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Greta, una crisis no solo climática

Greta, una crisis no solo climática

Miércoles, 15 de julio 2020, 17:06

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Los seres humanos necesitamos de determinadas circunstancias y, también de personas que nos hagan reaccionar. Que nos saquen de nuestro letargo, de nuestro lugar de confort. Y nos obliguen a reflexionar y a tratar de cambiar las cosas. En el tema de la Crisis Climática, que tan gravemente amenaza al planeta, han intervenido desde la comunidad científica a grupos ecologistas pasando por dirigentes políticos como el exvicepresidente estadounidense Al Gore. Sin embargo, ha sido una piba de apenas 16 años la que ha logrado un mayor impacto en el conjunto de la sociedad y, especialmente, entre los jóvenes.

Empezamos ya a sufrir las consecuencias del cambio climático, que son tan variadas como terribles. Seremos cada vez más víctimas de sequías e inundaciones, de temperaturas extremas y de incendios forestales devastadores. Y los daños, afectarán, como casi siempre, en mayor medida a los países más pobres y a la gente más vulnerable. Pese a que son los más ricos los que más contribuyen al desastre por sus emisiones contaminantes.

Se incrementarán, asimismo, los actuales movimientos migratorios, con millones de seres humanos huyendo de condiciones climatológicas extremas, inundaciones y sequías, hambrunas, dificultades de acceso al agua potable y catástrofes naturales de todo tipo. Apocalíptico, pero con todos los visos de convertirse en una palpable realidad.

En medio de ese panorama hay todavía un lugar para la esperanza si somos capaces de actuar. Y de hacerlo ya. No caben más dilaciones. En un artículo publicado recientemente en la revista Galde se señalan los efectos que produciría un nuevo marco estratégico de energía y clima, sobre la base del anteproyecto de Ley de Cambio Climático y Transición Energética y del Plan Nacional Integrado de Energía y Clima 2021-2030.

300.000 empleos

Se estima que el paquete de medidas previstas generaría más de 300.000 nuevos empleos de calidad, ligados «a la industria, a la mejora de la eficiencia -especialmente en la rehabilitación de viviendas-, la innovación, las energías renovables y el sector servicios». Solo las inversiones en energías renovables supondrían unos 150.000 puestos de trabajo. Se prevé movilizar más de 200.000 millones de euros de inversión pública y privada. Y se ahorrarían más de 75.000 millones de euros por la caída de las importaciones de combustibles fósiles.

Asimismo, evalúan el impacto sobre la salud que tendrían unos menores niveles de contaminación de los que sufrimos actualmente, señalando que la mejora de la calidad del aire evitaría la muerte de más de 2.000 personas al año en el Estado español en el año 2030. La contaminación, en buena parte originada por el tráfico, pero no solo, genera 800.000 muertes prematuras en Europa, más de 10.000 en el Estado español.

En la misma publicación, la ministra de Transición Ecológica en funciones del Gobierno español, Teresa Ribera, señala que esas propuestas posibilitarán un elevado número de empleos y un importante crecimiento del PIB. Y añadiendo que esta crisis «solo puede corregirse con una receta de justicia social, en la puesta en marcha de un nuevo contrato social verde -un Green New Deal- que nos conduzca hacia un nuevo modelo de prosperidad, más justo y, sobre todo, consciente y respetuoso con los límites del planeta».

Desde el ámbito canario también es preciso tomar medidas contundentes para enfrentarnos a la Crisis Climática, desde una mayor presencia de las energías renovables y el destierro de las de origen fósil, la apuesta por una movilidad sostenible (más transporte público y bicicletas, menos automóviles privados), el ahorro y la eficiencia en el consumo de agua y electricidad, mayor presencia en la cesta de la compra de los productos de proximidad... Así como modificaciones en las propias condiciones de los entornos urbanos, que posibiliten limitar la necesidad de desplazamientos. Lo que por nuestra condición insular no podemos hacer, a diferencia del territorio continental, es renunciar al uso de la aviación comercial en desplazamientos cortos.

Mientras el planeta se degrada segundo a segundo, los dirigentes mundiales son incapaces de sacar adelante una propuesta ambiciosa de reducción de las emisiones contaminantes. Enfrente tienen la negativa de China, Estados Unidos, Rusia e India, justo los más contaminantes. Y a los negacionistas de la Crisis Climática, entre ellos Trump, Bolsonaro o la extrema derecha española. Aunque la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, tampoco queda muy lejos cuando afirma que «algún día conoceremos qué hay detrás de las emergencias climáticas», lo que parece un aval a las teorías conspiranoicas.

La celebración en Madrid de la Cumbre del Clima, entre el 2 y el 13 de este mes de diciembre, ha merecido una enorme atención mediática, aunque sus resultados, como era previsible, no hayan estado a la altura de la gravedad del problema y de la urgencia de las soluciones. Con un tratamiento muy positivo por algunos medios de comunicación que han trasladado una información rigurosa sobre la actual situación del planeta, el panorama futuro y las actuaciones inmediatas para evitar que el calentamiento global tenga consecuencias catastróficas sobre la vida en la tierra.

Suscitó, asimismo, especial atención mediática la llegada de la activista Greta Thumberg a la Cumbre y su participación en la misma. Seguí por televisión la rueda de prensa que ofreció junto a otros jóvenes españoles, americanos y africanos; y me pareció prudente, evitando protagonismos y dando la palabra a quienes la acompañaban -chicos y chicas con un gran nivel y capacidad expositiva- pese a la insistencia de los periodistas en preguntarle exclusivamente a ella.

Huelga escolar

En agosto de 2018 una joven sueca de 15 años abandonó su centro educativo y se plantó ante el Parlamento con el cartel Huelga escolar por el clima. Así lo hizo Greta, viernes a viernes, impulsando un movimiento que se extendió por todo el mundo exigiendo a los responsables públicos actuaciones decididas frente a la Crisis Climática. Lo que merece respeto y admiración. Sin embargo, como analizaba recientemente el periódico El País, en Twitter miles de personas del Estado español, la mayoría hombres, la han insultado, calificándola de «histérica, puta, majareta, gilipollas, loca o niñata». Lo que confirma que el calentamiento global, con ser trascendental, no es la única gran enfermedad del planeta. La irracionalidad, el machismo y el odio desatado también lo son, sin duda. Y, de momento, no hay vacuna.

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