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Directo Pimienta analiza el partido de este sábado ante el Barça

Más que unas primarias

Jueves, 1 de enero 1970

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Hacía tiempo que la izquierda europea en su conjunto no atravesaba un trance tan complicado, probablemente desde la caída del Muro de Berlín en 1989. Y tampoco se recuerda un aprieto interno tan espinoso en el socialismo español al amparo de la democracia constitucional de 1978, seguramente desde el conflicto entre renovadores y guerristas. Las primarias del PSOE del próximo domingo no son un proceso más. Al contrario, adquiere un inconfundible aroma de brecha histórica, de punto de inflexión y de certeza de que su resultado será definitorio. Tres candidatos (Susana Díaz, Pedro Sánchez y Patxi López) que saben que el dilema socialista no será fácil de encarar desde el día siguiente.

A diferencia del proceso democrático protagonizado por José Borrell y Joaquín Almunia o, más recientemente, entre Sánchez, Eduardo Madina y José Antonio Pérez Tapias, en esta ocasión se dirimen más que diferentes sensibilidades. Hasta ahora, ganase quien ganase, no se dudaba de que luego se pudiera reagrupar unos con otros, se seguiría defendiendo la socialdemocracia como proyecto distinguible dentro de la izquierda y que el PSOE continuaría siendo la misma marca electoral. Sin embargo, no es este el caso. Díaz aspira a recuperar mayorías sociales propias de la era del bipartidismo (tarea más que ardua) y distanciarse de Podemos. Por su parte, Sánchez ha ido virando su discurso pero reluce su pretensión de confundirse en una amalgama de izquierdas donde Podemos antes o después superaría al PSOE.

La socialdemocracia europea atraviesa una época de crisis donde se entremezcla el cuestionamiento de la democracia representativa, el descrédito de las instituciones, el empobrecimiento de las clases medias (cuando no su proletarización), la digitalización del mercado laboral y las inclemencias de la globalización. Además, el retroceso electoral último bajo la tutela de Sánchez (pasando de 110 a 85 escaños en dos derrotas consecutivas) pinta un panorama más que espinoso.

La socialdemocracia como producto ideológico y, a la postre, electoral tiene un segmento poblacional al que dirigirse; que será mayor o menor desde la Gran Recesión de 2008 y la salvaje austeridad, pero es el que es. Sin esta antesala no puede entenderse los populismos que han salpicado al Viejo Continente a izquierda y derecha. Sánchez ya ha sido testado electoralmente y no ha servido. Los otros dos aspirantes (Díaz y López) gozan de la presunción favorable de no haberlo aún intentado. Pero la enjundia de la problemática que atañe al PSOE y al resto de la socialdemocracia europea no se supera contraponiendo a la militancia con los cuadros ni haciendo gala de un “no es no” que solo sirve para obviar tu propia responsabilidad como candidato en 2015 y 2016. Sin duda, el PSOE se la juega.

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