Borrar

Necesitas ser registrado para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Madrid siempre estará en mi corazón. Allí viví cuatro años, acumulé experiencias inolvidables y aprendí en la Complutense algunos de los muchos encantos de la profesión periodística. Por eso tengo clavada la espinita de no haber disfrutado de una etapa histórica para una ciudad que avanzaba sin mirar atrás al ritmo de Manuela Carmena. Asumió la alcaldía un año después de mi regreso a Gran Canaria y convirtió Madrid en una capital de la que sentirse orgulloso. Y no lo digo solo por reducir la deuda más de un 50%, arreglando la estrepitosa herencia que dejó Gallardón con sus túneles. Hablo del discurso integrador, conciliador, moderno y progresista de esta entrañable política que hasta cuando se despide da lecciones: «Cuidemos la democracia», fue su última súplica.

Mejoró las escuelas infantiles municipales con la apertura de nuevos centros y la disminución de niños por aula. Frenó los desahucios e inició un plan para bajar los precios del alquiler. Deja una Gran Vía con menos carriles para el tráfico y aceras más anchas para los viandantes. Retiró símbolos y nombres de calles franquistas. Y, aunque Manuela no lo verá como alcaldesa, su impronta sobrevivirá a su mandato con un centro pionero que prestará atención a mujeres violadas las 24 horas.

Pero ahora Madrid vuelve a cambiar de piel con una coalición de derechas que augura inestabilidad, desconfianza y tensión. Es el precio a pagar por el PP para poder gobernar después de los peores resultados de su historia. Tendrá que controlar a Vox y sus exigencias, su radicalismo y su discurso de confrontación. La celebración del Orgullo, esa fiesta integradora que el partido de Abascal tanto detesta -aprovecharía la congregación de tantos homosexuales para intentar una cura colectiva-, está cogida por pinzas. Almeida promete una bajada de impuestos tremenda a la vez que anuncia inversiones multimillonarias en la ciudad con la mayor hipoteca del país. Pretende organizar los Juegos Olímpicos de 2032 y al mismo tiempo cerrará 2.000 camas de hospitales este verano.

Ortega Smith dice que su grupo llega para ofrecer un gobierno de libertades contra «la amenaza de Carmena». Da miedo pensar qué clase de libertades serán esas. El adiós a Madrid Central es una de las obsesiones del nuevo gobierno. El humo y la contaminación volverán al centro, las motos destronarán a las bicis y los coches tendrán de nuevo vía libre para formar atascos. En fin, Madrid, cuanto perdiste...

Manuela fue la más votada, pero los pactos de la derecha la destronaron. Salió a la calle para decir adiós y los madrileños se fundieron en un abrazo de mil manos con la mejor alcaldesa que ha tenido esta ciudad. Aquella que trajo solidaridad, civismo y belleza, la que luchó por la dignidad de las personas. Humanizó la política, tal y como prometió, y la gente se lo devolvió. Nunca antes se había visto algo así, pero ella lo merecía. Carmena, Madrid ya te llora.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios