Nacionalismo y poder electoral

Pero esa unidad nacionalista, la que sea, requiere de grandes dosis de generosidad. La primera sería que el candidato a la Presidencia en 2019 debería proceder de Gran Canaria, todos los jefes del Ejecutivo de CC han sido de Tenerife desde 2003. Se dice pronto. Y sería un gesto de buena voluntad que ayudaría a superar los insularismos. Solo así habría más argumentos de peso para que voces importantes dentro de NC, como la de Antonio Morales, facilitasen la operación política.

Una cuestión que, por otra parte, no será sencilla. Por un lado, están los eternos personalismos que encima, en este caso, se da la casualidad que muchos de ellos convivieron en su día dentro de CC. Y quien tuvo, retuvo. Por el otro, está la pendiente reforma electoral que si bien NC la pretende, CC se niega por completo. Y no es asunto menor.

Y, por último, está por ver si a Casimiro Curbelo le interesa suscribir las palabras de Carlos Alonso. En principio, ASG seguiría teniendo tres de los cuatro diputados que le corresponden a La Gomera y, por consiguiente, su poder permanecería intacto. Pero resulta que Curbelo ya ha descubierto el dominio enorme que le otorga ir por libre. Y para sumarse a una plataforma nacionalista en la que se diluiría otra vez, para eso retornar al PSOE. Serán las dudas que le asoman a Curbelo que es hoy por hoy el que más peso político tiene en el archipiélago amén, eso sí, del sistema electoral. Ahora bien, la realidad es la que es y, de confirmarse el ascenso vertiginoso de Ciudadanos, el nacionalismo canario está obligado a repensar su entendimiento. Antes o después, los hechos imperan. Máxime, en política.