Borrar
Las llaves y la puerta

Las llaves y la puerta

Jueves, 1 de enero 1970

Necesitas ser registrado para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

El tremendismo español debería abordar las cuestiones políticas pendientes con otro humor, o se va a enfermar de los nervios. Están poco acostumbrados en la península a los pactos entre fuerzas distintas, y eso se notó en los seis meses que tardó Pedro Sánchez en darse cuenta de la alianza que más le convenía. Puede que no haya convencido a todo el PSOE. Puede que el circuito de la economía esté el público un pelín nervioso. Puede que en su casa estén preocupados por si el candidato ya no acierta a dormir por las noches. Pero a grandes males, grandes remiendos.

Tendrían que estudiar la lógica imperante en Canarias, para hacer más llevaderos los disgustos. La cultura del pacto a toda costa no existía en la península hasta hace seis meses, y sin embargo, en el Atlántico medio ya se acumula una dilatada experiencia. De esta forma se puede ilustrar el mecanismo para domesticar nacionalismos. Aquí hemos comprobado cómo 25 años en el poder son suficientes para acabar con toda vocación soberanista, si se riega con abundancia y se poda con discreción. La motivación para ser llave del Estado ayuda a diluir la pretensión de emanciparse. De tanto abrir y cerrar, la llave se acaba creyendo que es la dueña del marco por donde cruzan las subvenciones sin fondo.

Las próximas semanas alumbrarán el mercadillo navideño con ofertas de segunda mano. Todo gobierno tiene un precio, pero la gestión necesita crédito, y esa fortuna ya la malgastó Pedro Sánchez. La pretensión de no negociar «asuntos regionales» para conseguir apoyos resulta enternecedora, si no fuera por la distinta vara de medir que se usa con las castañas de Cataluña. A esta hora no se sabe si tantas llaves abren la puerta, pero los humoristas están contentos. No les faltará madera.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios