lo que se trata.

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