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La venganza de Soria

La venganza de Soria

Jueves, 1 de enero 1970

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José Manuel Soria se resiste a quedar confinado en la vida privada y acude a la cita congresual del PP para presionar y así hacerse valedor de un retorno a la primera línea política. Muy mal tendría que estar el PP para obviar cómo y por qué fue su salida: la aparición de su nombre en los papeles de Panamá. Si no llega a ser por aquella investigación periodística de carácter internacional, hubiera seguido tan ancho en sus responsabilidades ministeriales en Madrid. Sin sonrojo, sin reconocer su firma que le retrotraía incluso a su etapa como alcalde de Las Palmas de Gran Canaria. Si uno piensa lo que fue Soria en esta isla (el enorme poder que tuvo) y lo compara a lo que es hoy, cuando menos sorprende. Pero su caída la rubricó él mismo y la aparición de los papeles de Panamá hizo el resto.

En términos políticos, Soria está quemado. Otra cosa es la influencia que aún atesora a nivel interno del PP. Pero electoralmente ya no tiene recorrido. Además, su paso y apogeo institucional coincide justo con aquella etapa de especulación urbanística y runrún de corrupción que protagonizó el comienzo de cambio de siglo tanto en el archipiélago como en la costa del Mediterráneo. Y la sociedad canaria poco quiere saber de aquel periodo.

Soria no traga su salida abrupta del Gobierno y quiere cobrárselo. Pero en las islas le supera que Asier Antona sea autónomo, tenga mando en plaza y no le deba nada en un proceso sucesorio que nunca se produjo precisamente por cómo se fue Soria del Ejecutivo. Ni el guion más elaborado pudo imaginar este desenlace viendo lo que él fue desde la década de los años noventa. Hasta el punto que se cargó políticamente a José Miguel Bravo de Laguna de un plumazo y, con los años, siendo vicepresidente del Gabinete regional se creía con desdén más que Paulino Rivero. Que encima luego Antona despachara en privado en La Moncloa con Mariano Rajoy, recordemos las fotografías de ambos compartiendo confidencias en la intimidad, ya era el colmo para su cesarismo ilimitado.

Así las cosas, Soria carga todo el arsenal en contra de la candidatura de Soraya Sáenz de Santamaría. Lo triste es que el PP se enrede en venganzas internas cuando la realidad electoral será otra si no miran más allá de sus agravios mutuos pendientes de desquitarse. Si abandonan el centro para resaltar la pureza de un neoliberalismo que no conecta con el conservadurismo estilado en la España del interior, serán una copia de Ciudadanos y promoverán que la izquierda se una en bloque. Si gana Pablo Casado habrá confrontación política dura, muy dura. Y resentirán las opciones de que el bipartidismo recobre la fuerza electoral que tuvo.

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