La letanía de la Unión Deportiva

El encuentro el pasado viernes contra el Granada fue infumable. Hubo goles pero fue soporífero. Daba ganas de haberte quedado en casa. Y lo digo también porque el estadio de Gran Canaria es friolero, hay noches que a estas alturas del año se asemeja al José Zorrilla del Real Valladolid que es una auténtica nevera y que en su momento se construyó pensando en el Mundial de España de 1982, quizá la UCD pensaría que así retendría votos conservadores en Castilla. Así las cosas, todo el viento norte entra por la grada naciente para instalarse en el campo de fútbol de la Unión Deportiva que no olvidemos está ubicado en un barranco. El partido frente al Granada fue un tributo a la paciencia más que otra cosa. Y la afición se marchó al finalizar sabiendo que los minutos de Jiménez en el banquillo estaban contados pero sin concluir qué es lo que está fallando con independencia de que hay jugadores que podrían dar mucho más de lo que entregan en el verde. Hay honrosas excepciones como Sergio Araujo que le echó garra en la jugada del segundo gol.

Espero que tengamos al Herrera del ascenso y no al de la Primera División que se encerraba atrás con un estilo muy defensivo donde los cinco centrales fueron norma aunque se jugase contra equipos que igualmente competían por la salvación. No arriesgaba y duró poco tras subir a la máxima categoría. En fin, es tradicional el debate sobre si vale más la efectividad que el buen fútbol (los resultados o el juego) y de momento la realidad es que esta temporada ha primado el aburrimiento. De seguir así, muchos vacilarán con renovar el abono el próximo año. Salvo que Ramírez tenga la gentileza, cosa que dudo, de darlo otra vez gratis a modo de recompensa a la fidelidad.