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Y eso que no ha llegado la Navidad

Jueves, 29 de noviembre 2018, 23:06

Es cierto que no fueron, como en anteriores años, cuatro gotas de nada. Las lluvias que cayeron en Gran Canaria la pasada semana sirvieron para regar la isla de forma anticipada, sin esperar a la llegada del invierno y lo hicieron con mucha intensidad para el regocijo de los que siguen confiando en la agricultura como medio de subsistencia.

Pero de resto, lo que ha traído el agua caía del cielo ha sido una sucesión de quebraderos de cabeza para los conductores de la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria y aquellos que intentaron entrar o salir de la misma durante los días de lluvia. Los atascos fueron kilométricos, con las mismas retenciones de siempre en los mismos puntos de siempre pero con una agravante, que media ciudad está en obras o ya ha sido peatonalizada. Me comentaba el otro día un taxista de Madrid que el proyecto que está llevando a cabo Manuela Carmena de cerrar al tráfico el centro de la ciudad y cerrar carriles de calles como la Gran Vía, iban a ser un fracaso porque antes no se había potenciado de forma real y efectiva el transporte urbano. Y aquí, en la capital grancanaria, la situación me transmite un sentimiento similar. Es cierto que hay que dar un margen de actuación a las autoridades municipales razonable hasta que esté implementada de forma efectiva la Metroguagua, pero, ¿y mientras? Pues me temo que viviremos un invierno infernal, con los atascos clásicos pero multiplicados a la máxima exponencia por las obras que están saturando la ciudad.

Las Palmas de Gran Canaria necesita que los dirigentes den un golpe sobre la mesa efectivo y que eliminen nudos como el istmo, las entradas y salidas a la capital y, como no, el punto negro de Julio Luengo. ¿De qué manera? Pues para eso están los especialistas, claro está, pero mientras se podría seguir haciendo una apuesta por el transporte en bicicleta acorde a una gran ciudad, con unos carriles específicos en los que el usuario no se juegue la vida y, por qué no, unas bicicletas eléctricas como las que se usan en las principales urbes que faciliten el transporte hacia la parte alta de la ciudad. La capital está pidiendo a gritos inversión en la red viaria porque el colapso circulatorio está muy cerca y más en este mes de diciembre que está a punto de llegar y que traerá consigo miles y miles de coches en busca de las compras necesarias. No me quiero ni imaginar un día de navidades con lluvia y algún coche averiado en la Avenida Marítima, algo nada descabellado.

Por el momento, me iré pidiendo un patinete eléctrico para Reyes a la espera de la Metroguagua...

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