Granadilla, el gran negocio de ATI

Manuel Mederos
MANUEL MEDEROS

Fernando Clavijo no dará marcha atrás con la regasificadora de Tenerife. Su gente ha restado importancia al informe de la Comisión Nacional de Mercado y la Competencia (CNMC) que desaconseja su construcción por falta de rentabilidad y por la obsolescencia del proyecto y le deniega la autorización administrativa. Como en otros muchos propósitos de su Gobierno, éste está atado a demasiados compromisos adquiridos y la orden es continuar «pase lo que pase». Granadilla en su conjunto vale su peso en oro. Es el núcleo de los negocios de ATI desarrollados a expensas de dinero público, el de los españoles y el de los europeo, que dejará sustanciosos beneficios, económicos y políticos. Estamos hablando de un municipio que concentra la actividad industrial de Tenerife en el que se invertirán unos tres mil millones de euros en los próximos diez años, de los que la regasificadora, ahora cuestionada por la CNMV, supone algo más de trescientos millones.

Granadilla es la joya de la corona de ATI, la capital económica de Canarias, como la llaman en Tenerife, desde donde irradiará el desarrollo de la isla y, por supuesto, mucho dinero para repartir, según algunos, «entre los de siempre». En sus 162 kilómetros cuadrados se concentran todo tipo de centros logísticos, factorías, centros de investigación, un gran aeropuerto internacional como el Reina Sofía por el que pasan 9 millones de pasajeros y para el que se reclama una nueva pista y una nueva terminal. Granadilla cuenta con un gran puerto industrial, llamado a sustituir al de Santa Cruz de Tenerife y a competir, agresivamente, con el de Gran Canaria. La joya de la corona de ATI cuenta con el Centro Tecnológico y de Energías Renovables, con la Central Térmica de Endesa-Unelco, la planta de gas de Disa, el Parque Científico Tecnológico de Tenerife, ahora en construcción, el proyecto de la polémica regasificadora de Enegas, un gran circuito de motor, también en construcción, y una pujante industria turística en La Tejita, un paraje natural en el que se ha dado luz verde un hotel de cinco estrellas con la oposición de colectivos ecologistas y vecinos, pero con todas las bendiciones del Gobierno de Canarias.

Con la nueva Ley del Suelo y su impacto en la recuperación de la construcción, Granadilla se convertirá en granero de las empresas de construcción y tiene suficiente suelo industrial para atraer a numerosas empresas del sector.

Estamos hablando de más de 3.000 millones de euros en inversión que recibirá el municipio en los próximos diez años. Las expectativas y el desarrollo planificado por ATI desde el Gobierno y desde el Cabildo Insular, ha impulsado el crecimiento de la población que ha pasado de veinte mil habitantes en el año 2000 a los 45.000 que registra ahora. Tan alto es su valor económico y su potencial desarrollo para la horda que manda en Coalición Canaria y en el Gobierno de Canarias, que fueron capaces de poner en peligro la estabilidad del Gobierno de Canarias y el futuro de Coalición Canaria para tomar el poder por la fuerza en ese municipio y desalojar a los socialistas, verdaderos ganadores de las elecciones en el municipio.

ATI no podía permitir que los socialistas administrasen ese poder y ese dinero, y en un apaño sin precedentes, en un gesto de descarada deslealtad, con el consentimiento directo de Fernando Clavijo y de toda la cúpula de ATI en Tenerife, presentaron en septiembre del pasado año una moción de censura para hacerse con el poder del municipio. Un poder que CC considera exclusivamente suyo, porque suyo es el proyecto de convertir ese municipio en la capital económica de Canarias, como reza en algunos de los documentos de CC. La importancia para Fernando Clavijo de ese municipio es de tal envergadura que impulsó una moción de censura contra sus socios de Gobierno, el grupo que le otorgaba la estabilidad. Nada, absolutamente nada, hizo que ATI diese marcha atrás en esa moción de censura. No les importaba perder el Gobierno, las elecciones o sacrificar al propio Clavijo, la clave era recuperar el municipio más valioso de Tenerife para administrar los miles de millones que llegarían en los próximos diez años, entre ellos los de la cuestionada regasificadora.

Desde su insana costumbre de engañar a todos, hasta el Secretario General del Coalición Canaria, José Miguel Barragán presentó su dimisión para evitar esa censura, abriendo una «pequeña y pactada» batalla con ATI, que, evidentemente, perdió, a las pocas horas, como estaba previsto. El mismo Barragán abrió expedientes de expulsión contra los concejales censurantes, que, como no podía ser de otra manera, han quedado en el cajón del olvido. Tan endiosada estaba en aquel momento la cúpula de ATI, con Fernando Clavijo a la cabeza, y tan incomodo era el Partido Socialista Canario fuera y dentro del Gobierno para desarrollar sus planes de reparto de dinero público de forma discrecional y cumplir con los compromisos que llevaron a Clavijo a la candidatura a la Presidencia, que iniciaron una campaña de hostigamiento y humillación para sacarlos del Ejecutivo. La resistencia de los socialistas fue numantina, y denunciaron hasta el final cómo se manejaba el dinero público para pagar prebendas a los apoyos de Clavijo, incluso despojando a la comunidad autónoma de sus competencias, como las de empleo o carreteras. Esta es la historia de la humillación más grave por parte de Coalición Canaria a sus socios. «Yo no hablo con medianeros», llegó a decir ufano el presidente del Gobierno al referirse a los dirigentes del PSOE en el diálogo en medio de la crisis. Es curioso que a apenas un año de tal desprecio los socialistas canarios estén en proceso de echarle tierra al asunto y volver a someterse a los caprichos de ATI y su imperio en Coalición Canaria. Para algo debe servir la dignidad en un partido que protege a los suyos, que defiende el interés público y que presume de ideología y ética.

Cada uno de los negocios que se desarrollan en Granadilla, ahora en manos de ATI, han sido defendidos desde el Gobierno sin pudor alguno, en muchos casos enfrentando a Gran Canaria, como con el asunto de la regasificadora. En otro gesto de desprecio a Gran Canaria, Fernando Clavijo fijó su interés solo en Tenerife para que esa regasificadora saliera adelante, dejando en manos del Cabildo de Gran Canaria la decisión última, que evidentemente era que no se construyese. Detrás de la actitud del presidente, ya habitual cuando se trata de defender los intereses de Tenerife, solo existía el interés de proteger los intereses de su gente y exprimir el dinero público de un negocio llamado a extinguirse por la penetración de las energías renovables.

Los criterios de carácter económico establecidos por la Comisión Nacional del Mercado de la Competencia, son, uno por uno, los que ha esgrimido Antonio Morales, presidente del Cabildo de Gran Canaria, al margen de los medioambientales. No hay que olvidar que el Gobierno de Canarias fue capaz de cambiar una ley completa que protegía determinadas especies en la zona donde se construye el Puerto de Granadilla, para liquidar los obstáculos medioambientales denunciados por los ecologistas y acogidos por el Tribunal Superior de Justicia de Canarias. Por ello tampoco ahora darán marcha atrás. El propio Clavijo ha defendido, una y otra vez, todos y cada uno de los proyectos que se desarrollan en Granadilla y no va a permitir que un informe que deniega la autorización administrativa, pero que no es vinculante, se lleve por delante una tajada para Tenerife de 305 millones de euros. En su pensamiento no caben las recomendaciones de acabar con el proyecto, comprometer a Endesa- Unelco, primer cliente no interesado en el gas pero el que garantiza su rentabilidad, ni las advertencias de obsolescencia del propio proyecto que data de 2008. La consigna de ATI es clara: «El dinero está, se gasta y se reparten los beneficios, aunque después cerremos las instalaciones de la regasificadora y la vendamos como chatarra en África».

Periodista