Borrar

Necesitas ser registrado para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Parece que fue ayer cuando los votantes del PSOE celebraban en Ferraz la victoria de Sánchez en las elecciones del 28A al grito de «¡Con Rivera no! ¡Con Rivera no!» y el categórico «¡Sí se puede! ¡Sí se puede!», el lema de Podemos. En realidad era una fiesta de toda la izquierda, felices por lo que debería haber sido la gran oportunidad de dar un golpe sobre la mesa y formar un gobierno progresista, demostrar que la izquierda también puede ir de la mano por el bien común ignorando los mandatos del IBEX, dejarle claro a Ciudadanos, PP y Vox que el futuro que merece este país es otro que el de retroceder a épocas pasadas, coartar libertades, dar de lado a mujeres e inmigrantes, y permitir el protagonismo a partidos extremista como el de Abascal. Pero todas estas ilusiones van a quedar en saco roto por la avaricia de Sánchez.

Parece inevitable que se repitan las elecciones el 10 de noviembre. Las cuartas en los últimos cuatro años, con lo que eso conlleva. Y todo por la continua negativa que le ha brindado el presidente en funciones a Pablo Iglesias. Vale que en las primeras negociaciones -que fue cuando más cerca estuvo el acuerdo- quisiera sacar músculo y hacer valer su posición de fuerza, pero de ahí a rechazar sistemáticamente todas las propuestas y solo aceptar una investidura gratuita es demencial.

Sánchez pone en riesgo a España con su situación de bloqueo y la inevitable desaceleración económica que provoca estar bajo un gobierno provisional. Y, además, se la juega con unos nuevos comicios que comprometen la victoria del 28A. Las encuestas dicen que solo dos de cada diez votantes de izquierdas quieren volver a las urnas, mientras que seis de cada diez electores conservadores lo están deseando. Es otra oportunidad para ellos.

El propio Rivera, con una propuesta a Sánchez de última hora de abstenerse a cambio de algunas condiciones, se relame ante el nulo entendimiento de la izquierda a pesar de la negativa del primer ministro a las ridículas peticiones para su abstención. Pero Sánchez está empecinado en sacar a relucir los viejos fantasmas de la izquierda poniendo piedras en su propio tejado. La gota fría y los incendios son dramas incontrolables, pero otras elecciones sí que es un desastre que se puede evitar. Y no hacerlo es de una irresponsabilidad imperdonable.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios