La izquierda ante Cataluña
El asunto catalán debilita más a la izquierda (PSOE y Podemos) que a la derecha. Puede que Mariano Rajoy sea el príncipe de la inacción y que su recetario por omisión (no hacer nada) no suponga solución; a fin de cuentas, detrás del peso de la ley seguirá existiendo un problema político tras el 1 de octubre. Sin embargo, la posición de la izquierda es distinta. A no ser tan contundente y optar por explorar llegado el caso por otras opciones constitucionales, las fórmulas intermedias dañan más a su ideario. Especialmente, a ese electorado del sur fiel al centroizquierda que no quiere experimentos a cuenta del orden territorial. A Ferraz le importa Andalucía, es el último granero. Más si cabe que aquello que pensaban los poscomunistas andaluces de IU cuando veían que su propia coalición pactaba con el PNV (la burguesía vasca) en el norte. Esas contradicciones, que no las tiene la derecha, las paga la izquierda.
El lío territorial no tiene arreglo. Sin ir más lejos, José Luis Rodríguez Zapatero creyó con ingenuidad que iba a solucionar la tensión catalana mediante la aprobación en Madrid de aquel nuevo Estatuto de Autonomía con independencia de cómo viniera redactado desde Barcelona. A Zapatero entonces todo le valía porque la España de la precrisis y el crédito fácil era más accesible a los deleites y pretensiones nacionalistas. Eso, más la crisis económica, precipitó su salida de La Moncloa. Ahora puede que se reproduzca una tendencia similar en el centroizquierda al patrocinarse una plurinacionalidad que no encaja fácil en la sociedad civil fuera de Cataluña.
Al PP le interesa el respaldo del PSOE y, si fuera posible, de Podemos de cara al 1 de octubre. Pero ya está. No hay más. Casi Rajoy prefiere luego que esas lagunas y objeciones permanezcan enquistadas dentro de la izquierda. ¿La socialdemocracia realmente se recuperará a son del debate territorial? La pugna de la izquierda está en atraer a las clases medias, salvaguardar su pujanza económica así como su horizonte de expectativas sociales. El frente político de Cataluña no ayudará a que el PSOE (con o sin Podemos) regrese a La Moncloa. Dicho de otra manera, a Rajoy le interesa en cierta medida que el pulso soberanista siga en pie porque es sabedor de que esa misma contundencia le asegurará unos cuantos millones de votos que no están para probar con ofertas federales y mucho menos alegatos de plurinacionalidad. Es decir, que la manera de afrontar el desafío soberanista catalán tiene un indudable coste electoral. Eso sí, no es el mismo para el PP como para el PSOE. Y, ya puestos, hasta puede que a Rajoy le beneficie si su reacción tajante satisface a su electorado.