Jabalí herido
Del director ·
Putin no solo está castigando a Ucrania sino a Europa en su conjunto
Dicen los que entienden de caza que el jabalí es peligroso sobre todo cuando está herido, de manera que es mejor no ponerse en su camino. Visto con la perspectiva que da la distancia, el presidente ruso, Vladimir Putin, parece cada vez más un jabalí herido que se revuelve y amenaza con llevarse todo lo que se le ponga por delante.
Me reitero en lo dicho en este espacio hace meses: había que ir pensando en una salida mínimamente digna para las dos partes, pues todo indicaba que una contienda larga no acabaría con una victoria contundente de rusos o ucranianos. Desde una óptica democrática, lo deseable es claramente una derrota de Rusia pero es ahí donde se acrecientan los miedos: ¿qué límites sobrepasará Putin antes de asumir la evidencia de que ha fracasado? Su mensaje de esta semana fue en ese sentido muy preocupante, con un recordatorio nada encriptado de que posee armamento nuclear.
Las crónicas de estos días nos hablan de resistencia en las calles de Rusia ante la anunciada movilización de reservistas. Ojalá fuera el principio de una revuelta que pusiera fin a la autocracia montada por Putin, pero tampoco parece que eso sea cosa de 24 o 48 horas. Y cada día que pase sin una caída abrupta del régimen, peor lo pasarán los que integren esa resistencia cívica.
Después están los daños colaterales: Putin no solo está castigando a Ucrania sino a Europa en su conjunto. Tiene el gas como un arma más y lo usa a su antojo, a sabiendas de que la escalada de precios pasa factura a las economías occidentales y coloca a sus gobiernos en un grave aprieto. También sufren el estrangulamiento económico los rusos, pero ahí es obligado recordar que hablamos de una dictadura de facto, con apoyos económicos muy sólidos y con una máquina represora contundente, de manera que una cosa es el malestar ciudadano y otra muy diferente confiar en un giro de 180 grados de hoy para mañana.
Para complicarlo todo mucho más, Europa sigue contestando de manera desorganizada y continúa sujeta a notables interrogantes. El domingo, por ejemplo, hay elecciones en Italia y vamos a ver lo que sale, pues la ultraderecha aparece en todas las quinielas como pieza clave en el bloque ganador.
El resultado del puzle es una Europa atenazada por un conflicto sin visos de solución y con un jabalí herido que no sabemos lo que puede durar, pero que es evidente que cuenta con un arsenal para amenazarnos y, quizás, para echar el cierre...
