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La oleada de solidaridad en torno a la lucha contra el incendio de Gran Canaria parece no tener fin. Ahí está el Club Deportivo Tenerife, que jugará este fin de semana con una camiseta con un mensaje de apoyo a la isla vecina, en una clara demostración de lo lejos que quedan los pleitos insulares cuando el corazón se encoge, y ahí están también los portavoces parlamentarios cerrando filas en torno al Gobierno de Canarias en una reunión convocada por él presidente Ángel Víctor Torres para informarles de lo sucedido.

Pero en ese océano de unidad hay algunas gotas que desentonan. Unas por lo que proponen pero todas porque tienen el don de la inoportunidad. Lo digo, por ejemplo, a cuenta de un comunicado del sindicato Comisiones Obreras en el que, aprovechando el fuego, ha querido echar leña recuperando el viejo conflicto de los bomberos con el Cabildo de Gran Canaria a cuenta, entre otras cuestiones, del cierre del parque de Tejeda. Para empezar, son los bomberos los que merecen ahora el reconocimiento de todos y por supuesto la defensa de sus derechos laborales, pero hacerlo, como intenta CC OO, aprovechando el río revuelto para la ganancia de pescadores, no parece lo más idóneo.

Para más inri, se enfoca el comunicado contra el actual presidente del Cabildo, Antonio Morales, como si quienes pasaron antes por el sillón presidencial no hubiesen tenido problemas similares y no hubiesen tomado decisiones igualmente parecidas. Pero ya se sabe que Morales molesta a algunos y pronto veremos cómo el incendio es utilizado como ariete en otra operación política en su contra. Tiempo al tiempo, y sospecho que será breve ese tiempo.

Claro que es fácil olvidar quiénes colocaron como prioridad la articulación de un modelo de ecoisla, esto es, con una estrategia de desarrollo sostenible que tuviese muy presente al sector primario. Y eso pasa por compatibilizar la defensa del paisaje con garantizar resortes económicos para quienes habitan en parajes como los afectados por los incendios de estas semanas. Eso, que tanto fue criticado por algunos en los cuatro años precedentes, es lo que subyace en las declaraciones de las miles de personas evacuadas cuando se les pregunta por qué no se plantean ir a vivir a otros lugares. Y eso es lo que también se desprende de las declaraciones de Federico Grillo, el experto en emergencias del Cabildo que tanta popularidad ha adquirido en estos días.

La realidad, que es muy tozuda, va poniendo las cosas en su sitio. También a los interesados y oportunistas. Como a los que negaban el cambio climático -ya convertido en crisis- y ahora exigen dimisiones a los mismos que alertaron hace años de ese problema. El papel, como el fuego, lo aguantan casi todo.

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