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La centralidad del PNV

Jueves, 1 de enero 1970

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Se le atribuye a Gary Lineker, exjugador que hace años pasó por el Fútbol Club Barcelona, la máxima de que «el fútbol es un deporte que inventaron los ingleses, juegan 11 contra 11 y siempre gana Alemania». Algo similar, en cuanto a la política, podría decirse del PNV. Sin ellos Mariano Rajoy no hubiese gobernado y asimismo no hubiera triunfado la moción de censura que interpuso Pedro Sánchez justo después de aprobarse los Presupuestos Generales del Estado de los populares que, por cierto, son los que aún se aplican. El PNV tiene una habilidad fina para saber bascular a izquierda y derecha y encima hacerlo en el momento preciso. A buen seguro, se trata de una competencia que se atina con mejores rendimientos a medida que se acumula experiencia. Y desde que el PSOE se desprendió de las mayorías absolutas en tiempos de Felipe González y José María Aznar llegó a La Moncloa en 1996 muy alejado de los 176 escaños, el PNV sabe negociar. De hecho, Xabier Arzalluz no tuvo reparos, a la hora de la verdad, de entenderse con Aznar y respaldarle sus Presupuestos de 1997 y 1998.

En Canarias ese espacio está actualmente huérfano. En su día, lo ocupó CC que durante un ciclo importante aglutinó notorios resultados electorales a la par que intercedía en Madrid, un proceso que adquirió su auge en las elecciones generales de marzo de 2000 cuando logró 4 escaños, dos diputados por cada provincia respectivamente. Por supuesto, los mimbres sociológicos persisten en el pueblo canario. Es una oferta electoral que no solo vende sino que puede concentrar en torno al 25% de los votos y ser decisiva en el sistema de partidos del archipiélago.

El PNV solo tiene 6 representantes en la Cámara Baja. No es poco. Pero su potencial es menor que el del nacionalismo catalán (ERC y JxCat) que, dada la población, compite en circunscripciones de una magnitud mayor (actas que se reparten en función del método D’Hondt). En Canarias se asignan menos con respecto a Euskadi. Por lo que aquellos 4 cosechados en 2000 valen su peso en oro; especialmente porque entonces le correspondían a Las Palmas 7 diputados y no 8 como ocurre ahora.

Las encuestas apuntan que hoy el PNV saldrá reforzado en las urnas. Ganará con holgura más allá de la gobernabilidad posterior que, probablemente, pasará por sus manos. Y es que entre el PNV y EH Bildu congregarán más del 60% de los votos; se dice pronto. El PSE-EE ya no es lo que era y el PP roza la frontera de lo extraparlamentario. Con estos datos, se comprende la inoperatividad e incapacidad de las derechas mesetarias de imponer su modelo de Estado. Una y otra vez, tropiezan con la realidad plurinacional: sea en el País Vasco o en Cataluña. Y a esto hay que sumarle el pragmatismo del PNV cuya posición de liderazgo es indiscutible. Un proyecto político con ideología que lo sustenta y que está adecuadamente cimentado en la sociedad.

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