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La campaña electoral que deseamos

Miércoles, 15 de julio 2020, 03:55

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El arranque de la campaña electoral empieza a dejar síntomas preocupantes de que nos esperan dos semanas de cruce continuado de reproches, gestos para la galería y poca concreción de propuestas programáticas. La polarización ideológica entre izquierda y derecha y la necesidad de los partidos instalados en ambos bloques de hacerse oír está alimentando esa deriva en la que prima más el ataque al resto que la definición de qué se pretende hacer si se accede al poder.

A esto se añaden las actuaciones que están en el límite, cuando menos, en el límite de lo que permite la normativa electoral. Gestos que da igual de dónde vengan, pues las reglas del juego son iguales para todos, de manera que nadie debe saltárselas y a nadie puede salirle gratis la vulneración de las mismas.

Parecen olvidar los partidos que todos los sondeos, incluida la tan cuestionada encuesta del Centro de Investigaciones Sociológicas, prevén que no haya mayoría absoluta, lo que obligará a dos o más fuerzas políticas a sentarse para garantizar la gobernabilidad del país. Resulta, por tanto, absurdo que ahora unos y otros se enfanguen con acusaciones cada vez más altisonantes, pues la matemática parlamentaria obligará a que haya acuerdos. Y en esto conviene recordar que esa ausencia de una mayoría parlamentaria absoluta no es otra cosa que el mandato de los electores, que son los que, con su voto, obligan a los parlamentarios a dialogar.

Desde la perspectiva de Canarias, la puesta en escena que ofrecimos esta semana a los lectores de este periódico en el arranque de campaña, con la foto de grupo de seis candidatos al Congreso por Las Palmas, es la demostración gráfica de que discrepancia y cortesía no están reñidas. Es más, jamas deben estarlo.

Ojalá los quince diputados y once senadores canarios que saldrán elegidos el día 28 se mantengan fieles a ese principio. Como también deseamos que sean capaces de mantener puntos de encuentro para defender los intereses de las islas, gobierne quien gobierne.

La campaña electoral que deseamos es aquella, en resumen, que resuelva dudas de los ciudadanos sobre cómo gestionarán los que aspiran a conseguir el voto. Una batalla dialéctica que esté libre de descalificaciones y donde cada uno pueda exponer en libertad y desde el respeto a los demás sus propuestas. La democracia ni se asienta en el insulto ni en el espectáculo.

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