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Una generación va dejando paso a otra, es ley de vida. Luis Mardones era un fijo de los diputados canarios en Madrid, desde 1982 hasta 2008. Su talante era el propio de un hombre de los de UCD que en su actividad parlamentaria supo granjear acuerdos con un Felipe González que comenzó a necesitarle desde 1989, José María Aznar y José Luis Rodríguez Zapatero. En pleno auge del bipartidismo su apoyo, junto a otros pocos nacionalistas, era el propio de un muñidor que decantaba el resultado para socialistas o populares a cambio de obtener réditos para Canarias. Su pasado en la UCD, antes de arribar en ATI, hizo que fuera uno de los tantos itinerarios tan dispares que protagonizaron la creación de CC en 1993 tras la moción de censura a Jerónimo Saavedra y que CC apareciera ya como marca electoral en los comicios generales de ese mismo año.

Ahora que tan de moda está la Transición y la memoria histórica, Mardones fue el gobernador civil en Santa Cruz de Tenerife cuando el 12 de diciembre de 1977 murió el estudiante Javier Fernández Quesada en las puertas de la Universidad de La Laguna. Una actuación de la Guardia Civil que nunca ha sido esclarecida del todo y de la que Mardones podría haber aportado más luz en cuanto que, en última instancia, era el responsable del poder central (aún no había Constitución ni existían las comunidades autónomas) y sus fuerzas coercitivas. Mardones muere a los pocos días de que se conmemorase el aniversario del fallecimiento de Fernández Quesada en el edificio de Humanidades de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria con la presencia de su familia, el concejal capitalino Sergio Millares y el rector Rafael Robaina. Aquella desgracia no recibió las explicaciones pertinentes (o todas las necesarias) por parte de Mardones. No cabe duda que tuvo que ser un mal trago para él gestionar ese drama que afectaba a un chico de buena familia (el desgarro de los suyos al enterarse de la noticia estando en otra isla) y en unos años en los que, con Franco enterrado, la represión ya no era igual de cruel con los universitarios que con los obreros. ¿A quién se le ocurrió que la Guardia Civil entrase así en el recinto universitario?, ¿cómo es posible que todavía no se sepa ese trance como es debido y sin identificar al autor del disparo?

En fin, Mardones era un centrista que con la implosión de la UCD evitó enrolarse en AP y optó por la defensa de su isla y luego del archipiélago desde las filas nacionalistas. Y desde ahí emprendió los capítulos del diputado cabal que ha llegado hasta nuestros días. A buen seguro, hoy no queda espacio para parlamentarios de esta naturaleza en un Congreso de los Diputados tan fragmentado como exaltado en el discurso.

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