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El comportamiento del electorado varía en los distintos comicios. Sucede, por ejemplo, en Cataluña. En las autonómicas son más fuertes las fuerzas independentistas, 47,49% de los votos conjuntamente (ERC, JxCAT y la CUP) en las de diciembre de 2017, y en las recientes generales pese a mejorar con respecto a las del 28 de abril se quedan en el 42,59%. Antes del procés era incluso más evidente: votaban mayoritariamente al PSC a la ciudad de Barcelona o a las generales y al partido de Jordi Pujol en las elecciones a la Generalitat.

En Canarias ocurre igual. Hay municipios que se vuelcan en una determinada fuerza política a la hora de elegir su alcalde o alcaldesa, pero que en el momento de escoger a sus representantes en la Cámara canaria o a sus diputados y senadores en Madrid el reparto de votos es bien diferente. A fin de cuentas, el electorado no es de nadie y cada cual hace con su voto lo que le dicte su conciencia.

Ocurre con el extendido mito del sureste grancanario como clave del voto nacionalista. De CC desde mitad de los noventa hasta mediados de la primera década de este siglo y, posteriormente de NC. Es, digamos, una verdad a medias. Bastante válida para las cabildicias y autonómicas, pero no para las generales. Una cosa es que sus marcas o sus organizaciones aliadas ganaran ampliamente en sus respectivos municipios y otra cosa bien diferente es que eso se trasladara automáticamente a todos los ámbitos, especialmente respecto al voto a las Cortes generales.

Así, en momentos en que el candidato de Nueva Canarias en Santa Lucía, Silverio Matos, superaba el 50% de los votos en apoyo o en Agüimes pasaba lo mismo con Antonio Morales y Roque Aguayro, la situación en las papeletas al Congreso era bien diferente. El electorado distinguía (y sigue distinguiendo) claramente entre las diferentes convocatorias.

Ocurrió en los comicios de 2011, en los que CC y NC fueron juntos a las generales y obtenían en Agüimes el 14,21%, por detrás de PP (51,36%) y PSOE (23,83%). Otro tanto sucedía en Santa Lucía: los nacionalistas el 19,71%, en unos comicios que ganó en ese municipio el PP, con la mitad de las papeletas (49,79%), dejando en segundo lugar al PSOE (21,65%).

Es decir, que personas que confiaban en la gestión municipalista de las respectivas organizaciones y sus líderes, luego, en la política estatal, apoyaban a otras opciones, en aquel momento al bipartidismo y con clara ventaja para las fuerzas conservadoras. Quienes apuntaban a esa zona de la isla como paraíso del nacionalismo de izquierdas realizaban un análisis tan insuficiente como poco avalado en datos y escasamente certero.

10n

Otro tanto ocurrió el pasado 10 de noviembre, aunque esta vez siendo sensibles al mayoritario apoyo estatal al PSOE. En Agüimes NC-CC se quedó en el 12,45% y los más votados fueron PSOE (26,22%) y PP (17,83%). Peor le fue a los nacionalistas en Santa Lucía (10,77%), superados claramente por los socialistas (28,96%) y los conservadores de Casado (18,16%).

Estos días posteriores los comicios se especula sobre los efectos de la concurrencia entre CC y NC. Y se apunta a que esta perdió votos con relación a la presentación por separado en abril. Lo que no deja de ser una perogrullada. Nadie esperaba que la coalición alcanzara la suma de lo que ambas fuerzas lograron hace siete meses. La rapidez en que se tomó la decisión por la convocatoria electoral no permitió hacer mucha pedagogía sobre el acuerdo y sus virtudes. Y, tras años de disputas, no todo el electorado entendió el acercamiento, a lo que tampoco ayudó el público rechazo de algunos l c en las generales con relacióe ese espacio en las generales con relacihace ahora ocho años, y lo sucedido el 10N. Entre otrasíderes en ambas orillas.

Además, al igual que le ocurrió a otras organizaciones, el retroceso en la participación también pasó factura. ¿Hubiesen sacado más votos CC y NC presentándose por separado a estos comicios? Estoy convencido de que sí, especialmente en Gran Canaria. Pero con un alto coste: ninguno, ni NC ni CC, habría conseguido plaza al Congreso por Las Palmas.

En cambio sí es razonable la comparación, como señala Edmundo Ventura en un artículo en Tamaimos (El nacionalismo canario en 2011 y 2019), entre lo ocurrido la primera vez que se presentaron conjuntamente CC y NC, hace ahora ocho años, y lo sucedido el 10N: 15,46% en 2011 y 13,12% en 2019. Salvedades más relevantes: el desplome en Santa Lucía y el crecimiento en Gáldar.

«¿Hubiesen sacado más votos CC y NC presentándose por separado a estos comicios? Estoy convencido de que sí, especialmente en Gran Canaria»

Con una pequeña diferencia: en 2011 no existían ni Unidas Podemos ni Ciudadanos, tampoco Vox, lo que reduce el porcentaje de todas las formaciones. Baste recordar que entonces, en 2011, los partidos más votados en Canarias fueron el PP (47,97%) y el PSOE (24,85%). El pasado domingo el PSOE ganó con un 28,88% y el PP quedó segundo con un 20,79%, a notable distancia de lo sucedido hace solo ocho años, en que ambos aglutinaron más del 72% de los sufragios.

Da la impresión de que hay menos espacio que en el pasado, aunque sujeto a numerosos cambios, como hemos visto en estos últimos comicios con la desaparición de Ciudadanos y su sustitución por la extrema derecha.

Desconfianzas

Eso no supone que el nacionalismo deba caer en la complacencia. Los resultados pudieron y debieron ser mejores. Distintas circunstancias, que les corresponde a ellos y ellas analizar, lo dificultaron. La consecución de escaños en las dos circunscripciones y el papel que pueden jugar en la política estatal confirman que fue un acierto, que mereció la pena la unidad. Pero esta es aún débil, coyuntural, electoral. Es imposible disipar las desconfianzas en un mes. Pero el camino emprendido apunta en la buena dirección.

Hubiese sido un suicidio politico el concurrir con uan fuerzaestatal buenba as en un mesden jugar en la pol como hemos visto en estos ñultimso cocmios con lítico el concurrir con una fuerza estatal, Más País, que ha confirmado ser un auténtico fiasco (2,47% en el Estado, un punto menos en Canarias) y a la que no hay que aplaudir en modo alguno su estéril división del espacio progresista. Suicidio político desde el punto de vista de ahondar en la desorientación del electorado y, desde luego, desde el práctico: el batacazo estaba más que asegurado, no habría escaño para la alianza NC/CC en la circunscripción de Las Palmas.

Desde el domingo 10 todo ha sido frenético. Ahora, en un giro sorprendente, nos encontramos ante el intento de conformación de Gobierno por PSOE y UP tras siete meses perdidos, trufados de mutuas acusaciones. De buenas a primeras, Canarias y sus diputados nacionalistas ocupan hueco en los informativos de las radios y las televisiones estatales y espacio en los periódicos. Pueden ser muy importantes para la gobernabilidad y para que Canarias pinte algo en el ámbito estatal. Lo que no hubiera sucedido sin el acuerdo establecido entre las dos organizaciones nacionalistas.

De las autonómicas a las generales

En la presente década, la segunda del siglo XXI, el nacionalismo canario ha contado con dos escaños en el Congreso de los Diputados en las elecciones de 2011, en la que fueron conjuntamente CC y NC, y en las de 2016 y 2017, en las que NC concurrió en coalición con el PSOE. En abril de 2019, presentándose en solitario, NC perdió su escaño. Ahora lo vuelve a recuperar, con su alianza con CC, y se repite la situación de 2011.

Entonces, en los comicios generales de noviembre de 2011 el PP triunfó de forma aplastante en el Archipiélago, con 445.637 votos (48%), muy por delante del PSOE (230.475; 24,84%) y CC-NC (143.550; 15,46%).

Muy poco que ver con lo que había sucedido en mayo de ese mismo año en los comicios autonómicos: PP (289.381), CC (225.948), PSOE (190.028) y NC (82.148).

El nacionalismo, que concurrió conjuntamente a las generales, pasó de los más de 308.000 votos de las autonómicas a los 143.550 de las generales. Es decir, redujo sus sufragios en un 53,30%. Proceso contrario vivieron PP y PSOE. Los conservadores incrementaron sus apoyos en un 54% y los socialistas en un 21%.

Si hacemos el mismo ejercicio ahora, ¿cuánto perdió el nacionalismo con relación a los datos del 26 de mayo del 2019? En las autonómicas CC consiguió 196.080 papeletas y NC 80.891, es decir, conjuntamente ese espacio obtuvo 276.971 votos. Ahora, logró en las generales algo más de 124.000. Perdiendo, por tanto, el 55,12% de los sufragios. El patrón se repite.

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